sábado, 30 de junio de 2018

LOS ÁRBOLES DE BUENOS AIRES
La ciudad tiene la cantidad mínima de árboles sugerida por persona, de parabuenosaires.com
     El árbol es el amparo para compartir un mate o leer un libro, refugio del sol y del calor o escondite de ese canto del pájaro que anuncia el amanecer. Estas y más funciones son las que tiene el árbol urbano, ese que a veces no se observa ni se valora, pero que nos aporta el oxígeno necesario para vivir. Las ciudades, con todo su cemento y desarrollo tecnológico, también dependen de ellos. En Buenos Aires, por caso, hay unos 372.000 ejemplares en las calles, casi uno cada ocho habitantes.
    Esa relación es la mínima recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para los ambientes urbanos, pero resulta mejor que las registradas en Bogotá, Nueva York o Barcelona.
      “El árbol es el elemento que, sumado uno a uno, conforma el bosque urbano, con capacidad de mitigar muchos de los efectos adversos que genera el crecimiento de las ciudades por falta de planificación y conocimiento”, explicó Carlos Anaya, ingeniero agrónomo y arborista certificado por la International Society of Arboriculture.
     El experto agrega además algo que, muchas veces, se desconoce: “El árbol urbano no sólo es el plantado en las veredas, espacios públicos y semipúblicos, sino también los ejemplares ubicados en sitios privados. Todos ellos conforman el bosque urbano que aporta su beneficio a la ciudad”.
     Según el censo de arbolado urbano, realizado hace tres años, en las veredas porteñas hay 372.625 ejemplares, que se suman a unos 53.000 plantados en espacios verdes. En tanto, el 5% del total corresponde a los plantados por los vecinos.

     “En la ciudad estamos bien, pero hay que seguir mejorando. Prevemos aumentar en 70.000 la cantidad de árboles durante los próximos cinco años. Debemos diseñar y establecer dónde estará cada plantera y, además, acordar con las comunas en qué lugares”, indicó María Inés López Lo Celso, directora general de Espacios Verdes porteña.
     Según el censo, el ficus es el preferido de los vecinos. El censo indicó que hay 23.707 plantados por los residentes, aproximadamente el 5% de la población total. Lo siguen el pindó, el palo borracho, el palto y el níspero.

Cuidado

     “Hay que tener mucho cuidado con los ficus porque siempre buscan la humedad. Hay casos en que las raíces llegan hasta las cañerías. Es un buen árbol para estar en el centro de un jardín amplio”, indicó la funcionaria.
      Ana Guarnaschelli, profesora adjunta de dasonomía de la Facultad de Agronomía de la UBA, indicó: “El árbol cumple una función ambiental muy importante. Está capturando gases que no son saludables para la vida humana, filtrando partículas en suspensión, atenuando ruidos; representa barreras de protección. Los espacios verdes los mejora, incluso desde el punto de vista psicológico tiene un efecto favorable, genera ámbitos más agradables, y también contribuye a la valoración de las propiedades”.
      Según la experta, “Buenos Aires tiene una particular problemática que data de muchos años atrás: se han plantado árboles muy grandes en muchas veredas para los espacios de crecimiento que ellas ofrecen. Por ejemplo, plátanos en calles muy angostas. El ejemplar no tiene capacidad para desplegar todo su potencial. Los árboles grandes se deforman e interfieren en las edificaciones, y para conducirlos han sido sometidos a podas muy drásticas (a menudo, realizadas en las épocas del año incorrectas); por eso, muchos árboles quedan mal conformados y presentan podredumbres”.
      Respecto de la cantidad de árboles la ciudad, “está en niveles intermedios. Creo que debería haber más. Pero hay que elaborar un plan de forestación”, sostuvo Guarnaschelli.
      Para Anaya, es fundamental tener en cuenta las características propias de cada urbe. “Hay un viejo dicho que afirma que el mejor momento para plantar un árbol es 20 años atrás y el segundo mejor momento, ahora. Es muy importante estudiar y planificar el nuevo arbolado como consecuencia del cambio climático global. Cuáles son las especies adecuadas para cada sitio en función de, por ejemplo, la problemática de cada barrio: contaminación por ser una zona de alto tránsito vehicular, zona fabril, cuenca de un río ligada al riesgo por inundaciones”.
      El censo de 2012 determinó que la Capital cuenta con 420.000 espacios para plantar árboles, lo que significa que hay lugar para 47.300 ejemplares para oxigenar a la metrópolis. Los casi 25.000 extras que planea plantar el gobierno deberán encontrar un lugar.
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jueves, 28 de junio de 2018

¿ORO EN LOS EUCALIPTOS?
De "Turismo botánico"


     En las vastas tierras del oeste y sur de Australia, las formaciones de eucaliptos nativos ocupan miles y miles de hectáreas. Científicos de la Agencia Nacional de Ciencia Australiana, junto con otros socios, han descubierto que las hojas de algunas especies de eucaliptos contienen pequeñas concentraciones de oro que aparecen de forma natural. Los resultados del estudio han sido publicados en la revista Nature. La sorpresa que se llevaron dichos científicos fue descomunal. Rápidamente, comenzaron a trabajar para darle explicación a este fenómeno.
Arboreto del Villar. Lugar dedicado exclusivamente a los eucaliptos. Oro.
Arboreto de El Villar. Lugar dedicado exclusivamente a los eucaliptos
     El sistema radicular de los eucaliptos puede alcanzar hasta los 30 metros de profundidad. En muchas ocasiones pueden llegar al sedimento que se encuentra depositado justo por encima de la roca madre. En los casos que este sedimento contenga partículas de oro, las raíces del eucalipto actúan como una bomba hidráulica absorbiendo el agua que contiene dichas partículas. Este metal en realidad es tóxico para la planta, por eso el eucalipto lo mueve hacia las hojas para expulsarlo. De esa manera, en la superficie de estas hojas se puede encontrar oro.
     Ya se sabía que las plantas tenían la posibilidad de absorber oro en condiciones de laboratorio. Este es el primer caso que se reporta de que este hecho ocurra en la naturaleza.
Arboreto de El Villar-Huelva
 
La utilidad del descubrimiento 
       Es posible que muchos de nosotros estemos pensando en plantar eucaliptos para hacernos ricos. Está claro que no va a ser la solución a nuestros problemas. Para lo que si puede resultar útil el descubrimiento es para encontrar concentraciones de oro en profundidad. De hecho, ese ha sido el principal uso que los propios autores del artículo han reportado.
     De alguna manera, haciendo análisis de las hojas de los eucaliptos se podría saber si bajo ellos existen depósitos de oro. Incluso también cuál es la magnitud de los mismos. Una manera mucho más económica de buscar oro que las prospecciones de gran impacto que se hacen hoy en día.

