17 noviembre 2025

Los bonsais en primer plano

ANDREA SAVINI (Italia, 1964) en EL PAÍS, dic-2024
Cuando los árboles tienen geometrías bellas, inquietantes o mostruosas...

Andrea Savini se ha pasado la vida persiguiendo la esencia de los árboles retratándolos desde arriba al natural, sin retoques. Lo ha logrado a través de los bonsáis. El resultado: imágenes entre el realismo y el surrealismo

Tejo japonés ('Taxus cuspidata'). Un ejemplar centenario, procedente del vivero del maestro del bonsái Masahiko Kimura, en Japón. Andrea Savini





     Rara vez podemos observar un árbol desde arriba. El fotógrafo Andrea Savini (Milán, 61 años) capturó esa perspectiva cenital por primera vez siendo adolescente, desde el octavo piso en el que vivía con sus padres en Madrid. “Cada vez que miraba esa imagen, pensaba en la belleza de ese árbol visto desde arriba, e imaginaba que, si pudiera fotografiarlo sin la acera y el asfalto, se vería aún más hermoso”. A partir de aquí se inicia uno de esos procesos latentes que te acompañan toda la vida, sin urgencia. Hasta que dio con la forma de retratar esa belleza como él pretendía: exuberante, nítida, con texturas que parecen tener volumen y salirse de la foto. Y, sobre todo, en su esencia, sin retoque, como licencia a su trabajo diario.
     Con árboles a tamaño natural, los detalles se perdían. Por eso, decidió probar con la densidad y escala de un bonsái: arces, olmos, pinos, tejos, acebos, ginkgos, granados, membrilleros, caquis o manzanos cedidos por el Museo del Bonsái Luis Vallejo y el centro Verdecora de Alcobendas (Madrid). Fueron ocho años capturando ejemplares en diferentes momentos, pues en pleno esplendor no se aprecia el patrón fractal de las ramas, los distintos colores de las hojas, los frutos o el romper de las yemas. Siempre intentando ocultar el tronco: ese minucioso ángulo que dispara el carácter monstruoso, imposible o surrealista en ciertas imágenes, más allá de las intricadas formas o texturas.

Arce japonés (Acer palmatum). Destaca por la delicadeza de sus hojas palmeadas cuando se despliegan en primavera. A.Savini

Membrillero japonés (Chaenomeles japonica). Al acabar el invierno, cobra vida con un delicado estallido de flores. A. Savini

Árbol de Júpiter (Lagerstroemia indica). Figuras geométricas a diferente escala se repiten en la naturaleza: un árbol, unos ríos confluyendo, o un minúsculo insecto.
Manzano (Malus pumila). A medida que este árbol envejece, la corteza se vuelve más texturizada, con fisuras profundas y un tronco retorcido, creando un aspecto a veces monstruoso.A.Savini
Caqui (Diospyros kaki). Cuando cayeron sus hojas, este caqui del vivero del maestro del bonsái Shinji Suzuki dejó relucir la pequeña cosecha de sus frutos. A. Savini

Almez (Celtis sinensis). Con su techo arbóreo a medio crecer, todavía se intuye la delicada estructura del almez. A. Savini
Pino blanco japonés (Pinus parviflora). A pesar de ser perenne, su verde dosel permite intuir su estructura. A.S.

14 noviembre 2025

Takahashi en Kumamoto, el cronista de Japón (083)

TAKAHASHI HIROSHI (1960, Japón)
El Cedro de Takamoridon (prefectura de Kumamoto)



Especie: Sugi (Cryptomeria japonica, familia de las cuprasáceas, subfamilia Taxodiaceae, género Cryptomeria).
Dirección: Takamori 3341-1, Takamori-machi, Aso-gun, Kumamoto-ken 869-1602.
Perímetro del tronco: 10,46 m. aprox.      Altura: 38 m.             Edad: 400 años
Designado Monumento Natural Municipal
Tamaño ★★★                  Vigor ★★★★★                  Porte ★★★★★
Calidad del ramaje ★★★★               Majestuosidad ★★★★★

