LOS ÁRBOLES DE BUENOS AIRES
La ciudad tiene la cantidad mínima de árboles sugerida por persona, de parabuenosaires.com
“El árbol es el elemento que, sumado uno a uno, conforma el bosque urbano, con capacidad de mitigar muchos de los efectos adversos que genera el crecimiento de las ciudades por falta de planificación y conocimiento”, explicó Carlos Anaya, ingeniero agrónomo y arborista certificado por la International Society of Arboriculture.
El experto agrega además algo que, muchas veces, se desconoce: “El árbol urbano no sólo es el plantado en las veredas, espacios públicos y semipúblicos, sino también los ejemplares ubicados en sitios privados. Todos ellos conforman el bosque urbano que aporta su beneficio a la ciudad”.
Según el censo de arbolado urbano, realizado hace tres años, en las veredas porteñas hay 372.625 ejemplares, que se suman a unos 53.000 plantados en espacios verdes. En tanto, el 5% del total corresponde a los plantados por los vecinos.
“En la ciudad estamos bien, pero hay que seguir mejorando. Prevemos aumentar en 70.000 la cantidad de árboles durante los próximos cinco años. Debemos diseñar y establecer dónde estará cada plantera y, además, acordar con las comunas en qué lugares”, indicó María Inés López Lo Celso, directora general de Espacios Verdes porteña.
Según el censo, el ficus es el preferido de los vecinos. El censo indicó que hay 23.707 plantados por los residentes, aproximadamente el 5% de la población total. Lo siguen el pindó, el palo borracho, el palto y el níspero.
Ana Guarnaschelli, profesora adjunta de dasonomía de la Facultad de Agronomía de la UBA, indicó: “El árbol cumple una función ambiental muy importante. Está capturando gases que no son saludables para la vida humana, filtrando partículas en suspensión, atenuando ruidos; representa barreras de protección. Los espacios verdes los mejora, incluso desde el punto de vista psicológico tiene un efecto favorable, genera ámbitos más agradables, y también contribuye a la valoración de las propiedades”.
Según la experta, “Buenos Aires tiene una particular problemática que data de muchos años atrás: se han plantado árboles muy grandes en muchas veredas para los espacios de crecimiento que ellas ofrecen. Por ejemplo, plátanos en calles muy angostas. El ejemplar no tiene capacidad para desplegar todo su potencial. Los árboles grandes se deforman e interfieren en las edificaciones, y para conducirlos han sido sometidos a podas muy drásticas (a menudo, realizadas en las épocas del año incorrectas); por eso, muchos árboles quedan mal conformados y presentan podredumbres”.
Respecto de la cantidad de árboles la ciudad, “está en niveles intermedios. Creo que debería haber más. Pero hay que elaborar un plan de forestación”, sostuvo Guarnaschelli.
Para Anaya, es fundamental tener en cuenta las características propias de cada urbe. “Hay un viejo dicho que afirma que el mejor momento para plantar un árbol es 20 años atrás y el segundo mejor momento, ahora. Es muy importante estudiar y planificar el nuevo arbolado como consecuencia del cambio climático global. Cuáles son las especies adecuadas para cada sitio en función de, por ejemplo, la problemática de cada barrio: contaminación por ser una zona de alto tránsito vehicular, zona fabril, cuenca de un río ligada al riesgo por inundaciones”.
El censo de 2012 determinó que la Capital cuenta con 420.000 espacios para plantar árboles, lo que significa que hay lugar para 47.300 ejemplares para oxigenar a la metrópolis. Los casi 25.000 extras que planea plantar el gobierno deberán encontrar un lugar.
La ciudad tiene la cantidad mínima de árboles sugerida por persona, de parabuenosaires.com
El árbol es el amparo
para compartir un mate o leer un libro, refugio del sol y del
calor o escondite de ese canto del pájaro que anuncia el amanecer. Estas
y más funciones son las que tiene el árbol urbano, ese que a veces no
se observa ni se valora, pero que nos aporta el oxígeno necesario para
vivir. Las ciudades, con todo su cemento y desarrollo tecnológico,
también dependen de ellos. En Buenos Aires, por caso, hay unos 372.000
ejemplares en las calles, casi uno cada ocho habitantes.
