sábado, 25 de febrero de 2017

LAURA BETANCUR ALARCÓN
Árboles para enfriar los hornos urbanos
en el periódico "El Tiempo", Colombia

 (...) Ante la crisis urbana y las temperaturas que no paran de aumentar con el cambio climático, esta semana, el Centro para la Investigación Forestal Internacional (Cifor, por sus siglas en inglés) publicó una investigación en la revista Global Environmental Change sobre el importante rol que tienen los árboles en la regulación de la temperatura del planeta y las corrientes de agua dulce. El metaanálisis de más de 25 investigadores aboga por una nueva mirada sobre los árboles. Sus bondades a través de la evapotranspiración, que es el fenómeno por el cual el agua se devuelve de la superficie de la Tierra a la atmósfera, ya sea por la evaporación del agua o por la transpiración de la vegetación, los árboles recargan de humedad a la atmósfera, contribuyendo así a que surja la lluvia tanto en la escala local como en regiones distantes.     
     Por ejemplo, en observaciones satelitales se ha encontrado que en los trópicos, el aire que pasa a través de los bosques, por cerca de 10 días, produce al menos el doble de lluvia que si ese aire se posara sobre hectáreas de solo pasto. Los árboles con sus ramas y follaje funcionan a modo de esponjas que expanden la humedad.
     El artículo científico destaca que un árbol, usando la energía del sol, podría transpirar cientos de litros de agua por día. Esto representa un poder de enfriamiento equivalente a 70 kilovatios por hora por cada 100 litros de agua transpirada, lo cual sería suficiente para aportarle electricidad al sistema de aire acondicionado de dos casas. “Con raíces más profundas, los árboles pueden mantener su capacidad de enfriar incluso durante largas temporadas de olas de calor”, apuntan los investigadores.
     Para Carlos Devia, investigador de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales de la Pontificia Universidad Javeriana, en el caso de Bogotá, “si hubiera una cobertura mucho mayor se generaría una disminución de 4 grados en la temperatura, que contribuirían a mitigar la isla de calor”. Devia, quien desarrolla su tesis doctoral sobre la valoración de los servicios ambientales de la sombra de los árboles, asegura que otro de sus grandes beneficios es el aporte que da la vegetación para reducir el impacto de los rayos UV. Ante las altas temperaturas y la radación UV en las ciudades, los árboles se convierten en el primer aliado de los ciudadanos para enfriar el ambiente urbano. 
    (...) Un ejemplo, la sombra aumenta la vida útil de materiales como pinturas, asfalto y cemento en un 25%, y en términos energéticos, los árboles pueden disminuir el gasto en gasolina o energía por su capacidad de enfriar o calentar espacios como apartamentos y carros. “Si la carrera 7.ª tuviera un arbolado con sombra suficiente, en momentos de máximo calor como al mediodía, dentro de los vehículos no sería necesario utilizar aire acondicionado y eso disminuiría el gasto de combustible”.     
     Una buena gestión del arbolado urbano le podría generar a la ciudad relaciones de beneficio-costo mayores a tres, es decir que por cada peso que invierta la ciudad en los árboles se ganarían tres como mínimo, y solo considerando los beneficios de la sombra. El impacto de contar con espacios verdes se cuantifica cada vez más en la salud física y mental. En el 2016, el grupo de investigación en sostenibilidad, infraestructura y territorio (Site) de la Escuela de Ingeniería de Antioquia calculó qué cantidad de contaminantes (material particulado, monóxido de carbono, ozono y dióxido de nitrógeno) podrían absorver 129 árboles de tres parques urbanos en Bello, Medellín e Itagüí. Los resultados arrojaron que se quitaron 9,2 gramos de estos contaminantes, ayudando a evitar enfermedades respiratorias y cardiacas en los ciudadanos. Incluso, estudios internacionales han establecido, por ejemplo, que la vegetación presente de un área de 10 x 10 kilómetros evita la muerte y la admisión a hospitales de al menos dos personas al año.
    Otro estudio, liderado por investigadores que formaban parte del Jardín Botánico de Medellín y el cual fue publicado en el libro Naturaleza urbana del Instituto Humboldt, detalló cómo los árboles grandes y antiguos que tienen más de 60 centímetros de diámetro a la altura del pecho son los responsables del 25 por ciento de las capturas de dióxido de carbono, uno de los principales gases efecto invernadero y responsable del calentamiento global. Si, por ejemplo, la capital antioqueña tuviera una buena cantidad de este tipo de árboles, su balance de carbono podría llegar a cero. Ahora, lejos de los datos de cuánta agua, aire o sombra aportan estas especies, lo cierto es que su presencia en la ciudad es también la posibilidad del aumento de la biodiversidad en fauna, lo cual propicia que cientos de aves e insectos, entre los diversos tipos de fauna, habiten el espacio urbano, y de manera similar a como sucede con la sombra, también hay algunas especies de árboles mejores que otras para aumentar la biodiversidad. Juliana Montoya, investigadora del Instituto Humboldt en temas de biodiversidad urbana, explica que los árboles son refugios para la fauna y que al contar con ellos en el espacio público aumenta el sentido de pertenencia que se tiene de la ciudad. “En las próximas décadas, contar con espacios arbolados garantizará que la ciudad sea habitable, porque la biodiversidad es el vínculo directo con el bienestar”, apunta.
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