5/08/2017

ALBERTO GINASTERA (1916-1983) (música)
FERNÁN SILVA VALDÉS (1887-1975)(letra)
Canción del Árbol del Olvido - Milonga

VÍCTOR JARA

En mis pagos hay un árbol,
que del olvido se llama,
al que van a despenarse, vidalitay,
los moribundos del alma.

Para no pensar en vos,
bajo el árbol del olvido,
me acosté una nochecita, vidalitay,
y me quedé bien dormido.

Al despertar de aquel sueño
pensaba en vos otra vez,
pues me olvidé de olvidarte, vidalitay,
en cuantito me acosté.
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5/06/2017

PAMPLONA, Navarra,  instala  pararrayos en árboles para proteger ejemplares singulares y minimizar riesgos

Base del árbol, rejilla en forma de cola de pez para dispersar la descarga eléctrica

     El Ayuntamiento de Pamplona ha iniciado un plan para instalar, de forma progresiva, pararrayos en árboles singulares de distintas zonas de la ciudad.
     Será en aquellos que, según los técnicos, tienen más posibilidades de verse afectados por el aparato eléctrico de las tormentas que, especialmente en otoño, primavera y verano, suelen producir daños en la masa arbórea.
     Hay dos objetivos para la puesta en marcha de este plan. Por un lado estos árboles son ejemplares que por sus características, y en comparación con otros de su misma especie, presentan un interés relevante por su valor biológico, estético, cultural, o por su edad; además, por su especial altura, y porque destacan sobre las masas arbóreas de las que son parte, tienen una mayor probabilidad de recibir un rayo.
     Por otro, cuando árbol desprotegido recibe una descarga, esta sale a través de las raíces disipándose en el suelo y creando a su alrededor el llamado ‘voltaje de paso’ con capacidad para trasmitírsela a animales y personas de su entorno.
     Ya se ha instalado el primero de los pararrayos y para ello se ha elegido una de las secuoyas de la Taconera de aproximadamente 40 metros de altura. Operarios municipales con personal especializado en trepa y técnicos de la empresa Doctor Árbol, han colocado un pararrayos de cobre en el ejemplar, de forma que las posibles descargas eléctricas bajen a una ‘toma de tierra’ que, mediante una parrilla difusora enterrada a una profundidad de 50 cms., disperse la electricidad evitando daños en el árbol y en su entorno.
     Este tipo de protección lleva casi dos décadas de funcionamiento en España (Patrimonio Nacional comenzó con ejemplares del Palacio de La Granja) y está ya está testada en otras ciudades como Madrid, Granada, Segovia, o Deba o en jardines botánicos como el de Londres. En EEUU, por ejemplo, hay incluso una normativa específica de instalación de pararrayos en árboles.

Los pararrayos: seguridad y patrimonio natural
     La idea es ir colocando en la docena de ejemplares seleccionados uno o varios pararrayos (de menor tamaño, dependiendo de la forma de la copa) fabricados en componentes de cobre. Tras recibir la descarga, a través de conductores fijados al tronco, la instalación hará descender la electricidad hasta un elemento soterrado. Así en vez de dispersar la electricidad través de las raíces o que la descarga explote dentro del ejemplar, esta se recibe en una parrilla en forma de ‘espina de pez’ enterrada, que haría de ‘toma de tierra’, reduciendo el voltaje de paso hasta valores inocuos. Cada uno de estos pararrayos vendría a costar aproximadamente unos 10.000 euros entre componentes materiales y trabajo de instalación.
Toma de tierra
     Además de contribuir a la seguridad de los ciudadanos y los animales, el valor de estos árboles suele ser muy alto porque, mas allá de las funciones ecológicas del resto de árboles (fijar partículas de aire en suspensión, consumir CO2, dar sombra y mejorar el paisaje), tienen un especial papel en la biodiversidad de la ciudad albergando en sus troncos especies vegetales y animales específicas.
Los dos periodos más habituales en los que se producen descargas eléctricas con rayos en Pamplona son el otoño, donde las tormentas vienen con más agua del Noroeste, descargando la electricidad sobre los árboles de forma superficial, a través de la corteza y la albura (zona más activa del árbol). Este tipo de afecciones no suelen suponer lesiones tan graves como las de tormentas de primavera y verano, ya que en estas estaciones las tormentas que son más secas y del Sur, producen más rayos de los que explotan dentro del ejemplar, provocando en muchos casos lesiones irreparables que acaban con la pérdida de los ejemplares afectados.
     
    En Pamplona hay historial de daños por rayos y, pese a la aleatoriedad de las descargas, parece que la mayor afección a la hora de recibir impactos de rayos recae sobre sequoyas y cedros, aunque que no es la especie el factor determinante de la susceptibilidad, sino otros como la altura del árbol, su localización o ubicación.
     Los ejemplares dañados más simbólicos son la sequoya del Palacio de Diputación –ya protegida desde 2007- que fue alcanzada hace 40 años por un rayo y la sequoya que se encuentra en el patio interior del INAP (frente a la Catedral), que lo fue hace 13 años y que alcanzaba entonces los 8,3 metros de perímetro.
     Pero no hay que irse tan lejos, en los dos últimos años lo fueron una ‘Secuoya gigante’ en el Parque de Antoniutti en el mes de junio de 2016 y un cedro gran singularidad en el Cementerio en agosto de 2015. La valoración de ambos ejemplares ronda los 70.000 euros (32.860 y 36.786 euros, respectivamente), según el método de la Norma Granada de la Asociación Española de Parques y Jardines Públicos.
     Pero desde el Servicio de Parques y Jardines se han detectado más ejemplares afectados –partidos o quemados-, como un pinsapo en Arantzadi o varios cipreses de la zona del Cementerio y el parque de la Media Luna.