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martes, 26 de junio de 2018

DAVID FERNÁNDEZ GUERRERO, en "El País"
La deforestación reduce la capacidad del mar para retener dióxido de carbono
     Bahía de Oyster (Australia), principios del siglo XX: 
Las praderas de algas crecen entre aguas poco profundas, cubriendo buena parte de la ensenada. Ochenta años más tarde, la presencia de estas plantas es testimonial. La capacidad del ecosistema para capturar dióxido de carbono se ha reducido sustancialmente. Todo ello a causa de la deforestación y la llegada de tierra erosionada al fondo marino, según un estudio publicado en la revista Global Change Biology.
     ¿Qué sucedió? El estudio sitúa el inicio de la historia a principios del siglo XIX, con la fundación de la ciudad de Albany por los colonos europeos. Con ellos llegó la agricultura y la deforestación de los bosques circundantes. El suelo erosionado se acabó depositando en el estuario. “[Con los sedimentos] aumenta la entrada de nutrientes y partículas en suspensión en el agua. Si hay mucha más materia en suspensión no llega suficiente luz al ecosistema, y los organismos que viven más arriba absorben los nutrientes”, explica Pere Masqué, investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona. Un equipo de científicos de este centro y la Edith Cowan University de Australia, liderado por el profesor Óscar Serrano, realizó el estudio.
      También se filtraron al mar residuos de la actividad agrícola como el fósforo y el potasio, en concentraciones excesivas para las praderas marinas; de 150 a 350 miligramos de fósforo por gramo de materia entre 1900 y 2012; y de 500 a 900 miligramos de potasio por gramo de materia durante el mismo período.
     Pese a los cambios en su entorno, los bosques de algas pudieron adaptarse sin demasiados problemas hasta 1960. Entre ese año y 1980 el 80% del área cubierta por estas plantas –entre 6,1 y 6,7 kilómetros cuadrados– desaparece a causa del aumento de la contaminación. En los últimos años, sin embargo, un proyecto de replantación ha permitido recuperar parte de la masa vegetal perdida

      Para estudiar la historia de las praderas marinas, los científicos clavaron tubos de plástico en el subsuelo marino. Con ellos obtuvieron muestras de fondo marino de varias decenas de centímetros de profundidad. Lo suficiente para llegar hasta 600 años de antigüedad, aprovechando que los sedimentos más antiguos se encontraban más abajo. “Una vez extraído, lo seccionamos con una sierra circular y tomamos las muestras para el estudio”, explica Serrano, investigador de la Edith Cowan University.
      ¿Qué implicaciones tienen los hallazgos para el cambio climático? Por un lado, las plantas de posidonia -endémica del Mediterráneo- retienen el dióxido de carbono en mayor medida que las plantas acuáticas de menor tamaño, como el fitoplancton. Por otro lado, “del orden del 50% del carbono queda retenido en la propia planta, y una vez esta muere queda enterrado [en el subsuelo marino]”, explica Masqué. Esto permite a las praderas marinas retener el gas de efecto invernadero “durante cientos de años o milenios”. Una capacidad de almacenamiento superior a la de los bosques, como explicó Carlos Duarte, catedrático de Ciencias Marinas en la Universidad King Abdullah de Arabia Saudí.

      Si los bosques marinos decaen, no solo disminuye su capacidad para absorber el gas de efecto invernadero. “Todo este carbono puede quedar remineralizado [al volver a entrar en contacto con el agua], pasando a formar parte del CO2 atmosférico”, avanza Masqué.
     Es posible recuperar estos ecosistemas. De hecho, la propia bahía de Oyster Harbour es el escenario de un proyecto de replantación. Sin embargo, las praderas submarinas requieren un cierto tiempo de recuperación –cerca de 20 años, según un estudio publicado en la revista Journal of Ecology– para volver a su estado anterior.
     En caso de que la mano humana no intervenga para reparar aquello que alteró, la capacidad de recuperación depende en buena medida del entorno. Otro organismo puede colonizar la zona, absorbiendo los nutrientes y la luz solar, dificultando la vuelta de las plantas. Por otra parte, los bosques de posidonia retienen el fondo marino con sus raíces. Y, como con cualquier entorno desertizado, la ausencia de masa vegetal conduce a la erosión del terreno. Así que si “el ecosistema se erosiona [en exceso], la planta no puede echar raíces en este lugar”, concluye Masqué.

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domingo, 24 de junio de 2018

Mil nombres de los pinos canarios (1), del cronista de Canarias

JUAN GUZMÁN OJEDA, Ing. Técn. Forestal
Mil y un nombres de los pinos canarios (1)

Desde la conquista hay referencias a ‘Pinus canariensis’ con nombre propio. En la primera parte de este artículo, aquellos con nombres históricos y religiosos (como el de la imagen sobre estas líneas: el Pino de la Virgen en el camino de Las Vueltas cuando atraviesa El Paso, fotografiado a finales del s.XIX).





