sábado, 30 de marzo de 2013

ANTONIO CASARES (Lugo, 1812-1888)
Querencia del olivo

Yo quisiera estar siempre como tú, viejo olivo,
enhiesto bajo el cielo azul de Andalucía,
como un dios que se siente eternamente vivo,
heraldo de una tierra que anuncia la alegría.

Sembraría en el viento estos versos que escribo,
para que todo el mundo oyera la armonía
del árbol de los sueños, del árbol sensitivo,
que sólo da frutos de amor y de poesía.

Quisiera mirar siempre la soledad del monte,
la belleza sin fondo del mar del horizonte,
la tierra que me acoge, hermosa como un verso.

Y levantar mis ramas al cielo como un grito,
para así proclamar mi dolor infinito,
cuando quieran cortarme, a todo el universo.

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