Árboles singulares y notables catalogados en Pamplona
En Pamplona hay 13 árboles singulares y notables de ocho especies distintas que están catalogados en grado 1 y 2. De grado 1 son dos secuoyas gigantes (Sequoiadendron giganteum) que se encuentran en Casco Viejo y Ensanche, y una sofora (Sophora japonica) en el Casco Viejo.
Los ejemplares catalogados como de grado 2 pertenecen a las especies Castaño de Indias (Aesculus hippocastanum); Cedro (Cedrus atlantica y Cedrus deodara); Cedro del Líbano (Cedrus libani); Magnolio (Magnolia grandiflora); Tejo (Taxus baccata) y Tilo (Tilia europaea). La mayoría de ellos se encuentran en Casco Viejo, Ciudadela, Taconera, Ensanches y Arantzadi. Hay también en la Taconera un Fresno (Fraxinus excelsior) que se secó y del que queda el tocón como recuerdo del árbol.

Información
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5/04/2017

THOMAS DAMBO (Dinamarca)
Artista 

Este joven artista danés piensa a lo grande, dándole a la basura una segunda vida y a los espacios públicos, otro aire. Le gusta sobre todo la madera. En los últimos 3 años ha creado unas 25 grandes esculturas recicladas y repartidas por todo diferentes rincones el mundo. De madera es Míster Jack y Wilson, un encargo para un festival en Puerto Rico.
Pero si por algo es famoso Thomas en Dinamarca es por sus seis gigantes de madera y que escondió en su ciudad natal, Copenhague. Se encuentran en algunos de sus sitios favoritos de la ciudad, donde la gente no va a menudo, alejados de los caminos habituales. Un proyecto planteado como un juego. Ocultos en el bosque ofrece un mapa para aquellos que quieran encontrarlos dándoles pistas para encontrar el resto de los gigantes. 
Seiscientos palets, un cobertizo deshecho, una valla y cualquier cosa que encontró sirvieron para el proyecto. Cada una de ellas fue hecha con ayuda de voluntarios locales, y todas llevan el nombre de un voluntario.
      Así nos topamos con Oscar sujetando un puente. A Thomas descansando entre las montañas. Con sus 28 pajareras da cobijo a muchos pájaros. El sueñecito que se está echando Luis da ideas al propio turista que puede dormirse en su interior.  Quien se resiste a subirse en las manos de Trine y disfrutar de la vista.
      Thomas Dambo confía que su arte inspire a los demás para ver el gran potencial del reciclaje y del mejor cuidado del planeta.

El generoso Tilde

Thomas en la montaña


Oscar bajo el puente

Trine en la colina





Louis el durmiente

Teddy el amigable



Información:
Website
http://culturainquieta.com/es/arte/escultura/item/11966-un-artista-construye-gigantes-de-madera-y-los-esconde-en-los-bosques-de-copenhague.html
http://www.abc.es/cultura/abci-thomas-dambo-esconde-seis-5420223627001-20170503022143_video.html

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5/02/2017

SANDRA MEEK (USA)
Quiver Tree (Aloe dichotoma)

Not the horizon’s rippling, stick-built from wind-
battered grass; not the dark

cauldron of volcanic stone, earth-
worn to crumbling

black loaves at your roots’
blazing what failed

to surface as flow —

* 

You, always
some other, your canary-yellow flower-buds said

to taste of asparagus; your name a hold

for arrows, poison-tipped tongues
long lost to the flanks

of animals long dust. Who now
scoops your marrow? Who dishes it

to the wind, to the amputated limbs
pillowed at your root?

Each dropped branch an aspiration

you abandoned to survive
the terminal rosette of sun climbing

your forked crown as morning

razored to gold scales
puzzling your trunk, candling

each stump’s bargain never

again to enter that particular
angle of air —
*
Why, then, to weather
that sun, did you marry

its mirror? Why gift
your body’s cool

to that regret,
to what wished to remain

fire?
*
Drenched in dawn’s
quickening blue, petrified across

the dolerite sill: your shadow
clawing inward until noon entirely

eclipses the dialectics
of your limbs and your ghost limbs,

what you gave up and what you
determined to.
*
Lost, that view to what stone might

have ascended to: night a sheer drop
distance starred to incarnate

beauty, what you could nearly
clasp between the clumsy rinds
of your leaves, thick as swaddled hands

fire and healing sear
to flipper, fingers forever sealed

beyond grasping —
*
But how else hold
such communal weight? Sociable Weavers thatch

half your sky, each grass blade bound
to forget how to live

in a landscape of wind was once to know always
something passing over worth

bending down to.
*
Not the evolution
of armor, that snow-white powder

blinding your limbs; not the shadow-
dusted nest

of evening’s descent, nor the ashen
wings the full moon

unfurls from your limbs. Not
the desert you rooted. Nowhere

any refuge from heat’s rising
more quickly than you could

possibly pole south toward that
retracting winter —
*
How can the rooted
migrate, except by seed, generation

by generation? Night

more prescience than reprieve: those brilliants
hung above you born

of fire, not ice. Nothing that might yet

dissolve into rain. That sky,
like a graveyard — cluttered by the dead

or the undead, anything

but the living — forecasting a world where beauty belongs
solely to stone, what even

the angels will be made of.
*
Twilight. You the very

architecture of night. The rising sun inked
to each stroke of your crown. As if you weren’t

its slave. As if by shedding its stars
sky could become

light itself, not a future with no room

for anything not fire. Not for your shallow
hold to the still-

blackened stone sill. Not for the shrinking

skeleton of your lingering, not the white lie
of your trunk against the sky’s bleaching

blue stare. Not you

at all, Quiver-tree, Kokerboom — vanishing point
of memory and mirage

tendered to the wake
of that clocked fire, what always

watched over you.

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