TESTIGO FUI LA NOCHE SOLITARIA
Salvador Muñoz Iglesias
Testigo fui la noche solitaria…
Hablé con el ciprés del monasterio.
Traté de penetrar en el misterio
que encierra su capucha centenaria.
Me habló el ciprés. Y no con funeraria
lección de huesa, muerte o cementerio.
Dijérase su voz la de un salterio
pulsado por un habla imaginaria:
“Son –me dijo– mis ramas verticales,
pobladas de pardillos y zorzales,
mecidas suavemente por la brisa,
reflejo de estas vidas monacales:
todo ponderación en los modales,
todo hospitalidad en la sonrisa”
15-8-1946
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