BERNABÉ MOYA
Traición a los árboles monumentales
Árboles majestuosos, marco incomparable y. desfachatez. Es lo que debieron sentir los árboles monumentales del Jardín Botánico al ver pasear bajo sus frondas hace unos días a los firmantes del renovado Pacte del Botànic. Mientras los árboles históricos servían de marco a la representación política, el Secretario Autonómico de Medio Ambiente, Julià Álvaro, y el Director General del Medio Natural, Antoni Marzo, urdían una masacre. Entre las futuras víctimas, los majestuosos árboles y palmeras bajo los que paseaban nuestros próceres, ya que, de salir adelante lo urdido, la mayoría de ellos quedarían fuera del amparo de la Ley, ni siquiera el Jardín Botánico en su conjunto está declarado Arboleda Monumental.
La inminente reforma de la Ley de Patrimonio Arbóreo Monumental de la CV parece ser la 'solución' elegida para que no resulte tan escandaloso el abandono -ilegal, podríamos decir, ya que incumple la Ley- de nuestros árboles singulares. Hablando solo del norte de Castellón, hay más de 4.000 olivos que no forman parte del Catálogo de Árboles Monumentales a pesar de cumplir los requisitos. Y eso que han pasado diez años desde la aprobación de la Ley por unanimidad en Les Corts. Parecía que podíamos contemplar con tranquilidad la película 'El Olivo', de Icíar Bollaín con guión de Paul Laverty, porque situaciones como la que cuenta ya no podrían darse en tierras valencianas. Pero no. A rebufo de los Goya, lo único que han hecho los máximos representantes políticos ha sido hacerse la foto con los olivos milenarios. Una pose.
El preceptivo Catálogo de Árboles Monumentales y Singulares
que establece la Ley está plagado de retrasos, ausencias, equívocos,
desapariciones y olvidos. Pero sobre todo de falta de información y
trasparencia. No es de extrañar: desde su aprobación por unanimidad en
2006, la Ley ha sido 'la cenicienta' para los responsables
medioambientales; por si faltaba alguna prueba, la Diputación de Valencia,
a través del diputado Josep Bort, acaba de clausurar unilateralmente su
Departamento de Árboles Monumentales, pionero en España. Tuvieron que
trascurrir ocho años desde la aprobación de la Ley para que se
constituyera el órgano de control, la Comisión Consultiva de Evaluación y
Seguimiento de la protección y conservación del patrimonio arbóreo. Un
órgano de supervisión que según la Ley tenía la obligación de haberse
reunido al menos una vez al año desde su entrada en vigor en 2006.
¿Cuál es el resultado de años de silencio, ocultación y
falta de control? El informe de gestión que presentó en abril en 2014,
en la bien tardía constitución de la Comisión, el entonces Jefe de la
Sección de Conservación de Recursos Genéticos Forestales del CIEF,
Antoni Marzo, no dejaba lugar a dudas. Se habían centrado en generar una
base de datos, por lo que hasta noviembre de 2012 no vio la luz la
primera versión del Catálogo de árboles monumentales. Le seguiría una
actualización en 2013 para incorporar altas y bajas. En esas fechas aún
no se había constituido la Comisión de Evaluación y Seguimiento, que aún
tendría que esperar un año más. El pasado mes de octubre se volvió a
abrir el Catálogo para incorporar nuevos ejemplares. Tras tanto abrir y
cerrar a capricho, en la actualidad hay catalogados 1.503 árboles de
toda la Comunitat.
Pueden parecer muchos, pero ya hemos visto la cifra de olivos, sólo de
olivos y sólo del norte de Castellón, que faltan según las cifras de las
organizaciones agrarias.
Esta misma semana se ha convocado una nueva reunión de la Comisión, en la que el asunto principal a tratar es la modificación de la Ley y su desarrollo reglamentario, tras haber intentado colarla, sin éxito, en la Ley de Acompañamiento de presupuestos, que permite fabricar, y 'traicionar', una Ley a placer saltándose la participación. Entre sus objetivos, como hemos adelantado, reducir drásticamente el número de ejemplares protegidos, modificar el procedimiento de declaración para eliminar la participación del Consell, introducir un factor 'objetivo' de Monumentalidad de manera que los valores históricos, culturales, sociales y científicos de los árboles pasan a considerarse meramente secundarios. En definitiva, una traición 'ecológica' y social al espíritu y letra de una Ley de consenso, aprobada por unanimidad. Una traición en la que tanto la sociedad civil como el Consell Valencià de Cultura, que denunció en su día el expolio de los olivos y ayudó al advenimiento de la ley que los protege, algo tendrán que decir.