     Tenemos el convencimiento de no errar al afirmar que Pinus y Phoenix, seguido del gentilicio canariensis, nuestro pino y nuestra palmera, han dado lugar a buena parte de la toponimia regional. Sin embargo, existen y existieron muchos pinos con nombre o historia propia, aunque no así es el caso la palmera. Y es que aunque ambas especies son señas de identidad, lo cierto es que la longevidad es la marca la diferencia, permitiendo al pino canario un mayor grado de polimorfismo y singularidad.
     Los pinares, hoy tranquilos y solitarios, presentaron un aspecto muy diferente hasta la primera mitad del pasado siglo. Antaño sirvieron de rutas de intercambio entre poblaciones, de peregrinación hacia el santuario, de mudanzas de los enseres e incluso de traslado de los difuntos hasta el camposanto. Pero sobre todo los pinares fueron muy transitados por ser fuente de sustento a través de diversos usos, desde el constructivo al energético, pasando también por el agrícola y el medicinal. Todavía hoy tras los incendios, cuando asoma la desnudez del suelo, sorprenden las múltiples sendas que de repente emergen, caminos que aparentemente no llevan a ninguna parte, salvo a los rincones del propio pinar.
     Y es así que a través de los años, en todas las islas de pinar, fueron surgiendo mil y un nombres específicos para designar y relacionar diversos pinos padre con las vicisitudes, imaginación y opiniones de errantes, trabajadores y moradores locales. En el presente artículo queremos recopilar y rescatar algunos de estos apodos, en la certeza de que muchos ya se han extinguido o pudiera que no resulten del todo ciertos.
     Comenzando por los pinos relacionados históricamente, conviene citar al menos dos: el Pino de Tanausú junto al sendero que lleva desde la Cumbrecita hasta El Riachuelo, en El Paso (La Palma) y el Pino de la Victoria en La Victoria de Acentejo (Tenerife). Del primero se cree que en ese lugar fue capturado el bravo líder benahorita, mientras que junto al segundo se celebró una misa el día de Navidad de 1495, para conmemorar la definitiva conquista castellana.
     Por su parte, son muchos los pinos concernientes al culto religioso, en especial por encontrarse junto a las ermitas o basílicas, o en los caminos marianos hacia las mismas. La mayor parte de estos ejemplares destacan por sus grandes portes y es que, no en vano, el carácter sagrado fue un factor que, más allá de la protección divina, ayudó a su respeto general.
     Tan solo en La Palma se cuentan hasta tres con el nombre de Pino de la Virgen: en El Paso, Puntagorda y Fuencaliente, aunque el del municipio sureño también es conocido como Pino de Santo Domingo. Hace mucho tiempo ya que desapareció el Pino Santo de Teror (Gran Canaria), donde el topónimo invertido releva a la patrona canariense, más conocida como Virgen del Pino.
     De costumbre hispánica, asimismo, era instalar una campana sobre el pino antes de construir la ermita, de ahí el Pino Campanario en Las Vegas, en Granadilla de Abona (Tenerife), sobre cuyas ramas oscila una campana verde y mimetizada, aún en uso.
     La construcción de templos católicos, también estuvo precedida por la colocación de imágenes, marcos y ornatos en los huecos del propio pino, espacios que había que mantener a golpe de hacha para que la madera no engullera estos objetos. Aun así no sería extraño que alguna imagen, colocada sobre algún pie alejado y olvidado, acabara por integrarse definitivamente en la madera. Otros pinos, como el enorme Pino de la Cruz en El Pinar (El Hierro) o el Pino del Buen Paso en Icod de Los Vinos (Tenerife) presentan el hito de la cruz cristiana junto a sus bases.
     Mención aparte lo constituye el denominado Pino del Señor en el antiguo cementerio de Arafo (Tenerife), singular ejemplar que es el centro de su propia capilla.

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viernes, 22 de junio de 2018

 
     En el suelo está el árbol. Hay algo contra natura en un árbol horizontal. Vencido. Los operarios colocan una máquina en el tocón del tronco recién cortado que lo rebaja aún más y lo astilla salpicando como de carne picada de árbol la acera. El niño lo mira espantado.
     Un hombre comienza a cortar en trozos el árbol caído con una sierra mecánica. El hombre le da miedo al niño. A sus ojos bien podría parecer un ser de pesadilla sacado de un videojuego arma en mano. Pero el niño, sin protección alguna, se suelta de la mano del padre y avanza con determinación hacia él. ¿Por qué le hace usted daño?, pregunta.
     El operario, que no se lo espera, desconecta la sierra y se queda mirando a los ojos del crío. El padre se acerca y agarra de nuevo la mano del niño. Se disculpa ante el operario y aprovecha para preguntarle qué están haciendo. El hombre responde que el árbol molestaba con su crecimiento demasiado cercano a los vecinos del primer y segundo piso del edificio ante el que estaba plantado. Que no se puede replantar porque habría que levantar la acera y luego volver a arreglarla y eso cuesta más dinero. Por último, el trabajador explica que plantarán otro en el saliente de la acera, más alejado de la fachada del edificio. En ese momento el niño, con lágrimas en los ojos, le grita: ¿y por un poco de dinero se mata a un árbol? ¿sólo porque moleste a alguien se le quita la vida a un ser vivo que no le ha hecho nada a nadie y nos mejora el aire y nos da sombra sin pedir nada a cambio?

     El trabajador, el padre y algunas personas que también llevan niños de la mano, tras haberles recogido a la salida del colegio, se paran mirando lo que ocurre, alertados por los gritos del niño que llora por el árbol. Durante unos segundos todo parece congelado. La sierra mecánica incrustada y quieta en el tronco derribado, como si lo hubiera estado mordiendo hasta ser pillada in fraganti. El trabajador algo absorto y con una rodilla en el suelo mirando al niño llorar. Una madre con una hija en cada mano se queda parada como si fuera la estatua de un parque junto al tocón envuelto en serrín. Otro trabajador mira por la ventanilla del camión que se llevará los restos del árbol, como en esas ocasiones en que nos quedamos con la mirada fija en nada y no podemos mover la cara hasta que pase algo. El árbol caído, indefenso como un niño solo que ha tropezado al cruzar la calle. El niño en pie, firme como un árbol que no sabe que también es madera, papel.
     El padre al fin tira del niño hacia el coche para llevarle a casa de su madre. Sólo entonces la normalidad continúa y la gente pasa. Para el niño, en cambio, el horror se ha consumado. Mientras entra en el coche y se sienta en su sillita infantil el crío no deja de bombardear con sus reproches al padre. ¿Qué mundo es éste en el que se mata a alguien porque molesta o porque cuesta dinero salvarle? El padre decide no responderle que sólo era un árbol y opta por abrazar al hijo que está aprendiendo a ser mayor, a su pesar.

