7/15/2016

CAMBIO GLOBAL 
Los humanos somos tan culpables como el cambio climático del riesgo de incendio forestal

Un nuevo estudio sobre los incendios forestales en California, publicado en la revista PLOS ONE en el que ha participado Enric Batllori, investigador del CREAF y el CTFC, revela que la actividad humana influye tanto como el clima en la frecuencia y la localización de los fuegos. Los investigadores han valorado conjuntamente el componente humano y el cambio climático. Es la primera vez que se hace un estudio de este tipo en un territorio de estas dimensiones, unas 13 veces Cataluña.
Incendio de la Jonquera en 2012. Autor: CREAF
     Los resultados sugieren que las evaluaciones actuales para saber dónde y cómo de frecuentes serán los incendios forestales no tienen suficientemente en cuenta el factor antropogénico. Esto puede hacer que no se lleguen a considerar todas las causas o desencadenantes de los fuegos. El nuevo modelo desarrollado en este estudio valora tanto los efectos del cambio climático como el comportamiento humano, lo que permitirá a los expertos predecir mejor el área de California que tiene riesgo de sufrir un incendio forestal.
     El cambio climático afecta tanto el rigor de la temporada de incendios, como la estructura y tipo de vegetación de una región, variables principales en la predicción de incendios forestales. Sin embargo, los humanos aportan otro conjunto de elementos que influyen en el fuego en los bosques, como son las infraestructuras construidas y la frecuencia y localización de fuentes de ignición, por ejemplo, cigarrillos o torres y cables eléctricos. La gran ocupación del territorio hace que los humanos sean responsables del inicio del 90% de los fuegos forestales en California.

 “Los resultados observados en California serían bastante extrapolables a muchas otras áreas de clima mediterráneo como Cataluña"
     Enric Batllori comenta que “los resultados observados en California serían bastante extrapolables a muchas otras áreas de clima mediterráneo como Cataluña, donde los humanos también son responsables de la mayoría de fuegos, y donde hay muchas zonas urbanizadas situadas en áreas muy propensas a los incendios”.
     “La sociedad no tiene mucho control sobre cómo los cambios del clima afectarán al riesgo de incendios forestales en el futuro. Sin embargo, tenemos la capacidad de influir en la otra mitad de la ecuación, en cómo modificamos la estructura del paisaje”, dice Michael Mann, profesor de Geografía en la Universidad George Washington, y director del estudio. Por su parte, Batllori añade que “parte de los efectos negativos asociados a los incendios se podrían reducir con una mejor planificación territorial, por ejemplo incorporando el riesgo de incendio en los planes de urbanización e incentivando la gestión forestal”.
Helicóptero en tareas de extinción del incendio de Santa Coloma de Gramanet, en julio de 2007. Autor: Albert Álvarez

     Los investigadores han visto que cuando omitían la influencia humana en el riesgo de fuegos forestales en California, en realidad estaban sobrevalorando la importancia del cambio climático. Por lo tanto, creen que hay que considerar estos dos factores conjuntamente en los nuevos modelos predictivos.
     Se estima que en medio siglo los daños económicos provocados por los incendios se triplicarán, y llegarán a pérdidas anuales de 500 millones de dólares.
     Max Moritz, coautor del estudio e investigador de la Universidad de Berkeley, explica que “hay un amplio consenso en la importancia del clima sobre el riesgo de incendio a escalas relativamente grandes. A escala más local, puede no ser suficientemente preciso si no incluyes el desarrollo humano en el territorio”. Y Enric Batllori puntualiza que “esto tiene mucha importancia a la hora de predecir los efectos del cambio climático, el estudio confirma que es esencial pensar bien dónde y cómo se construye para minimizar daños futuros”. 

Los incendios forestales suponen pérdidas e inversiones enormes de dinero
     Entre 1999 y 2011, California ha sufrido anualmente daños derivados de los incendios forestales por valor de 160 millones de dólares. Además, durante este periodo, el estado y el Servicio Forestal de los EEUU se han gastado más de 5.000 millones de dólares en la extinción de los incendios. Asimismo, se estima que en medio siglo los daños económicos provocados por los incendios se triplicarán, y llegarán a pérdidas anuales de 500 millones de dólares. “Este tipo de previsiones son esenciales para los políticos, gestores y expertos en incendios forestales para definir los riesgos derivados de los fuegos”, comenta Mann.