Ante estos desaguisados, consumados o en vía de consumación, se me plantean varias cuestiones. La primera, como he dicho, que el número total de árboles incluidos en el Catálogo es más que reducido, además de variopinto. La segunda, que a día de hoy seguimos sin saber exactamente cuántos árboles han ido desapareciendo del Catálogo, ni las causas. La tercera cuestión: ¿puede el Centro para la Investigación y Experimentación Forestal (CIEF), dependiente de la Consellería de Medio Ambiente, hacerse cargo de la conservación y gestión de este Patrimonio Natural y Cultural vivo con un equipo formado por un técnico coordinador, un capataz y un peón?
Ante la ausencia manifiesta de asignación de recursos específicos y suficientes para gestionar adecuadamente los árboles monumentales y la poco trasparente gestión del Patrimonio Arbóreo, alguna responsabilidad tendrán todos aquellos que durante más de una década han ocupado los sillones de la Consellería, la Secretaría autonómica, la Dirección del Medio Natural y el CIEF.
Traición a los árboles monumentales
Árboles majestuosos, marco incomparable y. desfachatez. Es lo que debieron sentir los árboles monumentales del Jardín Botánico al ver pasear bajo sus frondas hace unos días a los firmantes del renovado Pacte del Botànic. Mientras los árboles históricos servían de marco a la representación política, el Secretario Autonómico de Medio Ambiente, Julià Álvaro, y el Director General del Medio Natural, Antoni Marzo, urdían una masacre. Entre las futuras víctimas, los majestuosos árboles y palmeras bajo los que paseaban nuestros próceres, ya que, de salir adelante lo urdido, la mayoría de ellos quedarían fuera del amparo de la Ley, ni siquiera el Jardín Botánico en su conjunto está declarado Arboleda Monumental.
La inminente reforma de la Ley de Patrimonio Arbóreo Monumental de la CV parece ser la 'solución' elegida para que no resulte tan escandaloso el abandono -ilegal, podríamos decir, ya que incumple la Ley- de nuestros árboles singulares. Hablando solo del norte de Castellón, hay más de 4.000 olivos que no forman parte del Catálogo de Árboles Monumentales a pesar de cumplir los requisitos. Y eso que han pasado diez años desde la aprobación de la Ley por unanimidad en Les Corts. Parecía que podíamos contemplar con tranquilidad la película 'El Olivo', de Icíar Bollaín con guión de Paul Laverty, porque situaciones como la que cuenta ya no podrían darse en tierras valencianas. Pero no. A rebufo de los Goya, lo único que han hecho los máximos representantes políticos ha sido hacerse la foto con los olivos milenarios. Una pose.
Esta misma semana se ha convocado una nueva reunión de la Comisión, en la que el asunto principal a tratar es la modificación de la Ley y su desarrollo reglamentario, tras haber intentado colarla, sin éxito, en la Ley de Acompañamiento de presupuestos, que permite fabricar, y 'traicionar', una Ley a placer saltándose la participación. Entre sus objetivos, como hemos adelantado, reducir drásticamente el número de ejemplares protegidos, modificar el procedimiento de declaración para eliminar la participación del Consell, introducir un factor 'objetivo' de Monumentalidad de manera que los valores históricos, culturales, sociales y científicos de los árboles pasan a considerarse meramente secundarios. En definitiva, una traición 'ecológica' y social al espíritu y letra de una Ley de consenso, aprobada por unanimidad. Una traición en la que tanto la sociedad civil como el Consell Valencià de Cultura, que denunció en su día el expolio de los olivos y ayudó al advenimiento de la ley que los protege, algo tendrán que decir.
Ante estos desaguisados, consumados o en vía de consumación, se me plantean varias cuestiones. La primera, como he dicho, que el número total de árboles incluidos en el Catálogo es más que reducido, además de variopinto. La segunda, que a día de hoy seguimos sin saber exactamente cuántos árboles han ido desapareciendo del Catálogo, ni las causas. La tercera cuestión: ¿puede el Centro para la Investigación y Experimentación Forestal (CIEF), dependiente de la Consellería de Medio Ambiente, hacerse cargo de la conservación y gestión de este Patrimonio Natural y Cultural vivo con un equipo formado por un técnico coordinador, un capataz y un peón?
Ante la ausencia manifiesta de asignación de recursos específicos y suficientes para gestionar adecuadamente los árboles monumentales y la poco trasparente gestión del Patrimonio Arbóreo, alguna responsabilidad tendrán todos aquellos que durante más de una década han ocupado los sillones de la Consellería, la Secretaría autonómica, la Dirección del Medio Natural y el CIEF.
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