"Quién hubiera dicho que estos poemas de otros iban a ser míos, después de todo hay hombres que no fui y sin embargo quise ser, si no por una vida al menos por un rato..." Mario Benedetti.
A los amantes de los árboles,... localización, poesía, cuentos/leyendas, etc.
Mejoran la calidad del aire, rebajan el ruido, invitan a
hacer ejercicio y, por qué no, también embellecen las ciudades. Los
árboles y arbustos y las zonas verdes en general aún brillan por su
ausencia en gran parte de las urbes mundiales, donde ya vive más de la
mitad de la humanidad. "Hasta hace poco, hemos pensado que proteger los
bosques consistía en preservarlos allá donde están, protegiéndolos del
hombre y su contaminación. Así, hemos separado espacios verdes de
espacios urbanos. Pero no ha funcionado en muchos sitios. Y ahora
buscamos la forma de integrar ambos".
Así hablaba Mattia Palazzi,
alcalde de la ciudad italiana de Mantua, en un evento celebrado en la
sede de la FAO (agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura)
en Roma (Italia). (...) "También ayudan a filtrar el agua y
regular los flujos hídricos", ha añadido José Graziano da Silva,
director general de la agencia.
La FAO ha presentado Bosques y ciudades sostenibles, un libro en el que se analizan las historias de cómo 15 ciudades de todo el mundo —de Vitoria-Gasteiz a Singapur, pasando por Filadelfia y Nairobi— han logrado reverdecerse y sacar provecho de las ventajas que ofrecen los árboles en un contexto urbano. Evans Sifuentes Ocaña, regidor de Independencia (un distrito
de Lima, la capital peruana) ha contado cómo plantar árboles en la
ladera del municipio ha ayudado a proteger a sus habitantes de la
erosión del terreno. "Ante la falta de vivienda la gente se instala
donde puede, también en zonas vulnerables". La población del distrito,
de bajos ingresos, construía sus asentamientos en una zona con riesgo de
derrumbe con sismos o llegada de lluvias torrenciales. "Al plantar
bosque, evitamos que más gente se instale ahí, al tiempo que reforzamos
el terreno y creamos un área de esparcimiento que puede dar lugar a
emprender negocios", decía Sifuentes.
En el libro se habla del caso de Vitoria-Gasteiz, que fue capital verde europea
en 2012, de su cinturón verde y de cómo las 1.412 hectáreas de espacios
públicos verdes de que dispone son fruto de una planificación y una
visión que se lanzó hace más de un cuarto de siglo. Lo mismo ocurre en
el caso de Singapur. La mayoría de los miles de árboles de la
ciudad-Estado —que cuenta con los mismos metros cuadrados de zona verde por habitante que la capital alavesa— tienen su origen en un programa que se puso en marcha hace más de 50 años.
Pero, aunque la planificación es clave, siempre hay tiempo
para subirse al tren de los bosques urbanos. La pequeña Mantua (50.000
habitantes) ha invertido 2,5 millones de euros en los últimos dos años
para aumentar un 55% el número de plantas en su término municipal, según
su alcalde. También se han creado dos bosquecillos en zonas dedicadas a
polígonos industriales y logísticos. "Debemos ser conscientes de que
con esto podemos hacer ciudades más bellas y sanas", decía Palazzi.
En Filadelfia, que cuenta con el mayor sistema de parques
urbanos de los Estados Unidos, siguen ampliando su cobertura forestal,
centrándose sobre todo en las zonas más desfavorecidas. "No hay que
limitarse a apoyar a los vecinos que quieren plantar árboles, sino
convencer a los que no están interesados", explicaba Michael Di
Berardinis, el director de gestión de su Ayuntamiento. "Antes lo
hacíamos solo por el medio ambiente, para secuestrar carbono. Pero hemos
entendido que aportan muchas otras cosas. Entre otras, los barrios más
verdes son más seguros.
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27 julio 2018
EL BIBOSI Y EL MOTACÚ En "SoySantaCruz.com.bo"
Uno de los más curiosos y pintorescos casos de falsa simbiosis vegetal que se presentan en nuestra tierra es la del árbol llamado bibosi y la palmera motacú. Tan estrechamente se enredan uno con otro y de tal modo viven unidos, que entre las gentes simples y de sencillo pensar se da como ejemplo vivo de enlace pasional. Una vieja copla del acervo popular lo expresa galanamente:
El amor que me taladra necesita jetapú; viviremos, si te cuadra, cual bibosi en motacú.
Quienes saben más acerca de ello señalan que la palmera es el sustento y la base de la unión, pese a su condición femenina, y el árbol es el que se arrima a ella porque le procura mantenimiento y firmeza, no obstante su ser masculino. La observación del conjunto da qué pensar, habría en ello material sufciente para especulaciones de orden social y hasta moral si se quiere.
Dando al sugestivo asunto otro cariz y tratando de explicarlo por el lado poético-afectivo, el poeta don Plácido Molina Mostajo (1875-1970) cantó:
El membrudo bibosi que a la palma por entero rodea con tal solicitud, que al fin la ahoga Celoso enamorado prefiriera antes que en otros brazos a su amada, entre los propios contemplarla muerta.
