martes, 4 de diciembre de 2018

JOAQUÍN ARAUJO, Madrid (1947)
“Thoreau emboscado” (Segunda parte)
Publicado en el Blog Tierra de Joaquín Araújo en El Mundo

     Emboscarse propicia también un deleite. Se puede degustar la Belleza fundacional. La apreciación de Francisco Giner de los Ríos de que: "a la contemplación de un árbol podría dedicarse la vida entera" brota de lo que tus ojos están comprobando cada vez que se asoman al bosque. La arboleda ha creado la mayor la complejidad del presente, es decir la multiplicidad de la vida. No menos las tramas esenciales de las que mana la madera que hizo casi todas las casas y publicó todos los libros. Que nos dio, es más, los mangos de las hachas, como Tagore recordó en un imprescindible aforismo. Sin olvidar la sombra reparadora que cada día necesitamos más.
      Los bosques además no mienten, de hecho están ahí para que "todo sea verdad bajo los árboles" comprendió Antonio Gamoneda.
      Nada usa mejor el tiempo el espacio que el árbol. Nadie marca mejor el paso de las estaciones. Nada acompaña tanto a tus paseos.
      Por si todo eso fuera poco, los bosques son maestros, como reconoció Ortega y Gasset. Incluso puede afirmarse que no existe mejor doctor en economía porque, al ser un consumidor que en parte se consume a sí mismo, sabe no agotarse. Lección que insistimos en no aprender aunque ya es vital imitar a las selvas que nos quedan.
      "Poeta es el hombre devorado por los espacios del bosque" suma María Zambrano. Pero la relación del árbol con el arte - de todos los tiempos y culturas - desemboca en la mejor y más corta definición de poeta. La escribió Federico García Lorca:"Poeta es árbol".
     Cura, serena, produce, resulta solidario, merece nuestra admiración y compasión, es arte...
Por eso algunos nos emboscamos.
     Lo hacemos queriendo seguir la formidable vivencia escrita por H.D. Thoreau, del que hoy se celebra el 200 aniversario de su nacimiento.

     Él escribió: "Voy y vengo por esos bosques acompañado por una extraña libertad que mana de ellos mismos." 
     También esto: "¿Qué hay en el paisaje que no sea una cierta fertilidad en mí". 
     Libre y fecundo, pues.
     No consigo dar con nada que más dé.
GRACIAS Y QUE THOREAU Y LOS BOSQUES OS ATALANTEN COMO A TANTOS OTROS DESDE HACE DOS SIGLOS.

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