La ladera suroriental de la majestuosa caldera volcánica del monte Aso está recorrida por la carretera nacional 265, que conduce hacia el puerto de Takamori. Tomando la desviación hacia el puerto de Kuroiwa por otra carretera más estrecha, aparece de pronto ante nuestros ojos una gran extensión de pastos tachonados de vacas, un plácido paisaje que parece obrar sobre el visitante un efecto purificador.
     Bajaremos de nuestro vehículo, traspasaremos la valla del pastizal y seguiremos hacia adelante, hasta que veamos, en una hondonada a mano derecha, lo que parece ser un bosquecillo. Se trata, en realidad, del Cedro de Takamoridon, que con tan solo dos troncos desarrolla una copa de proporciones gigantescas.
     El Cedro de Takamoridon consta de dos cepas, una masculina y otra femenina, ambas de forma muy peculiar, que crean un ambiente tan inquietante que algunas personas dicen, incluso, que prefieren no pasar demasiado tiempo en el paraje. No son totalmente injustificados estos temores, pues la tradición dice que fue aquí donde se quitaron la vida Takamori Korenao, castellano de Takamori, y su vasallo Mimori Nōin, un hecho legendario que parece confirmado por la lápida elevada a los pies del árbol.

     La cepa femenina, situada al Este de la otra (derecha, en la fotografía), da la impresión de llevar varios otros cedros pegados por la raíz y su figura transmite, como corresponde a su sexo, una sensación de amabilidad. La cepa macho, situada al Oeste, es menor en grosor, pero las ramas que se desarrollan en todas las direcciones a unos tres metros por encima del suelo alcanzan una enorme anchura. Diríase que ese caótico ramaje está agitado por un íntimo rencor, como si en él anidara el alma de aquel castellano que se dio muerte sin haber podido desquitarse del mundo. Entre las ramas, algunas han llegado hasta el suelo y, transformadas en nuevos troncos en ese punto, han comenzado a apuntar hacia arriba, mostrando una tenacidad sin límites. Y esto redunda también en ese ambiente inquietante al que me refería.
     Dos cedros de formas tan diferentes que no parecen crecidos en un mismo lugar. No hay forma de saber qué ha ocurrido en sus respectivos pasados, pero el ambiente que se respira a su vera hace pensar que cada uno de ellos arrastra su propio karma. Durante la toma de fotografías, el cielo se nubló súbitamente y comenzó a ventisquear. Sabía que la caldera volcánica del monte Aso es una zona de considerables nevadas, pero no imaginaba que iba a verme envuelto en semejante tormenta de nieve.
 
Número 083

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11 noviembre 2025

RAFAEL FONTÁN BARREIRO
La almazara de Catón. Olivos y aceite en Grecia y Roma
 

En "La almazara de Catón", Rafael Fontán nos propone un recorrido por los textos griegos y latinos que hablan sobre el cultivo del olivo y la fabricación del aceite. Las obras de Teofrastro, Virgilio, Plínio Viejo, Catón, Columela y Paladio son ejemplos de literatura sobre esta cultura ancestral. Porque agricultura es cultura y el aceite, al igual que el trigo y el vino, forma parte de la llamada tríada mediterránea, los tres cultivos básicos de nuestro rincón del mundo. 
     Desde hace muchos siglos, los olivos, cuidadosamente trabajados, han obsequiado con su fruto a muchas generaciones de hombres y mujeres. Las aceitunas nos han dado alimento, y el aceite, además, ha iluminado nuestras lámparas, nos ha suavizado la piel, nos ha perfumado y nos ha curado. Por esta razón, muchas son las culturas que han considerado que el olivo era un árbol sagrado. 
     Con este libro, además de reconocer y realzar la importancia del origen de la agricultura de este árbol tenaz y generoso que señorea buena parte de nuestros campos desde tiempo inmemorial, queremos rendir, sobre todo, un homenaje a los campesinos y campesinas que, con su trabajo sabio, tozudo, esforzado y silencioso, hacen posible cada año el milagro del aceite que nos hace.

Entrevista de VÍCTOR-M. AMELA, "La Vanguardia", nov-2025

Rafael Fontán Barreiro, profesor de cultura clásica, estudioso del olivo, (Foto: Dani Duch)

Tengo 73 años. Nací en Quintanar de la Orden (Toledo) y vivo en Cáceres. Estoy casado con la poeta Ada Salas. Tengo tres hijos (de 41 a 26 años) y dos nietos (3 y 6 años). ¿Política? Justicia social, amor y respeto. ¿Creencias? Creo en la humanidad. Canto Bach y toco música celta. 

¿Desde cuándo hay olivos? Hace cinco millones de años, en el Mediterráneo apareció el acebuche.

