LA FLOR DEL CEIBO
Cuento de Argentina
Cuenta la leyenda que en las riberas
del Paraná, vivía una indiecita fea, de rasgos toscos, llamada
Anahí. Era fea, pero en las largas tardes deleitaba a toda
la gente de su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en sus
dioses y el amor a la tierra de la que eran dueños... Pero llegaron
los invasores, esos atrevidos y aguerridos seres de piel
blanca, que arrasaron las tribus y les arrebataron las tierras, los
ídolos, y su libertad.
Anahí fue llevada cautiva junto con
otros indígenas. Pasó muchos días llorando y muchas noches en
vigilia, hasta que un día en que el sueño venció a su centinela,
la indiecita logró escapar. Pero al hacerlo, el centinela despertó,
y ella, para lograr su objetivo, hundió un puñal en el pecho de su
guardián, y huyó rápidamente a la selva.
El grito del moribundo carcelero,
despertó a los otros invasores, que salieron en una persecución que
se convirtió en cacería de la pobre Anahí, quien al rato, fue
alcanzada por los conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte
del guardián, le impusieron como castigo la muerte en la hoguera.
La ataron a un poste e iniciaron el
fuego. El fuego parecía no querer alargar sus llamas hacia la indígena, que sin murmurar palabra, sufría en silencio, con su
cabeza inclinada hacia un costado. Cuando el fuego comenzó a subir,
Anahí se fue convirtiendo en árbol, identificándose con el poste en un asombroso milagro.
Al siguiente amanecer, los soldados se
encontraron ante el espectáculo de una hermosa ceiba de verdes hojas
relucientes, y flores rojas aterciopeladas, que se mostraba en todo
su esplendor, como el símbolo de valentía y fortaleza ante el
sufrimiento.
---Fin---
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