sábado, 7 de enero de 2017

DEAD VLEI - Namibia
Cementerio de un bosque

El desierto del Namib (en lengua nama se traduce como vasto o enorme) ocupa una franja cercana a los dos mil kilómetros de ancho. Se considera el más viejo del mundo. Su interior contiene joyas tan indescriptibles como
el Parque Namib-Nuakfluft.
      Dentro de este parque se halla Dead Vlei -pantano muerto- al lado de la famosa duna de Sossusvlei. Aunque son solamente troncos de acacia calcinados por el sol tienen un gran atractivo. Es una pequeña depresión rodeada de altas dunas, algunas de más de 300m. En algunas épocas -raras- el río Tsauchab se desborda y anega una amplia zona obstaculizado por el mar de dunas que le impiden llegar al mar. La depresión de Dead Vlei también se anegaba pero el vaivén de las arenas del desierto crearon una barrera que impidió la entrada de humedad y los árboles fueron muriendo. Hay quien apunta que la salinidad del terreno también se ha ido incrementando a lo largo de los siglos, contribuyendo a la muerte de los árboles. Hoy no quedan más que esos inquitantes esqueletos que atraen a los fotógrafos y turistas. Se dice que llevan muertos muchos siglos, ¡quién sabe cuántos!.
      Cuatro son los colores que dominan este espacio, con todos los matices que la luz del sol les va confiriendo, el azul del cielo, el siena asalmonado de las dunas, el ocre amarillento con mucho blanco del suelo y el negro de los troncos.
      Los turistas nos sentimos atraídos por la propaganda de sus magníficas salidas del sol y para verlas hay que encaramarse a esas altas dunas, como las Big Daddy o Duna 45. Pero para mí lo interesante venía después de la salida del sol, el magnífico el espectáculo de la entrada del sol en esta depresión. En este atractivo cementerio sólo estorbamos los turistas.
      En 1850, el explorador sueco Charles Andersson exclamó ante la desolación del desierto del Namib: “Difícilmente otro lugar del mundo simbolizaría mejor el infierno. Preferiría la muerte a ser deportado a este sitio”. Sin embargo, en esta región de las llanuras de Ganab, que a nosotros nos puede parecer inhóspita, la vida se abre camino, otras acacias de espléndidos diseños perviven dando refugio y comida a infinidad de criaturas.






      Esta acacia es la Vachellia erioloba o Acacia erioloba, comúnmente conocida como espina de camello. La madera es roja parda muy oscura y extremadamente densa y fuerte, de buena combustión y de muy lento crecimiento. Resiste la sequía pero no resiste las heladas prolongadas.
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