¿Qué es el acebuche? Una planta: olivo silvestre.

¿Y domesticamos la plantita? Hace 8.000 años, tras selecciones sucesivas e injertos.

¿Dónde? En Palestina.

¿Y cómo llegó el olivo a esta Península? ¡Los fenicios! Lo llevaron a Egipto, Jonia, Creta, el Egeo, el norte de África, las penínsulas Itálica e Ibérica: traían plantones a Tartessos... a cambio de estaño.

¿Cuándo? Unos 900 años antes de Cristo.

¿Tenemos olivos hace casi 3.000 años? Como el alfabeto y las casas cuadradas.

¿Y los olivos se adaptaron bien aquí? De Huelva a Extremadura y por el levante íbero, del estrecho de Gibraltar a los Pirineos.

Y hasta hoy. Lo curioso es que si plantas un hueso de aceituna... no saldrá un olivo. ¡Saldrá un acebuche! La semilla vuelve al origen, al abuelo, la planta silvestre ancestral.

Entonces, ¿qué hacemos? Plantar varas de olivo, de la variedad que sea, hijas de injertos milenarios... ¡y entonces sí crece un olivo!

Cada olivo sale de otro olivo, pues. Ya ve, ¡por eso digo que cualquier olivo tiene 7.000 años! Simboliza la esperanza de vida eterna. Lo plantas sabiendo que sus frutos los verán tus hijos o nietos.

Visito uno de dos mil años, Lo Parot... Hay muchos en España de 800 años...

¿Qué aportaron los íberos al olivo? Un uso local y familiar de aceitunas y aceite. Llegan los romanos aquí y la producción se industrializa.

¿Hasta qué extremo? La aceituna de la Bética se prensó en almazaras y el aceite se exportó a Roma en ánforas de 30 litros, por mar.

¿Qué es una almazara? Un edificio con habitáculos para almacenar aceitunas y el aceite obtenido tras prensarlas en una prensa.

¿Fue la aportación de Roma? Los romanos, militares, asolaban la tierra para alimentar a sus miles de soldados. Luego necesitaban a técnicos agrícolas, por emergencia nacional.

¿Técnicos agrícolas? Las mejores mentes de Roma escribieron minuciosos tratados de cultivo del campo, esto es, de “agricultura”.

¿Qué mentes? Catulo, Columela (de Cádiz), Varrón, Paladio, Plinio... detallan en sus tratados el correcto cultivo del olivo.

¿Por ejemplo? El suelo debe ser poroso, no arcilloso ni encharcable. La distancia entre olivos deberá ser de nueve metros. Mejor no podarlos mucho...

¿Ah, no? Los olivares antiguos eran bosques umbríos. Si se podan hoy es para favorecer el volumen de producción de aceituna.

¿Qué sabían los romanos? El olivo pide clima suave, una media superior a 3ºC. Un frío de 10ºC mata al olivo. Prefiere cotas inferiores a los 300 metros y no alejarse más de 60 kilómetros de la costa. Hoy eso ha evolucionado.

El aceite exportado desde la Bética, ¿adónde iba? A la corte imperial de Roma, a los ricos. Y para termas y gimnasios. Llegaban ánforas al puerto de Roma, cuyos cascotes generaron el monte Testaccio: 30 metros de altura.

¿Qué hacían los romanos con el aceite? Tras hacer ejercicio, se lo untaban en la piel, que luego raspaban con el estrígilo, una especie de cuchara.

¿No era para cocinar? Estamos usted y yo aquí porque nuestros ancestros comieron pan y olivas. Los mediterráneos hemos comido tres granos: aceituna, trigo (pan) y uva (vino).

¿Qué uso mayoritario daban al aceite? El primer aceite, el de oliva verde, era el más valioso: para perfumes y linimentos, higiene, cuidado corporal. La segunda cosecha, para la cocina. La tercera cosecha , para alimentar lámparas...

¿Y los griegos, antes, hacían igual? Atenas lo es por Atenea, la diosa: hizo brotar el olivo en la colina del Partenón, donde se multaba a quien dañase esos olivos. Su aceite era un premio para los atletas.

Bien por los griegos. Atenas crea el teatro y la democracia... gracias a la riqueza de su alfarería, necesaria para transportar vino... ¡y aceite!

Un olivo: emblema para un demócrata. Aunque Catón, primer literato latino, se opuso a que Roma saliese fuera de la península Itálica, su palabra para decir buen romano eraagricultor”.

