SABINO DE XOCHIMILCO
Plazuela de San Juan Bautista, Ciudad de México
Ciudad de México está asentada en lo que fue una zona lacustre. Cuatro pontones daban acceso a la capital del imperio azteca. En este ambiente húmedo prosperaron bien los ahuehuetes, "señores del agua". Hoy día aún podemos visitar algunos de estos árboles ilustres. En la Plazuela de San Juan Bautista de Xochimilco, visitamos al gran sabino que tiene tres pies.
Según me contaron, hasta no hace mucho tiempo eran los propios vecinos los que se encargaban de cuidar el recinto del árbol. Allí tenían sus tertulias y allí exponían los trabajos los artesanos del papel maché. Después llegaron los organismos públicos -Universidad de Antropología de Chapingo- que se otorgaron dicha responsabilidad, -"Salid de este espacio, nosotros nos hacemos cargo". -¿Por qué, si este es un espacio del pueblo?. A partir de ese momento nadie más se ocupó de árbol, sólo le quitaron las ramas muertas y le liberaron de los anillos de hierro que le habían colocado en los años 60 pensando que podría abrirse y colapsar, y nada más. Ahora nadie se ocupa del Sabino. Este recinto está abandonado -basura, perros bravos- la plazuela debería estar limpia y libre de coches para uso de los vecinos. El ahuehuete requiere espacio, es un árbol de gran embergadura y su tamaño, si le dejan, puede llegar a ser descomunal.
Artesanos como Lorenzo Mendoza y demás gentes deben emprender una campaña para recuperar dicho espacio. Si antes era suyo y lo cuidaban ahora deben recuperarlo.
Según relató Rodolfo Cordero López, cronista de Xochimilco, este árbol fue plantado en 1521 por el tlatoani Cuauhtémoc en agradecimiento a los xochimilcas por haber defendido Tenochtitlán junto con los tlateloalcas, y establecer una alianza permanente contra los conquistadores.
Una de las leyendas cuenta que en un templo del Barrio de la Santísima, a finales del siglo XIX, se cayó la imagen de Dios Padre y no se pudo recomponer. Para reponer esa imagen los vecinos pidieron a los viejos de San Juan que les aportaran un pedazo del ahuehuete que tenía tres pies, uno de ellos seco. Cortaron el seco y con él labraron una imagen. Con el tiempo un tercer pie se formó en la base del árbol. Los viejos xochimilcas dijeron al haber tallado la imagen de Dios Padre con el tronco del sabino, en éste reprodujo la divina trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Este árbol ha visto, con el paso de las generaciones, el paso del México
postcolonial a la ciudad moderna, cómo se secaban los canales y se urbanizaba el espacio. De entre las raíces del árbol brotaba un manantial que
vertía las aguas a los canales de la zona. Ahora ya no hay manantial
pero me aseguran que al árbol se le riega.
Ubicación: Calle Sabino, plaza de San Juan Bautista, Xochimilco, Ciudad de México
Plazuela de San Juan Bautista, Ciudad de México
Ciudad de México está asentada en lo que fue una zona lacustre. Cuatro pontones daban acceso a la capital del imperio azteca. En este ambiente húmedo prosperaron bien los ahuehuetes, "señores del agua". Hoy día aún podemos visitar algunos de estos árboles ilustres. En la Plazuela de San Juan Bautista de Xochimilco, visitamos al gran sabino que tiene tres pies.
Según me contaron, hasta no hace mucho tiempo eran los propios vecinos los que se encargaban de cuidar el recinto del árbol. Allí tenían sus tertulias y allí exponían los trabajos los artesanos del papel maché. Después llegaron los organismos públicos -Universidad de Antropología de Chapingo- que se otorgaron dicha responsabilidad, -"Salid de este espacio, nosotros nos hacemos cargo". -¿Por qué, si este es un espacio del pueblo?. A partir de ese momento nadie más se ocupó de árbol, sólo le quitaron las ramas muertas y le liberaron de los anillos de hierro que le habían colocado en los años 60 pensando que podría abrirse y colapsar, y nada más. Ahora nadie se ocupa del Sabino. Este recinto está abandonado -basura, perros bravos- la plazuela debería estar limpia y libre de coches para uso de los vecinos. El ahuehuete requiere espacio, es un árbol de gran embergadura y su tamaño, si le dejan, puede llegar a ser descomunal.
Artesanos como Lorenzo Mendoza y demás gentes deben emprender una campaña para recuperar dicho espacio. Si antes era suyo y lo cuidaban ahora deben recuperarlo.
Según relató Rodolfo Cordero López, cronista de Xochimilco, este árbol fue plantado en 1521 por el tlatoani Cuauhtémoc en agradecimiento a los xochimilcas por haber defendido Tenochtitlán junto con los tlateloalcas, y establecer una alianza permanente contra los conquistadores.
Una de las leyendas cuenta que en un templo del Barrio de la Santísima, a finales del siglo XIX, se cayó la imagen de Dios Padre y no se pudo recomponer. Para reponer esa imagen los vecinos pidieron a los viejos de San Juan que les aportaran un pedazo del ahuehuete que tenía tres pies, uno de ellos seco. Cortaron el seco y con él labraron una imagen. Con el tiempo un tercer pie se formó en la base del árbol. Los viejos xochimilcas dijeron al haber tallado la imagen de Dios Padre con el tronco del sabino, en éste reprodujo la divina trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Se aprecia la huella que dejaron por los anillos de hierro |
Ubicación: Calle Sabino, plaza de San Juan Bautista, Xochimilco, Ciudad de México
Patrimonio Histórico por el Instituto Nacional de Arqueología e Historia (INAH) en 1987
Edad: +/- 500 años
Altura: 19 m
Circunferencia a 1,30m.: unos 14m (se ramifica a poca altura)
Edad: +/- 500 años
Altura: 19 m
Circunferencia a 1,30m.: unos 14m (se ramifica a poca altura)
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Una ciudad en el lago
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