ANTONIO CASARES (Lugo, 1812-1888)
Querencia del olivo
Yo quisiera estar siempre como tú,
viejo olivo,
como un dios que se siente eternamente
vivo,
heraldo de una tierra que anuncia la
alegría.
Sembraría en el viento estos versos
que escribo,
para que todo el mundo oyera la armonía
del árbol de los sueños, del árbol
sensitivo,
que sólo da frutos de amor y de
poesía.
Quisiera mirar siempre la soledad del
monte,
la belleza sin fondo del mar del
horizonte,
la tierra que me acoge, hermosa como un
verso.
Y levantar mis ramas al cielo como un
grito,
para así proclamar mi dolor infinito,
cuando quieran cortarme, a todo el
universo.
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