lunes, 8 de julio de 2024

Los pinos gordos de Vilaflor, del cronista de Canarias

JUAN GUZMÁN OJEDA, Ing. téc. forestal
Los descomunales gigantes de Vilaflor, Tenerife 
Mucho antes de que las Islas Canarias despertaran sobre el mar llegó a imperar un clima continental muy estable. La benignidad estacional creó un ambiente tan constante como para permitir el desarrollo de los gigantismos vegetales. Vestigios de aquella época son las coníferas gigantes y milenarias como las secuoyas (Secuoya sempervirens) cuyo mayor representante fue bautizado en 2006 como Hyperion (Redwood Park, USA) con nada menos que 115,50 metros. En Europa no existen secuoyas originarias aunque sí se han hallado restos fósiles, como los de Caranceja (Cantabria), yacimiento hoy sepultado bajo la autovía.
     Dentro de los árboles más altos de Europa, salvando algunos grandes ejemplares de eucaliptos introducidos, encontramos el abeto (Picea abies), en especial el individuo conocido como Abeto de Sgerm (Sgermova Kmetija, Eslovenia) de 63 metros; pero seguidamente debemos desplazarnos hasta Canarias, residencia de los dos descomunales gigantes de Vilaflor de Chasna. Como hemos comentado en otras ocasiones, el Pinus canariensis habitó en el área mediterránea hasta que la rotura de la estabilidad climática provocó que Canarias se erigiera como su último refugio.

El más alto y el más grueso
De los 4,5 millones de pinos canarios adultos que señala el Tercer Inventario Nacional Forestal (2007) ya es casualidad que el más alto y el más grueso se encuentren separados por apenas 200 metros. El Pino de las Dos Pernadas (28º 09´ 59´´N y 16º 38´14´´W) con 57 metros de altura (medido con láser por KuotaR y ToumasR en 2013) es el árbol oriundo con mayor talla de España; por su parte el Pino Gordo (28º 9´54,5″ N y 16º 38´87″ W) es el más ancho de su especie con un diámetro de 9,70 metros, toda vez que es uno de los 10 árboles más gruesos de Europa.
     Ambos se sitúan en Tenerife, a gran altura (1.500 metros), estando muy próximos a la carretera general TF-21. Seguramente, el diseño de este tramo de la vía a principios del pasado siglo XX se ejecutara en función a la ubicación de estos ejemplares. Pese a la escasa distancia entre ellos el Pino de la Dos Pernadas pertenece al Monte de Utilidad Pública nº6 “Lomo Gordo y Agua Agria”, mientras que el Pino Gordo estuvo en manos de particulares hasta época reciente, cuando la Administración Forestal negoció la compra del terreno con doña Teodora.
     Cabe decir que algunas citas antiguas hacen referencia al Pino de las Dos Pernadas como “Pino de la Madre del Agua”. Esta denominación podría considerarse incluso más acorde al ser Vilaflor de Chasna un municipio ligado siempre a las fuentes y aguas frescas que, rodeadas de pinzones y alpispas, brotan libres de entre las rocas.

Incorruptibles y biocidas
Las dimensiones de estas moles vegetales, con pesos mayores a las 35 toneladas y volúmenes entorno a los 65 metros cúbicos, los convierte en genuinos fueras de serie. Entre sus estrategias de resistencia destaca, sin duda, su alma de acero constituida por la apreciada madera de tea. La tea no solo les confiere rigidez sino que también, dado su carácter incorruptible y biocida, evita el ataque de cualquier plaga o enfermedad vascular.
     Ambos pinos presentan una ramificación particular que caracteriza sus fisionomías, con copas muy abiertas y aparasoladas. El Pino de las Dos Pernadas arranca desde su base como dos pies gemelos; por su parte, el Pino Gordo se ramifica en tres grandes columnas a partir de los 5 m.
     En el caso de estos dos colosos de la flora canaria existe una marcada equivalencia entre tamaño y edad. La publicación Leyendas Vivas de los Bosques Españoles (2009) calculó una edad de 780 años para el Pino de las Dos Pernadas y de 750 para el Pino Gordo. Estudiosos de la dendrocronología del pino canario (Mar Génova y Carlos Santana) apuntan el hallazgo de anillos incompletos, según el cual estos ancianos no crecerían todos los años en todas las direcciones. A tenor de esta teoría, constatada en el estudio del desaparecido Pino de Pilancones (San Bartolomé de Tirajana, Gran Canaria) resultaría probable que los descomunales pinos puedan acercarse al milenio. Junto al Pino de la Virgen (El Paso, La Palma), se consideran los seres vivos más longevos de Canarias.


Seniles pero sanos
     Pese a tratarse de individuos seniles, presentan un estado sanitario saludable y, al contrario de lo que ocurre con la mayoría de los pinos centenarios del archipiélago, nunca ha sido maltratados por el hacha. Nos encontramos, pues, con árboles prácticamente vírgenes que no presentan hoquedades, cuevas o heridas externas. Esta circunstancia resulta un hecho muy favorable cara a la persistencia de los mismos, protegiéndose de los incendios y no gastando su energía en cicatrizar. En todo caso el Pino de las Dos Pernadas presenta un estado quizás más saludable, ya que el Pino Gordo aún no ha terminado de cerrar el trauma creado por la pérdida de una enorme rama baja.
     Actualmente estos árboles constituyen parada obligada en el camino, ya sea de ida o vuelta, a la cima insular, siendo el Pino Gordo más visitado. Cierto es que la cercanía permite observar mejor el grosor, pero es la distancia la que permite apreciar mejor la altura. La intervención paisajística para poder contemplar estos árboles de origen medieval se inició a mitad de la década de los 90 del pasado siglo, la adecuación fue diseñada y dirigida por Saturnino Díaz, agente forestal de Vilaflor.
     Pocos han sido los árboles indultados en las islas, y más tratándose de pinos canarios. El tamaño y la impresión de sentirnos tan ínfimos e humildes ante tales monumentos vivos debieron hacer temblar la mano del leñador, peguero o carbonero, toda vez que desató la necesidad de protección. Ojalá que estos auténticos mastodontes forestales, vínculo con los primeros habitantes de las islas, resistan muchos más años de manera que sigan formando un legado natural capaz de tender puentes de respeto y admiración con las futuras generaciones.

Números 88, 89 de Tenerife
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