Esa relación es la mínima recomendada por la
Organización Mundial de la Salud (OMS) para los ambientes urbanos, pero
resulta mejor que las registradas en Bogotá, Nueva York o Barcelona.“El árbol es el elemento que, sumado uno a uno, conforma el bosque urbano, con capacidad de mitigar muchos de los efectos adversos que genera el crecimiento de las ciudades por falta de planificación y conocimiento”, explicó Carlos Anaya, ingeniero agrónomo y arborista certificado por la International Society of Arboriculture.
El experto agrega además algo que, muchas veces, se desconoce: “El árbol urbano no sólo es el plantado en las veredas, espacios públicos y semipúblicos, sino también los ejemplares ubicados en sitios privados. Todos ellos conforman el bosque urbano que aporta su beneficio a la ciudad”.
Según el censo de arbolado urbano, realizado hace tres años, en las veredas porteñas hay 372.625 ejemplares, que se suman a unos 53.000 plantados en espacios verdes. En tanto, el 5% del total corresponde a los plantados por los vecinos.
“En la ciudad estamos bien, pero hay que seguir mejorando. Prevemos aumentar en 70.000 la cantidad de árboles durante los próximos cinco años. Debemos diseñar y establecer dónde estará cada plantera y, además, acordar con las comunas en qué lugares”, indicó María Inés López Lo Celso, directora general de Espacios Verdes porteña.
Según el censo, el ficus es el preferido de los vecinos. El censo indicó que hay 23.707 plantados por los residentes, aproximadamente el 5% de la población total. Lo siguen el pindó, el palo borracho, el palto y el níspero.
Cuidado
“Hay que tener mucho cuidado con los ficus porque siempre buscan la humedad. Hay casos en que las raíces llegan hasta las cañerías. Es un buen árbol para estar en el centro de un jardín amplio”, indicó la funcionaria.Ana Guarnaschelli, profesora adjunta de dasonomía de la Facultad de Agronomía de la UBA, indicó: “El árbol cumple una función ambiental muy importante. Está capturando gases que no son saludables para la vida humana, filtrando partículas en suspensión, atenuando ruidos; representa barreras de protección. Los espacios verdes los mejora, incluso desde el punto de vista psicológico tiene un efecto favorable, genera ámbitos más agradables, y también contribuye a la valoración de las propiedades”.
Según la experta, “Buenos Aires tiene una particular problemática que data de muchos años atrás: se han plantado árboles muy grandes en muchas veredas para los espacios de crecimiento que ellas ofrecen. Por ejemplo, plátanos en calles muy angostas. El ejemplar no tiene capacidad para desplegar todo su potencial. Los árboles grandes se deforman e interfieren en las edificaciones, y para conducirlos han sido sometidos a podas muy drásticas (a menudo, realizadas en las épocas del año incorrectas); por eso, muchos árboles quedan mal conformados y presentan podredumbres”.
Respecto de la cantidad de árboles la ciudad, “está en niveles intermedios. Creo que debería haber más. Pero hay que elaborar un plan de forestación”, sostuvo Guarnaschelli.
Para Anaya, es fundamental tener en cuenta las características propias de cada urbe. “Hay un viejo dicho que afirma que el mejor momento para plantar un árbol es 20 años atrás y el segundo mejor momento, ahora. Es muy importante estudiar y planificar el nuevo arbolado como consecuencia del cambio climático global. Cuáles son las especies adecuadas para cada sitio en función de, por ejemplo, la problemática de cada barrio: contaminación por ser una zona de alto tránsito vehicular, zona fabril, cuenca de un río ligada al riesgo por inundaciones”.
El censo de 2012 determinó que la Capital cuenta con 420.000 espacios para plantar árboles, lo que significa que hay lugar para 47.300 ejemplares para oxigenar a la metrópolis. Los casi 25.000 extras que planea plantar el gobierno deberán encontrar un lugar.
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