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miércoles, 20 de junio de 2018

BOSQUES RELICTOS DE MÉXICO

     A lo largo de su existencia, los bosques y selvas tropicales del mundo, se han visto afectados por fuerzas naturales como glaciaciones, erupciones, sequías y tormentas. Estos eventos causan daños en grandes extensiones y, sin embargo, sus remanentes supervivientes continúan su proceso evolutivo permitiendo que estas asociaciones, llamadas bosques relictos, puedan regenerarse en zonas bajo condiciones específicas. 
     Los bosques relictos son vestigios de territorios vegetales cuya historia se remonta a millones de años, estos ambientes han sobrevivido a los cambios y nos muestran cómo era la vegetación en grandes extensiones, cuando las condiciones ambientales eran distintas. 
     Albergan árboles de especies amenazadas o de distribución restringida, se consideran reservas de material genético para la restauración y rehabilitación de otras áreas deforestadas o degradadas, ya que son como un banco de semillas. En ellos se encuentran árboles padres, generadores de semillas.
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lunes, 18 de junio de 2018

ROMULLO BARATTO
TREEPEDIA, el algoritmo que asegura encontrar la ciudad más verde del mundo
Treepedia, el algoritmo que asegura encontrar la ciudad más verde del mundo, Gardens by the Bay en Singapur. Fotografía en domínio público, disponible en <a href="https://visualhunt.com/re/a5a68d">Visualhunt</a>
Gardens by the Bay en Singapur. Fotografía en domínio público, disponible en Visualhunt

     Existen diferentes métodos para estimar cuán verde es una ciudad. Podemos contar todos los parques, sumar las áreas verdes, considerar solo las zonas públicas arborizadas, censar el número de árboles plantadas, o bien, de acuerdo a un estudio realizado recientemente por MIT, analizar la perspectiva de los habitantes para saber cuán frondosa puede ser una ciudad.
     Newsha Ghaeli, investigadora del Senseable City Lab del MIT, desarrolló junto a su equipo un método para averiguar cuán verde es un espacio urbano visto a partir de la perspectiva de los peatonales.
     Imágenes tomadas de Google Street View han sido procesadas por un algoritmo que estima el porcentaje en cada imagen que corresponda a árboles u otros tipos de vegetación. "Es importante comprender la cantidad de árboles que cubren las calles, porque es eso lo que percibimos en las ciudades", afirmó Ghaeli.
     Titulado Treepedia, el estudio genera mapas de vegetación que representan los niveles de "frondosidad" para cada lugar, dando lugar al Green View Index (GVI), un índice que determina cuán verde es el espacio urbano a partir de la perspectiva de quien camina por sus calles.
     Dentro de todas las ciudades analizadas hasta el momento, Singapur lidera el ránking con un GVI de 29,3%, seguido por Sydney (Australia) y Vancouver (Canadá). Al otro extremo París ocupa la peor posición con un GVI de apenas 8,8%.
     La poca vegetación en los centros urbanos es un aspecto frecuentemente asociado a problemas de salud y altos niveles de estrés entre los ciudadanos, en ese sentido, la investigación de Ghaeli puede ofrecer datos interesantes para comprender problemas urbanos relacionados a la salud pública y el bienestar de las personas en las ciudades .

      Las diez ciudades más verdes son:
1. Singapur (GVI: 29.3%)
2. Sydney, Australia (GVI: 25.9%) 
   Vancouver, Canadá (GVI: 25.9%)
4. Cambridge, Estados Unidos (GVI: 25.3%)
5. Durban, Sudáfrica (GVI: 23.7%)
6. Sacramento, Estados Unidos (GVI: 23.6%)
   Johannesburgo, Sudáfrica (GVI: 23.6%)
8. Frankfurt, Alemania (GVI: 21.5%)
9. Ginebra, Suiza (GVI: 21.4%)
10. Ámsterdam, Holanda (GVI: 20.6%)

https://www.archdaily.mx/mx/887141/treepedia-el-algoritmo-que-asegura-encontrar-la-ciudad-mas-verde-del-mundo

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sábado, 16 de junio de 2018

CARMEN CAMPAGNE
L'arbre est dans ses feuilles




L’arbre est dans ses feuilles marilon, marilé
L’arbre est dans ses feuilles marilon don dé!


Dans l’arbre y’a une p’tite branche
Dans l’arbre y’a une p’tite branche
La branche est dans l’arbre
L’arbre est dans ses feuilles marilon, marilé
L’arbre est dans ses feuilles marilon don dé!


Dans la branche y’a un p’tit noeud
Dans la branche y’a un p’tit noeud
Le noeud est dans la branche, la branche est dans l’arbre
L’arbre est dans ses feuilles marilon, marilé
L’arbre est dans ses feuilles marilon don dé!


Dans le noeud y’a un p’tit trou
Dans le noeud y’a un p’tit trou
Le trou est dans le noeud, le noeud est dans la branche, la branche est dans l’arbre
L’arbre est dans ses feuilles marilon, marilé
L’arbre est dans ses feuilles marilon don dé!


Dans le trou y’a un p’tit nid
Dans le trou y’a un p’tit nid
Le nid est dans le trou, le trou est dans le noeud, le noeud est dans la branche, la branche est dans l’arbre
L’arbre est dans ses feuilles marilon, marilé
L’arbre est dans ses feuilles marilon don dé!


Dans le nid y’a un p’tit oeuf
Dans le nid y’a un p’tit oeuf
L’oeuf est dans le nid, le nid est dans le trou, le trou est dans le noeud, le noeud est dans la branche, la branche est dans l’arbre
L’arbre est dans ses feuilles marilon, marilé
L’arbre est dans ses feuilles marilon don dé!