Información:
https://godalledicions.cat/es/titols/la_almazara_de_caton/
https://www.lavanguardia.com/lacontra/20251108/11243180/olivo-siete-mil-anos.html 
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08 noviembre 2025

Dendrosenecio kilimanjari

Distribución geofráfica
Dendrosenecio es un género de plantas herbáceas perteneciente a la familia de las asteráceas. Comprende 13 especies descritas y de estas, solo 11 aceptadas.
     El género fue descrito por Rune Bertil Nordenstam y publicado en Opera Botanica 44: 40. 1978.​ La especie tipo es: Dendrosenecio johnstonii (Oliv.) B.Nord. 
     En las laderas brumosas del Kilimanjaro-Tanzania crece, en un ecosistema único, un bosque afroalpino prehistórico con numerosos endemismos entre los que destaca Dendrosenecio kilimanjari. Estas plantas son verdaderas reliquias vivientes que han evolucionado durante millones de años para adaptarse a uno de los climas más extremos de África. 
      Las Dendrosenecio kilimanjari alcanzan hasta 10 metros de altura y tienen una estructura peculiar que las hace parecer esculpidas por manos antiguas. Su tronco esponjoso y grueso retiene agua, mientras que sus hojas se cierran por la noche como una protección natural contra el frío gélido de la montaña. Algunas de ellas tienen más de 100 años y solo se encuentran en unos pocos puntos específicos de África oriental. Las hojas muertas lo protegen de las heladas diarias. En el Ecuador no hay estaciones, los días duran 12 horas todo el año, así que en altura hiela de noche todos o casi todos los días.
     A pesar de su aislamiento, este ecosistema no está libre de amenazas. El cambio climático está modificando la línea de niebla que permite la vida de estas plantas, y el incremento del turismo mal regulado pone en riesgo su equilibrio delicado. Es importante visitar este lugar con la conciencia de que no se está entrando a un parque cualquiera, sino a uno de los últimos refugios naturales del pasado profundo de la Tierra.
     Explorar este bosque es adentrarse en un mundo que parece haber escapado al reloj de la civilización. El suelo está cubierto de musgo, los helechos trepan por las rocas húmedas y el aire se vuelve más denso conforme uno asciende. Cada paso revela formas de vida que solo existen en este rincón del planeta, y aunque la ruta hacia el bosque afroalpino no es sencilla, aquellos que llegan hasta allí aseguran que es una experiencia casi irreal.
 
Información:
https://en.wikipedia.org/wiki/Dendrosenecio_kilimanjari
https://www.facebook.com/jardinetnobotanicofranciscopelaez/posts/dendrosenecio-kilimanjari-es-una-planta-gigante-que-se-encuentra-en-la-cima-del-/3208589255918934/
https://es.wikipedia.org/wiki/Rune_Bertil_Nordenstam
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05 noviembre 2025

El Roble Majestad, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
Los robles de Fredville Park

El roble Majesty, también conocido como el roble Fredville, es el roble más grande de Gran Bretaña, y tal vez de toda Europa. Se encuentra en el parque Fredville, cerca de Canterbury. Está situado en un terreno privado y sólo puede visitarse con el permiso de los propietarios. El parque circundante está abierto al público a pie (la carretera de entrada es privada y sólo para vehículos autorizados) y contiene otros árboles inmensos. Majesty está situado cerca de la casa antigua.
       Una medición de 1793 situaba su perímetro normal (a una altura de 1,5 metros) en algo menos de 9,5 metros. Doscientos años después, en 1993, el perímetro era de 12,04 metros. Su edad se desconoce pero una amplia estima le da mas de 500 y hasta los 1000 años, aunque esta última hipótesis se basa en un posible cambio de nombre de otro árbol identificado en 1554.
     Para más información, pueden visitarse estos lugares de Internet, de donde proceden estas fotos: http://www.nonington.org.uk/the-fredville-estate/the-trees-of-fredville-park/
https://www.cronodon.com/NatureTech/majesty.html
 

Localización: Fredville Park, Kent   --  Especie de árbol: roble común  (Quercus robur)
Coordenadas:   51.215244, 1.230437  --  N51 12.915 E1 13.826   -- 51° 12' 54.88" N, 1° 13' 49.57" E
Altitud: 65 m      Descarga GPX

 
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