Dice la leyenda sobre la peregrina unión del árbol corpulento y la grácil palmera... ... que por los tiempos de Maricastaña y del tatarabuelo Juan Fuerte, vivía en cierto paraje de la campiña un jayán de recia complexión y donosa estampa. Amaba el tal con la impetuosidad y la vehemencia de los veinte años a una mocita de su mismo pago, con quien había entrado en relaciones a partir de un jovial y placentero "acabo de molienda". La mocita era delgaducha y de poca alzada, pero bonita, eso sí, y con más dulzura que un jarro de miel. No tenía el galán permiso de los padres de ella para hacer las visitas de "cortejo" formal, por no conceptuarle digno de la aceptación. Pero los enamorados se veían fuera de casa en cualquier vera de senderos o bajo el cobijo de las arboledas. Entre tanto los celosos padres habían elegido por su cuenta, como futuro yerno, a otro varón que reunía para serlo las condiciones necesarias. Un buen día de esos notificaron a la hija con la decisión inquebrantable y la inesperada novedad de que al día siguiente habrían de marchar al pueblo vecino para los efectos de la boda. La última cita con el galán vino esa misma noche. No había otra alternativa que darse el adiós para siempre. El la tomó en los brazos y apretó y apretó cuanto daban sus vigorosas fuerzas... "Antes que ver en otros brazos a la amada, entre los suyos contemplarla muerta", referían en el campo los ancianos, y singularmente las ancianas, que el primer bibosi en motacú apareció en el sitio mismo de la última cita de aquellos enamorados. El bibosi es un tipo de ficus que se enreda apasionadamente sobre el motacú (Scheelea princeps) una frágil palmera de ricos frutos.
---Fin---
24 julio 2018
LOS MANGLARES
El vídeo nos da la información sobre qué características tiene
el manglar, qué tipos de manglares se encuentran en Guatemala, qué
diferencias se presentan entre éstos, qué importancia y beneficios
proporcionan a las comunidades, los peligros o riesgos que sufren y
cómo los podemos conservar y proteger.
Manglares de Guatemala
Manglares de México
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21 julio 2018
FELIX FINKBEINER ... addresses United Nations with speech to open the International Year of Forests 2011
El precoz Finkbeiner fundó con nueve años -2006- «The plant for the planet children initiative», una organización internacional dirigida básicamente a promover que los niños planten un millón de árboles en cada uno de sus países (hasta
ahora ha actuado en 91 estados) como medida para combatir el
calentamiento, aunque la meta más ambiciosa de este organismo es llegar a
plantar un billón de árboles.
Con
una camiseta que le iba un poco grande y que le hacía parecer incluso
más joven de los 14 años según su biografía, Finkbeiner mostró un asombroso aplomo sobre
el escenario para defender sus teorías conservacionistas y reclamar
medidas más contundentes para mitigar el cambio climático y las
emisiones de CO2.
CELIA VIÑAS y el árbol de la vida Del "Jardín del Mar", comentario
Hay personas que pasan por la vida de puntillas, sin dejar huellas en el
camino, sin mojarse la ropa en el río, o las botas con el barro, quizás
vivan con miedo a vivir. Otras que caminan en libertad y dejan una
huella imborrable en las personas con las que habitan. Las palabras y
las acciones cobran otra dimensión y traspasan hasta las cenizas en el
tiempo. Hay un poema escrito por Celia Viñas en diciembre de 1944 y
publicado en 1946, en su primer libro de poemas “Trigo del corazón”,
mostrándonos su gran calidad poética, su sentido profético, su amor a
esta tierra y su profundo conocimiento del paisaje almeriense desde el
primer momento de su llegada a nuestra ciudad.
CELIA VIÑAS OLIVELLA (Lérida,
1915-1954)
Un árbol
Un árbol sobre mis huesos Nada más. No. Nada más. Silencio... Si hay un árbol, sabrán todos que debajo está mi cuerpo.
Los pájaros y los niños
y el mar que gime a lo lejos.
Todo lo demás olvido
hasta del hombre que quiero.
Gracias.
Enterradme en aquel cerro,
en aquel cerro desnudo,
desnudo y seco,
como yo, sí, como yo
orfandad de unos hijos que no espero.
Ay, mi corazón,
abuelo
de tus bosques, ciudad mía.
Si me muero -que me muero-
no me llevéis, no,
al cementerio
con los muertos.
¿Sabéis? Odio las manos cansadas
de los sepultureros.
Que me entierren cuatro niños
cantando un romance viejo.
Sí,
en aquel cerro
¿lo veis tras de mi ventana?
Todos mis sueños
pájaros en vuelo
sobre los pinos futuros
y ciertos
de tus bosques del mañana, mi Almería.
Si mi muerte te da un árbol, muero.
¡Qué dulce la muerte mía
sobre tus desnudos cerros!
(De Trigo del corazón,
diciembre 1944)
En él, Celia va tejiendo,
verso a verso, los lazos ancestrales que existen entre los árboles y las
mujeres; anhelando convertirse en savia porque sabe que el árbol, en
esta tierra exhausta, representa la grandeza de la Naturaleza y el
porvenir de sus habitantes. El árbol es la vida que de ella se nutre y
que en ella crece. Es el santuario que late vida, en el cual quiere
habitar en la muerte y formar parte de su memoria fotosintética, y del
mañana de esta ciudad yerma a la que ama. Ella, que es sabia, sabe que
un futuro con árboles es un futuro más feliz para todos los seres que
moran en la ciudad. Y Celia Viñas dejó en su alumnado una huella, con
su educación, en forma de árbol y poesía. En sus currículums dicen,
ochenta años después: “Soy Manuel, cirujano jefe y alumno de Celia
Viñas”. “Soy María, maestra y alumna de Celia Viñas”, y así todos en
cualquier parte del mundo escriben poemas en forma de ramas, raíces y
hojas, recordando sus clases al aire libre a la sombra de los árboles,
bajo un retorcido pino o un naranjo en flor. Celia, la poeta, la
maestra, la “madre”, la tierra, el amor, la paciencia, la ternura,… la
mujer. Enraíza en los que la escuchan, en los que caminan junto a ella
hasta la sombra de un árbol para aprender de ella, para dejar que
germine en ellos la razón del ser y de la vida. Celia es como el árbol,
el árbol de la vida.