sábado, 18 de noviembre de 2017

FRANCIS HALLÉ, (Francia, 1938)
Un árbol con cuatro sistemas de raíces

     Las opiniones de los forestales, de los arboricultores y del público en general convergen en un punto: los árboles, están bien, pero crecen muy lentamente. La agronomía clásica es capaz de paliar algo este "defecto" asegurando a los jóvenes árboles un ambiente favorable, agua, luz, un suelo adecuado, defensa contra los competidores y depredadores; la genética puede suministrar variedades de crecimento "rápido" pero a pesar de todo, los árboles persisten en un crecimiento exageradamente lento. ¿Una agronomía no clásica será capaz de acelerar verdaderamente este crecimiento?
     En diversos países de Asia, como Indonesia o Tailandia, una práctica de extraordinaria originalidad permite a los agricultores acelerar el crecimiento de sus árboles y obtener así una cosecha temprana, ya sea de madera, de látex, de forraje o de fruta. Me pareció mucho más útil llevar esta práctica al conocimiento de los lectores, que debe poder aplicarse a nuestros árboles de Europa.
      En lugar de sembrar una semilla para conseguir un árbol, estos arboricultores asiáticos siembran cuatro, formando entre ellas un cuadrado de unos 30 cm de lado (a veces siembran tres o cinco, pero la idea sigue siendo la misma).
      Estas semillas germinan simultáneamente y, cuando las plantas jóvenes tienen una altura aproximadamente de un metro, se les ata sólidamente con rafia. Bajo el efecto de la presión, los jóvenes tallos se sueldan y, después de unas semanas, se puede retirar el vínculo, manteniéndose las plantas unidas.
     Entonces, conservando el vástago más vigoroso, se cortan el resto justo por encima de la unión, creando un elemento biológico fuera de los normal: un árbol con cuatro sistemas de raíces.

    
      Esto asegura al árbol cuatro veces más de agua y minerales, lo que le confiere un crecimiento extraordinariamente rápido; por otra parte es muy vigoroso, más fuerte contra parásitos y patógenos, que como se sabe atacan a los ejemplares más débiles. En Asia estos "árboles unidos" son frecuentes; se les puede ver en los mercados de Bangkog y el los pueblos del sur de Thailandia. En Indonesia se les puede comptemplar en las explotaciones agropecuarias y hasta en los bordes de las carreteras como árboles de sombra. Los "árboles unidos" son fácilmente reconocibles por la forma de su base pues guardan toda su vida el sello de su origen.

     Esta práctica merece ser estudiada; convendría medir la aceleración de su crecimiento y completar una lista de especies a las que se les puede aplicar. 
    Por el momento nos preocupan ciertos árboles frutales y maderables, como el durian y el tamarindo, pero ¿porqué no aplicarlo a no importa qué árbol capaz de ser aprovechable por el grosor de su tronco? Si probáis esta experiencia con nogales, cerezos o albaricoques, os agredecería tenerme al tanto del resultado. 

Traducción de Andrés Kioko
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