26 julio 2010

FEDERICO GARCÍA LORCA (Fuente Vaqueros, 1898-1936)
Chopo muerto

¡Chopo viejo!
Has caído
en el espejo
del remanso dormido,
abatiendo tu frente
ante el Poniente.
No fue el vendaval ronco,
ni fue el hachazo grave
del leñador, que sabe
has de volver
a nacer.

Fue tu espíritu fuerte
el que llamó a la muerte,
al hallarse sin ruidos, olvidado
de los chopos infantes del prado.
Fue que estabas sediento
de pensamiento,
y tu enorme cabeza centenaria,
solitaria,
escuchaba los lejanos
cantos de tus hermanos.
En tu cuerpo guardabas
las lavas
de tu pasión,
y en tu corazón,
el semen sin futuro de Pegaso.
La terrible simiente
de un amor inocente
por el sol de ocaso.

¡Qué amargura tan honda
para el paisaje,
el héroe de la fronda
sin ramaje!

Ya no serás la cuna
de la luna,
ni la mágica risa
de la brisa,
ni el bastón de un lucero
caballero.
No tornará la primavera
de tu vida,
ni verás la sementera
florecida.
Serás nidal de ranas
y de hormigas.
Tendrás por verdes canas
las ortigas,
y un día la corriente
llevará tu corteza
con tristeza.

¡Chopo viejo!
Has caído
en el espejo
del remanso dormido,
Yo te vi descender
en el atardecer
y escribo tu elegía,
que es la mía.
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24 julio 2010

BLAS DE OTERO (Bilbao, 1916-1979)
El árbol de enfrente


Este árbol, ¿qué ha visto?
Antes que nada, dime, ¿cómo te llamas?
Pues hay árboles chinos
que yo he visto en España.
(Ella hablaba con voz de soprano. Lo mismo
que aquella moza de Tudanca.)
Jamás te vi junto a un río
en Zamora, Málaga, Ávila,
o cualquier otro sitio
de mi patria.
Tienes las hojas chiquitas, y el tronco, arisco.
Anda, habla,
¿qué has visto
en esta calle de Pekín, angosta y larga,
subido en tu patio, trepando a lo niño?
Oh verde color de caja
de lápices, oh ramas como signos.
(La muchacha, sin duda, canta
muy bien. Su voz anda por el pasillo.)
Anochece. Pekín, jardín de plata
y restos de su esplendorosa pobreza de siglos,
se recoge y descansa.
Trina un grillo.
Árbol amigo, ¿no me dices nada?

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22 julio 2010

LUIS CERNUDA (Sevilla, 1904-1963)
Jardín antiguo


                                          A Gregorio Prieto, con
                                          la vuelta de la juventud

Ir de nuevo al jardín cerrado,
Que tras los arcos de la tapia,
Entre magnolios, limoneros,
Guarda el encanto de las aguas.

Oír de nuevo en el silencio
Vivo de trinos y de hojas,
El susurro tibio del aire
Donde las almas viejas flotan.

Ver otra vez el cielo hondo
A lo lejos, la torre esbelta
Tal flor de luz sobre las palmas:
Las cosas todas siempre bellas.

Sentir otra vez, como entonces,
La espina aguda del deseo,
Mientras la juventud pasada
Vuelve. Sueño de un dios sin tiempo.

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LEOPOLDO PANERO (Astorga, 1909-1962)

A una encina solitaria

La gracia cenicienta de la encina,
hondamente celeste y castellana,
remansa su hermosura cotidiana
en la paz otoñal de la colina.

Como el silencio de la nieve
fina vuela la abeja y el romero mana,
y empapa el corazón a la mañana
de su secreta soledad divina.

La luz afirma la unidad del cielo
en el agua dorada del remanso
y en la miel franciscana del aroma;

y asida a la esperanza por el vuelo,
la verde encina del horizonte manso
siente el toque de Dios en la paloma.

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18 julio 2010

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (Moguer, 1881-1954)
Cada chopo

       Cada chopo, al pasarlos,
canta, un punto, en el viento
que está con él; y cada uno, al punto
-¡amor!-, es el olvido
       y el recuerdo del otro.

       Sólo es un chopo -¡amor!-,
el que canta.

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