En la playa de Kalaloch, estado de Washington, EE.UU.

"Quién hubiera dicho que estos poemas de otros iban a ser míos, después de todo hay hombres que no fui y sin embargo quise ser, si no por una vida al menos por un rato..." Mario Benedetti. A los amantes de los árboles,... localización, poesía, cuentos/leyendas, etc.

ÁMBAR
El ámbar, succino o succinita (del latín succinum) -sólido amorfo-, es resina fosilizada de origen vegetal, proveniente principalmente de restos de coníferas y algunas angiospermas. Etimológicamente su nombre proviene del árabe عنبر, ámbar 'lo que flota en el mar', aunque originalmente se refería al ámbar gris, secreción biliar de los intestinos del cachalote. Presenta color naranja amarronado, aunque existen variedades amarillas, tono miel y verdosas. Puede ser transparente o translúcido. Está considerada como piedra semipreciosa, muy apreciada por su color y belleza natural desde el Neolítico. El ámbar es utilizado en joyería y como agente curativo en la medicina popular.
Existen cinco clases de ámbar, definidas en base a sus componentes químicos. Su composición varía dependiendo del árbol del que proviene, aunque todos tienen terpenos, compuestos que son comunes en las resinas endurecidas.
En origen fue la resina de los árboles, fluido suave y pegajoso que fluye de los árboles, a veces envolviendo al caer, animales, plantas y demás desechos orgánicos o minerales. Los árboles producen la resina como una protección contra enfermedades e infestaciones de agentes externos (insectos, bacterias u hongos). Se endurece en zonas deltaicas de ríos, por polimerización en el interior de rocas arcillosas o arenosas y algunas veces calizas, asociadas, generalmente, a mucha materia orgánica, conservándose en su interior durante millones de años.
En Europa el ámbar se formó a partir de la resina del Pinus succinifera y en América proviene de la leguminosa Hymenaea courbaril, conocida en Chiapas (México) como guapinol, y en Nicaragua, Cuba y República Dominicana como algarrobo, perteneciente al período geológico terciario.
El primer lugar que se tiene registrado como fuente original del ámbar es la región del mar Báltico. La pieza de ámbar más antigua trabajada por el hombre data de hace 30.000 años y se encontró en Hannover, Alemania. En España está presente desde el Solutrense, Cueva de Altamira. En Europa se encuentra ámbar en España, Francia, Lituania, Polonia, Alemania, Letonia y Rusia, y en América Latina se encuentra en México, República Dominicana, Nicaragua y Colombia.
En la Antigüedad se pensaba que el ámbar poseía propiedades místicas o mágicas, siendo utilizado por muchas culturas como un talismán o remedio medicinal. En Chiapas el ámbar aún se usa para proteger a los niños contra el «mal de ojo». Los griegos se percataron de sus propiedades eléctricas producidas al frotar el ámbar con paños, de ahí la etimología de la palabra electricidad que viene del griego ἤλεκτρον (élektron) que quiere decir ámbar.
Hace 3000 a. C. el ámbar del Báltico ya era cambiado por las mercancías de la Europa meridional dando lugar a rutas de comercio que cruzaban Europa y terminaban en el lejano Oriente. Alrededor de 58 d. C., el emperador romano Nerón envió a un emisario romano en busca de este "oro del norte", regresando a Roma con cientos de libras.
Aunque el ámbar se halla por todo el planeta, sólo existen veinte regiones susceptibles de explotación minera rentable. En la actualidad la mayor parte se extrae de la región báltica de Europa Oriental, la República Dominicana y en algunos estados de México.
Composición y formación
El ámbar es heterogéneo en su composición, pero consta de varios cuerpos resinosos más o menos solubles en alcohol, éter y cloroformo, asociados a una sustancia bituminosa insoluble. El ámbar es una macromolécula por polimerización por radicales libres de varios precursores de la familia labdano. Estos labdanos son diterpenos (C20H32) y trienos, que equipan al esqueleto orgánico con tres grupos alqueno para la polimerización. A medida que el ámbar madura a lo largo de los años, se produce una mayor polimerización, así como reacciones de isomerización, reticulación y ciclación.
Calentado a más de 200 °C (392 °F), el ámbar se descompone, produciendo un aceite de ámbar, y dejando un residuo negro que se conoce como «colofonia ámbar» o «tono ámbar»; cuando se disuelve en aceite de trementina o en aceite de linaza, este forma el «barniz de ámbar» o «laca de ámbar».
