martes, 9 de julio de 2013

NÂZIM HIKMET (Imperio Otomano-Salónica, 1901-1963)
El Nogal 

Mi cabeza en las nubes pura espuma y espuma
Por fuera y por dentro estoy lleno del mar
En el jardín de Gulhané soy un nogal

Soy un viejo nogal lleno de heridas
de nudos y de heridas cubierto está mi tronco
Pero nadie lo sabe
          tú tampoco
              ni siquiera la misma policía
En el jardín de Gulhané soy un nogal
Todo mi cuerpo vibra
               como el pez en el agua, allá en el fondo
 

Cual pañuelos de seda mis hojas se estremecen
Arráncalas, amor, para secar tus lágrimas
          Mis hojas son mis manos
     Yo tengo justamente cien mil manos
          Y con mis cien mil manos yo te toco
          y yo toco Estambul
              Mis hojas son mis ojos y yo miro extasiado
              o con mis cien mil ojos te contemplo
                   y contemplo Estambul
             o mis hojas palpitan y palpitan
                   Cual cien mil corazones

En el jardín de Gulhané soy un nogal
Pero nadie lo sabe
          tú tampoco
              ni siquiera la misma policía




HABLA NÂZIM HIKMET

«Un poeta comunista, progresista, revolucionario, el término no me interesa. Un poeta ligado al progreso de la humanidad debe crear obras de arte verdaderamente dignas de ese nombre. Sus poemas deben ser, por una parte, comprensibles para el pueblo, incluso si es analfabeto, y poder servir de fondo a la literatura futura, por otra. (...) Un poeta revolucionario es un hombre que actúa: no debe únicamente reflejar el alma de su pueblo, sino que debe darle una dirección. (...) En Estambul, escribía para que me lo imprimieran, para que me leyeran con los ojos. Pero en Anatolia comprendí que era preciso leer los poemas en voz alta, para el pueblo. (...) Entonces me dediqué a escribir poemas sonoros, con rima y expresiones populares (...).  Pero cuando estuve encarcelado, comprendí otra cosa: que se puede tener a un solo hombre por todo auditorio y, a través de él, hablar a toda la humanidad. Sin gritar: en voz baja, con una entonación muy de charla, muy íntima.
»La poesía es tan útil como el pan, la sal y el agua. (...)
»Mi oficio esencial es el de poeta. Hago teatro también y estoy empezando una novela. No existen temas específicos de la poesía, la novela o el teatro, todos los temas pueden ser tratados por uno u otro. Cuando se trata de la poesía, no hago ninguna concesión, quiero decir ninguna concesión formal. Concesiones ideológicas, las hago cuando me equivoco y digo: “tenéis razón, amigos míos”. Pero en el teatro, en la prosa, como son cosas secundarias para mí, puedo hacer concesiones formales, incluso puedo ser conformista. A veces se hacen concesiones sobre las cosas secundarias. La vida es tal que no hay que hacer concesiones en las cosas esenciales».

Fragmentos de la entrevista con Régis Debray y Jean-Marie Villegier para Clarté, nº 48

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