NÂZIM HIKMET (Imperio Otomano-Salónica, 1901-1963)
El Nogal
Mi cabeza en las nubes pura espuma y espuma
Por fuera y por dentro estoy lleno del mar
En el jardín de Gulhané soy un nogal
Soy un viejo nogal lleno de heridas
de nudos y de heridas cubierto está mi tronco
Pero nadie lo sabe
tú tampoco
ni siquiera la misma policía
En el jardín de Gulhané soy un nogal
Todo mi cuerpo vibra
como el pez en el agua, allá en el fondo
Cual pañuelos de seda mis hojas se estremecen
Arráncalas, amor, para secar tus lágrimas
Mis hojas son mis manos
Yo tengo justamente cien mil manos
Y con mis cien mil manos yo te toco
y yo toco Estambul
Mis hojas son mis ojos y yo miro extasiado
o con mis cien mil ojos te contemplo
y contemplo Estambul
o mis hojas palpitan
y palpitan
Cual cien mil corazones
En el jardín de Gulhané soy un nogal
Pero nadie lo sabe
tú tampoco
ni siquiera la misma policía
HABLA NÂZIM HIKMET
«Un poeta comunista, progresista,
revolucionario, el término no me interesa. Un poeta ligado al progreso
de la humanidad debe crear obras de arte verdaderamente dignas de ese
nombre. Sus poemas deben ser, por una parte, comprensibles para el
pueblo, incluso si es analfabeto, y poder servir de fondo a la
literatura futura, por otra. (...) Un poeta revolucionario es un hombre
que actúa: no debe únicamente reflejar el alma de su pueblo, sino que
debe darle una dirección. (...) En Estambul, escribía para que me lo
imprimieran, para que me leyeran con los ojos. Pero en Anatolia
comprendí que era preciso leer los poemas en voz alta, para el pueblo.
(...) Entonces me dediqué a escribir poemas sonoros, con rima y
expresiones populares (...). Pero cuando estuve encarcelado, comprendí
otra cosa: que se puede tener a un solo hombre por todo auditorio y, a
través de él, hablar a toda la humanidad. Sin gritar: en voz baja, con
una entonación muy de charla, muy íntima.
»La poesía es tan útil como el pan, la sal y el agua. (...)
»Mi
oficio esencial es el de poeta. Hago teatro también y estoy empezando
una novela. No existen temas específicos de la poesía, la novela o el
teatro, todos los temas pueden ser tratados por uno u otro. Cuando se
trata de la poesía, no hago ninguna concesión, quiero decir ninguna
concesión formal. Concesiones ideológicas, las hago cuando me equivoco y
digo: “tenéis razón, amigos míos”. Pero en el teatro, en la prosa, como
son cosas secundarias para mí, puedo hacer concesiones formales,
incluso puedo ser conformista. A veces se hacen concesiones sobre las
cosas secundarias. La vida es tal que no hay que hacer concesiones en
las cosas esenciales».
Fragmentos de la entrevista con Régis Debray y Jean-Marie Villegier para Clarté, nº 48