Dans l’oeuf y’a un p’tit oiseau
Dans l’oeuf y’a un p’tit oiseau
L’oiseau est dans l’oeuf, l’oeuf est dans le nid, le nid est dans le trou, le trou est dans le noeud, le noeud est dans la branche, la branche est dans l’arbre
L’arbre est dans ses feuilles marilon, marilé
L’arbre est dans ses feuilles marilon don dé!


Dans l’oiseau y’a un p’tit coeur
Dans l’oiseau y’a un p’tit coeur
Le coeur est dans l’oiseau, l’oiseau est dans l’oeuf, l’oeuf est dans le nid, le nid est dans le trou, le trou est dans le noeud, le noeud est dans la branche
La branche est dans l’arbre
L’arbre est dans ses feuilles marilon, marilé
L’arbre est dans ses feuilles marilon don dé!


Dans le coeur y’a de l’amour
Dans le coeur y’a de l’amour
L’amour est dans le coeur, le coeur est dans l’oiseau, l’oiseau est dans l’oeuf, l’oeuf est dans le nid, le nid est dans le trou, le trou est dans le noeud, le noeud est dans la branche, la branche est dans l’arbre
L’arbre est dans ses feuilles marilon, marilé
L’arbre est dans ses feuilles marilon don dé!


 https://www.youtube.com/watch?v=jjj3bXK4nG8


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jueves, 14 de junio de 2018

MARIE-LOUISE TAOS AMROUCHE (Túnez, 1913-1976)
El roble del ogro,
de "El grano mágico"

     Se cuenta que en la antigüedad había un pobre anciano que pervivía solo en su choza esperando la muerte. Vivía a las afueras del pueblo. No entraba ni salía porque estaba paralítico. Su cama había sido puesta cerca de la puerta, que se cerraba con un cerrojo del que pendía una cuerda.
     Aicha, una niña pequeña y sus padres vivían al otro lado de la aldea. Éstos enviaban cada día a la niña con el almuerzo y la cena del anciano.
     Ese día la niña llevaba un pastel y un plato de cuscús y tarareó tan pronto como llegó: Abre la puerta, oh, papá Inoubba, ¡oh, mi papá Inoubba!
     Y el abuelo respondió: Haz sonar tus pequeños brazaletes, ¡oh, Aicha, hija mía!
     La chica estaba golpeando sus pulseras una contra otra y él ya estaba tirando del cerrojo. Aicha entró, barrió la casucha y estiró la colcha de la cama. Al abuelo le encantaba verla llegar. Luego sirvió la comida al anciano y le dio de beber.
     Después de acompañarlo un largo rato, dejándolo tranquilo y a punto de quedarse dormido, regresó a su casa. Todos los días la niña les contaba a sus padres cómo había cuidado al anciano, al que le decían "su abuelo", y lo que le había dicho para que se distrajera. 
     Pero un día el Ogro vio a la niña. La siguió escondido hasta el cobertizo y la escuchó tararear:
Ábreme la puerta, papá Inoubba, mi papá Inoubba! Después escuchó decir al anciano: "¡Haz sonar tus brazaletes, oh Aicha, hija mía!
     El Ogro se dijo a sí mismo; "Ya he entendido. ¡Mañana volveré, repetiré las palabras de la niña, me abrirá y me lo comeré!
     Al día siguiente, poco antes de que llegara la niña, el Ogro apareció frente al cobertizo y dijo con su gran voz: Abre la puerta, oh, papá Inoubba, ¡oh, mi papá Inoubba! 
     Márchate maldito! respondió el viejo. ¿Crees que no te reconozco?
     El Ogro regresó varias veces, pero el viejo siempre sabía quién era. El Ogro finalmente fue a buscar al hechicero.  

     -Hay un viejo solitario que vive a las fueras del pueblo. Él no quiere abrirme la puerta porque mi gran voz me traiciona. Dime la forma de tener una voz tan fina, tan clara como la de su pequeña niña.
     El hechicero respondió: Vale, llénate la garganta de miel, acuéstate en el suelo con la boca abierta. Las hormigas entrarán y picarán tu garganta. Pero tu voz no se afinará en un solo día.
     El Ogro hizo lo que el hechicero le dijo; compró la miel con la que llenó su garganta, y fue a tumbarse al sol, con la boca abierta. Un ejército de hormigas entró en su garganta.
     Después de dos días, el Ogro fue al cobertizo y cantó: Abre la puerta, oh papá Inoubba, ¡oh, mi papá Inoubba!
     Pero el viejo lo reconoció: Mantente alejado, maldito! le gritó. Sé quién eres! -lo reconoció de nuevo-.
     El Ogro regresó a su casa. Comió miel una y otra vez. Estuvo largas horas bajo el sol. Permitió que legiones de hormigas entraran en su garganta. Al cuarto día su voz era tan delgada, tan clara como la de la niña. El Ogro volvió a la casa del anciano y cantó frente a su choza: Abre la puerta, oh, papá Inoubba, ¡oh, mi papá Inoubba!
     El abuelo respondió: Toca tus brazaletes, ¡oh, Aicha, hija mía!
     El Ogro tenía una cadena; él la hizo chocar. La puerta se abrió. El Ogro entró y devoró al pobre anciano. Y luego se vistió como el abuelo, tomó su lugar y esperó a que la niña llegara para devorarla.
     Tan pronto como la  niña llegó frente al cobertizo se dio cuenta de que la sangre fluía por debajo de la puerta. Ella se preguntó: "¿Qué le pasó a mi abuelo?" aseguró la puerta desde afuera y cantó: Abre la puerta, oh papá Inoubba, ¡oh, mi papá Inoubba! 
     El Ogro respondió con su voz fina y clara: Toca tus brazaletes, ¡oh, Aicha, hija mía! 
     La niña, que no reconoció la voz de su abuelo, dejó el pastel y el plato de cuscús en el camino y corrió a la aldea para alertar a sus padres. 

     -El Ogro se comió al abuelo, -les dijo, llorando-. Cerré la puerta. Y ahora, ¿qué vamos a hacer?  
     El padre gritó la noticia en la plaza pública. Los hombres corrieron desde todos lados para llevar leña al cobertizo y prenderle fuego. El ogro, en vano, intentó huir. Empujó con todas sus fuerzas pero la puerta resistió.  
     Así es como se quemó. Al año siguiente, en el mismo lugar donde se quemó el Ogro, nació un hermoso roble que fue llamado el "Roble del Ogro". Desde entonces, se muestra a todos los viajeros.

