LA FUERZA DE LA PALMERA
Cuento del Magreb
La joven palmera se sacudió y se inclinó intentando deshacerse de la pesada carga. Por más que empujaba sus fuerzas no eran suficientes
para deshacerse de la pesada piedra. Era demasiado peso para la joven palmera.
Conforme pasaba el tiempo la joven palmera arañó el suelo, excavó y con mucho esfuerzo se mantuvo en pie a pesar de la pesada carga. Como no podía estirar sus ramas, fue hundiendo y hundiendo sus raíces tan profundamente que encontró las vetas de agua más escondidas del oasis. Esas profundas y frescas aguas la alimentaron y la fortalecieron, dándole tanta energía que fue empujando la piedra tan alto, que ningún otro árbol le pudo hacer sombra. El agua de las profundidades y el sol del desierto convirtieron a la joven palmera en la reina del desierto.
Al cabo de unos años volvió el malvado Ben Sadok al oasis. Quiso ver el árbol enfermo que, él pensaba, había estropeado. Buscó sin éxito.
Entonces la orgullosa palmera bajó su corona, le enseñó la piedra y le dijo: “Ben Sadok, tengo que darte las gracias porque tu carga me ha hecho más fuerte.”
Cuento del Magreb
Había una vez un hombre malvado llamado Ben Sadok que tenía un carácter
tan violento que no podía ver nada sano, ni bonito, sin estropearlo.
Llegó a orillas de un oasis. La visión de una joven palmera que
crecía con energía hirió los ojos de Ben Sadok. Entonces tomó una
pesada piedra y la puso encima de la corona de la palmera y continuó
su camino.
Conforme pasaba el tiempo la joven palmera arañó el suelo, excavó y con mucho esfuerzo se mantuvo en pie a pesar de la pesada carga. Como no podía estirar sus ramas, fue hundiendo y hundiendo sus raíces tan profundamente que encontró las vetas de agua más escondidas del oasis. Esas profundas y frescas aguas la alimentaron y la fortalecieron, dándole tanta energía que fue empujando la piedra tan alto, que ningún otro árbol le pudo hacer sombra. El agua de las profundidades y el sol del desierto convirtieron a la joven palmera en la reina del desierto.
Al cabo de unos años volvió el malvado Ben Sadok al oasis. Quiso ver el árbol enfermo que, él pensaba, había estropeado. Buscó sin éxito.
Entonces la orgullosa palmera bajó su corona, le enseñó la piedra y le dijo: “Ben Sadok, tengo que darte las gracias porque tu carga me ha hecho más fuerte.”
---Fin---
Gracias, lo iremos siguiendo... "el hombre que sembraba árboles..."
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