AMÓS DE ESCALANTE (Santander, 1831-1902)
El olivo
El olivo
Vense mis hojas tristes, y apagado
Su brillante matiz desde que yerto
Y angustiado Jesús dejó en el huerto
mi tronco en sangre y en sudor bañado.
Mas del santo rocío penetrado,
A eterna vida en nuevo ser despierto;
Y cuando el campo palidece muerto,
Soy de verdor perenne coronado.
Fecundizada en el temprano brote
Por lágrimas de un Dios la savia mía,
Unge al monarca y unge al sacerdote,
Y dejóme del huerto la agonía,
Paz en mis ramos, que la guerra acote;
Luz en mis frutos, que dilate el día.
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