Información:
Mann, M.L., Batllori, E., et al. Incorporating anthropogenic influences into fire probability models: Effects of Human Activity and climate change on fire activity in California. (2016) PLOS ONE 11 (4). DOI: 10.1371/journal.pone.0153589

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7/12/2016

JAVIER CONDE 
La "seca" de las dehesas

     Su presencia no es nueva en las dehesas de la Península. Se remonta a décadas atrás y sigue siendo un problema de salud forestal de primer orden. Capaz de devorar hectáreas enteras de bosque mediterráneo.
      La ‘seca’ provoca la muerte de encinas y alcornoques. En realidad la seca es solo el síntoma de una enfermedad que tiene varios agentes. El elemento protagonista por encima del resto es un hongo microscópico llamado fitóftora (Phytophthora). Su presencia provoca la pudrición de las raíces e impide la absorción del agua y de sales minerales del suelo. 
      Explica  Celestina Pérez, ingeniera técnica agrícola del Instituto del Corcho, la Madera y el Carbón Vegetal de Extremadura que la fitóftora es un verdadero cáncer para los montes y dehesas de la región. Un patógeno que debilita la raíz hasta la asfixia, que al mismo tiempo favorece que ataque otras enfermedades.
Se ven afectados especialmente encinas y alcornoques, aunque también otras especies como el castaño. A día de hoy siguen sin encontrar un elemento capaz de curar este cáncer más allá de las medidas de precaución. El hongo coloniza diferentes focos de la región, aunque también está con fuerza en Andalucía, Castilla-La Mancha o Portugal.


     Frente a este problema ambiental de primer orden científicos de varias universidades y centros de investigación han unido sus fuerzas para encontrar el antídoto capaz de frenar sus efectos. Un proyecto de investigación con la participación de los centros de investigación agraria de Extremadura y Andalucía: CICYTEX e IFAPA, junto con las Universidades de Extremadura y Córdoba y la empresa Tragsa.
      El grupo de trabajo se pone como meta el control de la enfermedad de la seca y se desarrollará en los próximos tres años, bajo un presupuesto de 496.000 euros financiados por INIA (Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria).
Viene de países tropicales
      La fitóftora es originaria de países tropicales y subtropicales, aunque las condiciones más idóneas para su crecimiento se producen con temperaturas entre los 20° y 32°, lo que determina su expansión en el clima mediterráneo según detalla CICYTEX.
     En Extremadura ha encontrado las condiciones idóneas hasta hacerse fuerte en dehesas del Cruce de las Herrerías, en el entorno de Alcuéscar en la provincia cacereña, o la zona de Manchita en Badajoz.
     Uno de los objetivos que se marcan los técnicos es el de hacer un censo real que permita determinar científicamente los focos y su afección mediante medios aéreos. Resulta complejo definir qué porcentaje de la seca afecta a la dehesa, teniendo en cuenta que en Extremadura la superficie alcanza el 31% del territorio regional. Mientras que en Andalucía, también muy afectada por la seca, representa el 16 por ciento.
     También es fundamental en su proyecto la selección de especies que permita repoblar zonas con material genéticamente mejorado, y otras estrategias de control y prácticas culturales, que puedan ser aplicadas por gestores, propietarios de dehesas y técnicos y trabajadores forestales relacionados con este sector, algo que se marca el proyecto de científicos.

Imágenes captadas en el laboratorio de IPROCOR en las que se analiza el comportamiento de la Fitóftora (Phytophthora cinnamomi) / http://iprocor.gobex.es/
      
Un problema que viene de antaño
      La seca es un fenómeno del que hay constancia ya desde finales del siglo XIX, aunque ha tenido una mayor virulencia desde los años 70, cuando ya hay informes que hablan del problema --en esos momentos aún no se había detectado el motivo que podía estar detrás--.
      Es fundamental evitar su propagación porque no existe un antídoto que pare el hongo. Y se da la paradoja de que el agente principal es el ser humano, que puede propagarlo mediante la ganadería, los vehículos, los aperos de laboreo o incluso el propio calzado. Es por ello que  el centro de investigación agrario de Extremadura aconseja a los propietarios una batería de medidas para evitar que sus efectos avancen.
     Uno de los factores que favorece la expansión del hongo es la humedad, siendo un elemento clave para el avance del patógeno. Ante ello se aconseja no realizar trabajos con abundante humedad primaveral.
     Se refiere además la técnico Celestina Pérez a la reducción de la carga ganadera sobre las zonas afectadas, y evitar los movimientos de tierra como el arado en los terrenos afectados. El motivo es que el patógeno está en el suelo y al mover la tierra se puede propagar.
     Otra de las prácticas que puede llegar a ser una verdadera “metralla” es cortar el árbol y arrastrarlo para retirarlo. Un gran error según traslada teniendo en cuenta que así no se llega a retirar la raíz por completo, y también porque al arrastrarlo sobre la tierra se está propagando el hongo. La recomendación es la de no cortar el árbol.
     Del mismo modo hay que tener en cuenta que en ocasiones la planta viene infectada directamente desde el vivero, lo que significa que ya nace herida de muerte. Ya existen dípticos con información y medidas para los viveros, pero lo más importante es que para hacer reforestaciones se tomn precauciones y se haga con viveros de confianza, con garantías.

Las precauciones como modo de propagación

     Ante la ausencia de antídoto son los propios afectados los que tienen que tomar las precauciones. Algo que no siempre ocurre y hace que los síntomas no mejoren. Es como si se le pide a un enfermo de cáncer que tome precauciones y no lo hace, lo que lógicamente se traduce en que la enfermedad empeora. La toma las precauciones implica lógicamente en muchos casos suponen dejar de ganar dinero, pero a la larga puede ser un elemento determinante para parar la seca de la encina según apunta el centro agrario CYCITEX.