---Fin---

martes, 12 de junio de 2018

LOS PINSAPOS DE LA SIERRA DE LAS NIEVES, Málaga
Información: Diario Sur,  extracto del escrito de PILAR R. QUIRÓS

La compra del pinsapar por el Patrimonio forestal para protegerlo a mediados del siglo XX, la regeneración ejecutada por los ingenieros forestales y la dotación de un número adecuado de guardas han sido claves para supervivencia del pinsapo en esta sierra


Pinsapar Cueva del Agua (Yunquera) en 2004.
    Cuando se habla de pinsapos en la provincia de Málaga, en las sierras que desembocan en la Costa del Sol, hay que decir que es una especie relíctica que se quedó acantonada en estos bosques de cuento, que parecen impropios de estas latitudes. El pinsapo es una reliquia de los bosques de coníferas del Terciario. Es un endemismo estricto de la Serranía de Ronda, estando emparentado con especies norteafricanas. Se encuentra únicamente en la Sierra de las Nieves (Ronda, Tolox y Yunquera), Sierra del Pinar (Parque Natural de la Sierra de Grazalema) y Sierra Bermeja (Estepona).
     José Quintanilla, jefe del Departamento de Actuaciones en el Medio Natural de la Consejería de Medio Ambiente en Málaga, en su discurso de entrada a la Academia Malagueña de Ciencias, que conoce la Sierra de las Nieves como la palma de su mano, mencionaba al botánico valenciano Simón de Rojas Clemente -principios del siglo XIX- en la primera descripción somera del pinsapo, diciendo que es el árbol más común de en Grazalema y Ronda, pero que, continúa diciendo, sólo sirve para tablas, vigas de casa y para leña, al tiempo que explica que el guarda sólo custodia el quejigo, el alcornoque y la encima. Con este texto deja claro que en 1809 no se protegían porque no se sabía de su importancia botánica.
     El ‘Abies pinsapo’ fue dado a conocer a la ciencia internacional por el suizo Boissier, que en 1838, fue guiado por los botánicos, el malagueño Prolongo y alemán Haenseler, por estas sierras.
Visita de Edmond Bossier a los pinsapares de Estepona (arriba). Abajo, a la izquierda Pinsapar Cueva del Agua en el año 1936 y a la detalle detalle de la misma zona en 2004. / Fotos: SUR

     Con Boissier empiezan los estudios del abeto español, que se recogen en su libro Voyage botanique dans le Midi de l´Espagne (Viaje botánico por el sur de España), 1838. Es a partir de sea fecha cuando empiezan a aparecer escritos que denuncian el deficiente estado de conservación de la sierra de las Nieves.
     En 1858 el ingeniero de Montes Laynez habla de la gravedad en que se encuentra la especie, con árboles reviejos y en decadencia, sin regeneración. Allí menciona una cifra: quedaban 26.000 pinsapos en la sierra de las Nieves, todos ellos de las últimas edades, cuenta Quintanilla.
    La situación sigue deteriorándose y en 1874 el primer presidente de la Sociedad Malagueña de Ciencias, Domingo de Orueta y Aguirre, declara la situación tan penosa del árbol, llamando la atención a las autoridades del Gobierno, donde ya había leyes para preservarlos que no se cumplían.
     En 1928 el ingeniero de Montes Luis Ceballos hace alusión a la publicación en el Diario El Sol de la compra del pinsapar por el Estado a causa del deterioro manifiesto, la alta mortandad de árboles viejos y la falta de regeneración para que lo sustituyese, y así mismo con la intención de declararlo parque nacional. Luis Ceballos ponía de ejemplo las montañas de Sicilia donde el ‘Abies nebrodensis’ estaba desapareciendo y decía que en Málaga acabaría pasando lo mismo si no se ponía remedio.
     El ingeniero forestal Máximo Laguna en 1958 hacía hincapié en que su destrucción, en breve plazo, era inevitable. Y explicaba que, aunque tiene poca importancia por su capital y renta (piensen que en aquella época sólo se pensaba en montes que fuesen productivos, no en parques naturales, como ahora), su importancia botánica y paisajística es importantísima. En esa época se llevaban semillas del abeto a los principales parques y jardines de otros países europeos, que eran “el orgullo y el primer adorno”.

Miguel Álvarez Calvente y José Ángel Carrera Morales
     En 1945 el Estado había comprado el pinsapar de Ronda y se empiezan a controlar los rebaños de cabra, que se comían los brotes tiernos de las nuevas plantas.
     Por fin, la verdadera restauración empieza cuando el Patrimonio Forestal del Estado se hace cargo de las gestión de los montes de El Burgo, Yunquera, Tolox y Parauta, como bien cuenta Quintanilla, y es con la llegada de los ingenieros de Montes José Ángel Carrera Morente y Miguel Álvarez Calvente cuando se empieza a repoblar la sierra de las Nieves. En concreto, a partir de 1958 se realiza una repoblación de más de 74.000 hectáreas de los montes de El Burgo y Tolox y otras muchas sierras de la provincia para mejorar las masas forestales. Ceballos cuenta que en 1959 se realizan reforestaciones en la Sierra de las Nieves con 20.000 pinsapos criados en macetas, y se alegra de que los citados esfuerzos hayan mejorado ostensiblemente este enclave. A este trabajo de repoblación se sumó la dotación de guardas forestales para llevar a cabo los trabajos y para controlar el exceso de ganado en el monte.
     Álvarez Calvente consiguió revertir la situación de retroceso de este árbol rey, que en 1962 contaba tan sólo con 400 hectáreas (de masa dispersa y ejemplares sueltos) a las 1.006 hectáreas actuales de bosque continuo en Yunquera, que es el municipio que ostenta más masa forestal de este árbol.
     La marquesa de Casa Valdés se hace eco de las enseñanzas del botánico Modesto Laza Palacios, y escribe en un artículo en el ABC en 1964 sobre la imperiosa necesidad de que la sierra de las Nieves sea declardo parque nacional.
     Más tarde, ya en 1989, cuando la sierra de las Nieves es declarada parque natural, su primer director conservador Miguel Ángel Catalina, que más tarde sería director del Infoca, se encargó de realizar la defensa forestal contra los incendios, que en este siglo han sido su peor enemigo. Por último, el actual director de la sierra Rafael Haro lleva cerca de siete años trabajando con ahínco para que se declare parque nacional, lo que supondrá un gran espaldarazo para este espacio natural, como hace hincapié Quintanilla, que le ha dedicado a esta sierra más de dos décadas de su vida.
     La protección de estos bosques, su regeneración, la reboblación, la vigilancia a través de la guardería forestal y la lucha contra los incendios forestales han posibilitado que hoy día contemos con estos pinsapares de los que podemos enorgullecernos en el mundo entero por su singularidad y altísimo valor botánico.
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domingo, 10 de junio de 2018