La polimerización molecular, que resulta de las altas presiones y temperaturas producidas por el sedimento suprayacente, transforma la resina primero en copal, etapa intermedia entre la resina y el ámbar. El calor y la presión sostenidos eliminan los terpenos y producen la formación de ámbar.
Para que esto suceda, la resina debe ser resistente a la descomposición. Muchos árboles producen resina, pero en la mayoría de los casos este depósito se descompone por procesos físicos y biológicos. La exposición a la luz solar, la lluvia, los microorganismos (como las bacterias y los hongos) y las temperaturas extremas tienden a desintegrar la resina. Para que la resina sobreviva lo suficiente como para volverse ámbar, debe ser resistente a tales fuerzas o producirse en condicones que las excluyan.
Origen botánico
Las resinas fósiles de Europa se dividen en dos categorías, la famosa ámbar del Báltico y otra que se asemeja al grupo Agathis. Las resinas fósiles de América y África están estrechamente relacionadas con el género moderno Hymenaea, mientras que se cree que el ámbar Báltico son resinas fósiles de plantas de la familia Sciadopityaceae que solían vivir en el norte de Europa.
Atributos físicos
La mayoría del ámbar tiene una dureza entre 2.0 y 2.5, un índice de refracción de 1.5-1.6, un punto de fusión de 250-300 °C y una gravedad específica entre 1.06 y 1.10. En el fondo del mar Báltico se encuentran grandes reservas de ámbar. Este mar tiene una salinidad de entre 6 y 18 gramos por litro, muy por debajo de los 35 gr del Atlántico, es pues agua salobre. Después de grandes tormentas, cuando las olas han removido el fondo,
se puede encontrar en las playas y en la superficie de aguas poco
profundas.
Inclusiones
Los efluvios de resina en los árboles (succinosis) puede originar la formación de ámbar. Las impurezas están presentes, especialmente cuando la resina cae al suelo, por lo que el material puede ser inútil, excepto para la fabricación de barniz.
La inclusión de ciertas sustancias puede hacer que el ámbar tenga un color inesperado. Las piritas pueden dar un color azulado. El ámbar huesudo debe su opacidad nublada a numerosas burbujas pequeñas dentro de la resina. Sin embargo, el llamado ámbar negro es en realidad solo un tipo de reacción.
Fotos e Información de Internet
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JAN MARTÍNEZ (Puerto Rico, 1954)
Cuando llegaron sus verdugos
Cuando llegaron sus verdugos
lo encontraron florecido
con ademán de vientre,
golpeáronlo despiadadamente
en su amoroso verde
y él de vez en cuando
soltaba un pájaro o gemía mariposas.
Nadie lloró cuando alargó
sus raíces, acariciando
aún con vida
la tierra cercana.
Y por el pasillo angosto,
a él, que era alto y ancho,
sacáronlo en tandas.
Sólo sus arterias sollozaron
cuando una brisa pasajera
le desarmó las últimas ramas.
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España es el segundo país europeo con mayor superficie forestal: 7.500 millones de árboles, solo por detrás de Suecia. Una superficie que, además y contra toda previsión agorera, ha aumentado un 31% en la última década, según los datos del Inventario Forestal Nacional, que elabora el INE desde hace 50 años*.
Las tres provincias españolas con más árboles en su territorio tienen en común compartir la cordillera de los Pirineos: Lérida, con 324 millones; Huesca, con 320 millones y Gerona, 283 millones. Navarra, la cuarta provincia pirenaica, también tiene abundancia de copas (240 millones) pero está por detrás de provincias como Burgos (262), Salamanca (250), Albacete (252) o incluso Barcelona (256).
En el otro extremo de la balanza está Las Palmas, la provincia oriental de las Canarias, compuesta de las islas de Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura,
con apenas 4,4 millones de árboles y el ratio más bajo de árboles por
habitante de toda la nación: apenas 4 por cada habitante. Las otras
provincias menos arboladas son Sevilla y Alicante (31 millones cada una), Valladolid (33 millones) y Cádiz (38 millones).
Cuadro elaborado por Cadena SER. |
*Los datos son del INE, sí, pero no intente usted buscarlos en su página web porque todo lo que conseguirá es un fichero Excel ilegible salvo para los iniciados. A la base de datos del INE hay que torturarla como si fuera un preso de Guantánamo para que escupa sus verdades.
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