INFORMACIÓN 
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7/09/2016


ALFONSO COSTAFREDA (Lleida, 1926-1974)

Espacio vegetal...

Espacio vegetal, árboles luminosos,
columna de alegría que posees,
verde sobre la palma, el peso de las hojas,
y es el fruto consegudo.

Extiéndete, oh árbol,
insinúa tu mano, adelanta
hacia los puros aires que te esperan
la horizontal caricia de tu rama.


El bosque está gozoso.
Poderosos,
los árboles ensanchan su madera,
mientras la nube, blanca sobre el cielo,
entrega nuevas aguas,
y las semillas surgen de lo inesperado.


Amor, amor, todo se cumple;
realizada la repentina aurora de la tierra
se nutren nuestras vidas de la energía del sol,
y del gozo, y de la fuerza del viento.

Salid hacia los campos,
volcad vuestra mirada sobre todo lo vivo;
caminad; caiga el sol sobre el cuerpo,
y reconozca el aire vuestro torso desnudo.


Todo está en su momento de cumbre:
las cosechas, los campos abundantes,
los ríos que hacia nosotros desde el monte
despliegan su brazo,
y en el llano serenan su avenida perfecta
hacia la total plenitud de la mar.

Todo está en su momento; somos hombres;
desde siempre, lo más nuestro, lo más vivo,
lo reciente para la alegría,
lo mejor, lo esperamos de la tierra,
de su contacto diario,
de su continua y amorosa presencia,
de su larga mirada protectora,
del fervor con que guarda y vigila
el eterno reposo de nuestros muertos.
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7/02/2016

ANTONIO MARTÍNEZ RON
El 'bichito' que mató 4.000 millones de árboles
Información

Chestnuts 
Castaños americanos en las Smokey Mountains hacia 1910 (Forest History Society, Durham NC)

      En 1904 un guarda llamado Hermann Merkel se dio cuenta de que en los castaños del zoo del Bronx, en Nueva York, estaban apareciendo unas extrañas manchas naranjas que no le gustaban nada. Tomó unas muestras y las llevó a analizar al micólogo William Murrill, quien identificó un nuevo hongo al que bautizó como Endothia parasitica y demostró que al inocularlo en las plantas estas enfermaban. Pero entonces ni siquiera estaba cerca de imaginar la capacidad destructiva de aquellas criaturas.
      El hongo, que provoca una enfermedad conocida conocido como el chancro del castaño, se expande por el aire a gran velocidad y penetra en el árbol por las heridas o fisuras que éste tenga abiertas. En pocos días penetra en las ramas y el tronco y empieza a producir algunas sustancias, como el ácido oxálico, que resultan letales para el árbol. El pH del castaño americano (Castanea dentata) cambia en unas semanas de 5.5 a 2.8, lo que le condena a una muerte segura. En los siguientes 40 años tras el descubrimiento de Merkel, aquel hongo que había llegado a Estados Unidos a través de los castaños importados de China y Japón, viajó por aire y se extendió de un árbol a otro por todo el país hasta acabar con una población de 4.000 millones de árboles. En algunos lugares, como los bosques de los Apalaches, los castaños americanos eran un 25% de la población de árboles, que cayeron fulminados por aquella enfermedad traída por el hombre del otro lado del mar. Y con ellos desaparecieron al menos cinco especies de ardillas que vivían en este tipo de árbol.



mapacastaños
La zona por la que se extendían los castaños antes de la plaga

      Los castaños chinos y japoneses habían desarrollado resistencia a este hongo, pero al llegar a EE.UU. los árboles no tenían ningún mecanismo de defensa contra él. Los científicos y las autoridades probaron todo tipo de técnicas para detener el avance de aquella plaga; se cruzaron con las especies asiáticas para formar una variedad resistente, se les inoculó con un virus que acabara con el hongo, se probaron fungicidas, fumarolas de azufre y radiación. Según cuenta Nature, hasta se llevaron a cabo ceremonias religiosas con los árboles porque algunas comunidades consideraron que aquello era consecuencia de sus pecados. Nada funcionó.
      Hoy en día la población de castaños ha desaparecido prácticamente del noreste del país, salvo algún reducto aislado que está lo suficientemente lejos de otros árboles como para poder enfermar, y en zonas de la costa oeste donde el clima es más frío. Pero los esfuerzos por recuperar los castaños americanos, tan altos y majestuosos que se los llegó a conocer como las "secuoyas del este", continúan. Una de las estrategias, además de las hibridaciones o el uso de sustancias químicas que acaben con el hongo, es crear un castaño americano modificado genéticamente para resistir a la plaga. Al contener sólo genes de los propios castaños, los investigadores esperan que no despierte tanto rechazo entre la población. "El castaño podría ser el primer caso de un árbol modificado genéticamente que es reintroducido", asegura el investigador Douglass Jacobs. "Si eso sucede podría ser el camino para otros árboles". Aún así, deshacer el desastre provocado por la introducción de especies foráneas es toda una odisea y, como plantean algunos, está por demostrar que reintroducir los castaños americanos en los bosques que ahora se han amoldado a la situación no provoque otro problema peor.

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