LEYENDA DEL CASTAÑO DE LA ARMADA INVENCIBLE
Carncastle, Irlanda del Norte 
Información de: La Armada Invencible 

El Árbol de la Armada Invencible
The “Armada tree”, el castaño en el cementerio de la iglesia de St. Patrick’s

 

     El 28 de octubre de 1588 La Girona, galeaza de la Gran Armada, naufragó en Lacada Point (Irlanda del Norte) provocando la muerte de al menos 1.100 marinos, soldados y nobles.
     Debió de pertenecer a este naufragio el pobre desdichado cuyo cadáver fue a dar a la playa de Ballygaly y que sería enterrado en el cementerio de la pequeña iglesia de St. Patrick’s.
     Las castañas que llevaría en su bolsillo (muy posiblemente como remedio al escorbuto que amenazaba a las tripulaciones marítimas del siglo XVI) hicieron el resto y hoy un precioso castaño crece solitario entre las tumbas del cementerio.
     Este árbol, proclamado como uno de los 6 árboles antiguos más significativos del Norte de Irlanda en 2017 por el North Ireland Woodland Trust, puede ser visitado hoy en día. El lugar donde podéis visitarlo ha sido introducido en nuestro mapa interactivo del legado de la Armada Invencible en Irlanda.
     Los estudios realizados al árbol datan su nacimiento en el siglo XVI lo que refuerza la credibilidad de la tradición local aunque, como todo este tipo de historias, puede no ser más que eso…leyenda.

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Árbol caído: fotografía de Mal McCann, en The Irish News, el 9/9/2020
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viernes, 8 de junio de 2018

¿CÓMO FUNCIONAN LOS CHOPOS CABECEROS? 
de http://altoalfambra.blogspot.com

     En la vida de un árbol se produce un proceso de ocupación del espacio aéreo para conseguir la iluminación necesaria para la fotosíntesis que consta de tres fases.
     La fase de juventud comienza con un crecimiento de fuerte predominio apical que se atenúa para comenzar el desarrollo de las primeras ramas laterales. La relación entre la masa de las hojas y la de las estructuras vivas de soporte (albura) es alta por lo que los anillos de crecimiento anuales son anchos.
     En la fase de madurez termina el crecimiento de la yema apical, se produce el desarrollo de las guías laterales hasta alcanzar su máxima expresión y concluye con la pérdida de dominancia de las ramas laterales. En este momento la copa tiene su máxima proyección. Es una etapa prolongada en la que la estructura se mantiene estable. La producción neta, que se mantiene en equilibrio, va disminuyendo debido a que la masa de materia de soporte viva se incrementa mucho más deprisa (el volumen crece según un exponente cúbico) que la masa foliar (la superficie crece según un exponente cuadrado). Para compensar se produce la transformación de la albura en duramen (madera no funcional), el cual inicia su descomposición a cargo de los hongos y otros organismos saproxílicos pudiendo formarse un hueco en el tronco.
     En la fase de senescencia o vejez: se inicia el atrincheramiento que es un proceso en el que el árbol reorganiza la disposición de su follaje llevándolo hacia posiciones más bajas y abandonando las zonas terminales de las ramas y de las raíces al ser ya incapaz de mantenerlas. Se produce una pérdida de estructuras que se inicia con la pérdida de las ramas apicales, continúa con el descenso de la copa a la parte intermedia del ramaje y concluye con la presencia de las últimas partes verdes en la zona del tronco próxima al suelo. En paralelo, progresa extensamente la podredumbre del duramen (madera muerta y más oscura de la parte interna del tronco) y las dimensiones del hueco por la actividad de los organismos descomponedores.
Etapas de la vida de un árbol (según Helen Read,). Las etapas A-B-C corresponden a la formación, las C-D a la completa y tardía madurez y las D-E-F-G a la vejez. El término senescencia se reserva para las fases F-G.
     
     Los árboles trasmochos, como los chopos cabeceros, siguen un ciclo definido por la retirada periódica de la totalidad de sus ramas mediante el desmochado o escamonda y por el mantenimiento de esta práctica en el tiempo.
     Un árbol trasmocho, al formarse, pierde la yema apical en sus primeros años produciéndose un conjunto de brotes nuevos a partir de yemas que originan un conjunto de ramillas dotadas de una elevada capacidad para colonizar el espacio.
     Entre estas ramillas no existe ninguna relación de dominancia funcionando cada una de ellas, a los efectos, como un joven árbol. La copa de un trasmocho es, realmente, un bosque de árboles. Entre las ramas se establece una competencia intensa por la luz y por los recursos que se absorben desde el suelo.
 

















      La proximidad de las ramas impide la suficiente insolación de las hojas situadas en la parte inferior del árbol lo que reduce los ingresos energéticos. Conforme las ramas alcanzan su longitud máxima se incrementa la desproporción entre la masa fotosintetizadora y la masa de materia viva  no productiva.
     Tras la fase juvenil no comienza una fase de madurez sino que directamente cada gran rama entra en la fase de senescencia ya que la mayor parte de las ramillas laterales no dispone de espacio para su crecimiento. En paralelo, los recursos energéticos que llegan a las raíces se aminoran produciéndose tanto una reducción en la capacidad de crecer y de ocupar nuevos espacios bajo tierra como una pérdida de las estructuras vivas existentes, especialmente de raíces exploradoras y absorbentes.
      Este es el momento en el que tradicionalmente se realizaba el siguiente desmoche que reiniciara el ciclo. Si esto llega a ocurrir se crea un nuevo espacio susceptible de ser ocupado, lo que devuelve al árbol a su fase juvenil y a una situación con producciones netas elevadas. 

     Además, el desmochado periódico permite al árbol compartimentar mejor las heridas, reducir la pérdida de albura y minimizar la afección radicular.
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miércoles, 6 de junio de 2018

CÉSAR-JAVIER PALACIOS (Valladolid, 1964)
Pinos del Pirineo esconden información sobre los volcanes de Lanzarote

Volcanes del Parque Nacional de Timanfaya, en Lanzarote.
     En septiembre de 1730 se inició una larga erupción en el volcán canario de Timanfaya que modificó completamente la morfología de la isla de Lanzarote. Cientos de toneladas de cenizas fueron lanzadas a la atmósfera y empujadas por los vientos a lugares remotos. Lo mismo ocurrió en 1815 con el Tambora, en Indonesia, que oscureció Europa y eliminó ese año el verano.
      Los cambios atmosféricos que provocaron hace siglos estas espectaculares erupciones volcánicas también dejaron huella en los bosques centenarios de la alta montaña de la Península Ibérica. Así lo constata un artículo publicado en la revista Science of the Total Environment en el que participa la profesora Emilia Gutiérrez, de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona.
     El rastro químico de los gases que liberaron a la atmósfera estas erupciones volcánicas se puede identificar hoy en día en los bosques más antiguos de coníferas de los Pirineos, explica la Universidad de Barcelona a través de una nota de prensa.
     En concreto, erupciones como las del volcán Timanfaya, en Lanzarote -una de las más poderosas en todo el país por haber durado seis años ininterrumpidos y por el volumen de materiales expulsados-, y el Tambora -uno de los episodios volcánicos más gigantescos de los que hay registros-, desprendieron cantidades enormes de hierro que modificaron la composición química de los anillos anuales de crecimiento de los árboles pirenaicos.
     Según este artículo, el estudio del registro de los anillos de crecimiento de los árboles (dendrocronología) podría ayudar a conocer la frecuencia y la intensidad de los fenómenos volcánicos en la era moderna.

Investigación dendrocronológica en un pino centenario del Pirineo.
La respuesta está en los anillos de los árboles
     El nuevo estudio, dirigido por la experta Andrea Hevia, investigadora del Centro Tecnológico Forestal y de la Madera (CETEMAS), en Asturias, ha analizado los cambios temporales de la composición química en los anillos anuales de crecimiento de los árboles centenarios de los Pirineos, en especial los de los bosques subalpinos de pino negro (Pinus uncinata) de los parques nacionales de Ordesa y Monte Perdido, y de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. En la investigación también participan Julio Camarero (Instituto Pirenaico de Ecología, IPE-CSIC, Zaragoza), Raúl Sánchez Salguero (Universidad Pablo de Olavide, Sevilla) y Allan Buras (Universidad Técnica de Munich, Alemania), entre otros expertos.
     Por primera vez, esta investigación ha permitido analizar los efectos del cambio climático sobre los ciclos de nutrientes en los bosques, y ha confirmado que los bosques pirenaicos pueden registrar la huella química de episodios a escala global (por ejemplo, las erupciones volcánicas en lugares remotos) y los efectos de las emisiones de gases a la atmósfera desde la Revolución Industrial.
     Tal como explica la profesora Emilia Gutiérrez, del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la UB, “la información registrada por estos árboles que crecen a altitudes superiores a los 2.000 metros es representativa de los cambios globales, ya que su crecimiento no está influenciado por los efectos de las actividades humanas locales (talas, industria)”.
    Los expertos han aplicado una nueva metodología no destructiva que analiza los cambios atmosféricos en los últimos setecientos años -con resolución anual e incluso estacional- a partir del análisis de los anillos de crecimiento de los árboles. Entre otros resultados, el estudio revela un incremento del contenido en elementos como el fósforo, el azufre y el cloro a partir del 1850, cuando se inicia la Revolución Industrial en Europa. También se han analizado datos de elementos químicos esenciales en el desarrollo de la madera, como el calcio. “La fijación de estos elementos en los anillos de crecimiento de la madera se ha visto además favorecida por el aumento de las temperaturas a escala global”, remarca la investigadora Andrea Hevia.

La erupción del Tambora desprendió enormes cantidades de hierro que modificaron la composición química de los anillos de crecimiento de los árboles pirenaicos.
Los árboles, centinelas del cambio global en el planeta
     Según el citado estudio, los árboles que crecen en lugares con suelos más alcalinos (por ejemplo, gran parte del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido) podrían tener una mayor capacidad de amortiguar los fenómenos de acidificación global, al contrario de lo que se ha observado en lugares con suelos más ácidos (por ejemplo, el Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici).
“El aumento de las emisiones de sulfatos y nitratos en la atmósfera puede limitar la fijación en el suelo y la absorción por parte del árbol de elementos esenciales como el calcio, el magnesio o el manganeso, entre otros, todos ellos esenciales para el crecimiento y desarrollo de los bosques”, detalla Emilia Gutiérrez.
     El estudio de los efectos del cambio climático en esta región y de la variación histórica de elementos químicos en los árboles puede contribuir significativamente a conocer los efectos potenciales que podrían soportar muchos de los bosques de coníferas en el siglo XXI, apuntan los autores.

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     Referencia bibliográfica: Andrea Hevia, Raúl Sánchez-Salguero, +4 authors, Emilia Gutiérrez (2018). Towards a better understanding of longterm woodchemistry variations in oldgrowth forests: A case study on ancient Pinus uncinata trees from the Pyrenees. Science of The Total Environment 625:220-232. June 2018. DOI: 10.1016/j.scitotenv.2017.12.229.
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