"Quién hubiera dicho que estos poemas de otros iban a ser míos, después de todo hay hombres que no fui y sin embargo quise ser, si no por una vida al menos por un rato..." Mario Benedetti.
A los amantes de los árboles,... localización, poesía, cuentos/leyendas, etc.
REYES ALEJANO,la ingeniera que descifra la edad de los últimos árboles milenarios de España por S. FERRER en "El Confidencial"
La ingeniera Reyes Alejano descifra la edad del último bosque milenario de España. (E
La madera también tiene una historia que contar. La dendrocronología
es una ciencia joven y de extravagante nombre que estudia la edad de
los árboles y permite desde gestionar mejor nuestros bosques hasta
reconstruir el comercio maderero de hace siglos. La investigadora de la
Universidad de Huelva (UHU) Reyes Alejano es una de las encargadas de
narrar esta historia. Para ello cuenta con el apoyo de una de las becas
que National Geographic ofrece a científicos, fotógrafos y periodistas y que esta semana ha presentado en Madrid. Los anillos de crecimiento
de los árboles son una huella digital que no miente: gracias a ellos es
posible saber el año exacto en el que se cortó la planta, pero también
la especie e incluso la zona geográfica. "Pensábamos que había menos
comercio maderero, bastante desconocido porque no se presta atención al
material, que también lleva historia aunque no se piense", explica a
Teknautas la ingeniera de montes. Conocer la edad de la madera
es sólo una parte del trabajo de Alejano, más centrado en el estudio de
árboles vivos. Al contrario de lo que pueda parecer, para datar una de
estas enormes plantas no es necesario talarla: "No cortamos, extraemos
un cilindro de unos cinco milímetros de diámetro de
muestra cuya longitud va desde la corteza hasta el centro del árbol". La
resina natural que genera el organismo facilita que la 'herida' se
cierre antes de causar daños.
¿Cuánto puede vivir un árbol? Hoy
sabemos la respuesta, que no por ello deja de ser fascinante. El 6 de
agosto de 1964 un estudiante universitario cortó en las montañas del
este de Nevada (EEUU) al pino 'Prometeo', que había nacido 5.000 años
antes, más o menos cuando el ser humano comenzaba a usar la escritura
cuneiforme. Más allá de este récord al organismo más antiguo conocido,
los bosques milenarios todavía sobreviven. También en España.
Los pinos milenarios de Jaén
"No
es tan fácil que haya bosques milenarios, en Europa no quedan muchos
aparte de Albania, Grecia y España", comenta la ingeniera. La Sierra de
Cazorla (Jaén) alberga pinos salgareños de algo más de mil años que
vieron la luz poco antes de que comenzara la Primera Cruzada. Alejano centró su tesis doctoral precisamente en esta especie, 'Pinus nigra', la más longeva de nuestro país.
La
importancia de estos datos va más allá de la mera curiosidad, ya que
permite saber "cómo funciona el bosque", su dinámica y su evolución. Así
podemos calcular cuánto vive un árbol, cuándo surge la siguiente
generación y a qué edad se pueden talar. "La gestión de los bosques es
desconocida. Hay una mala educación ambiental porque la gente cree que
cortar un árbol es un crimen, cuando todos nos sentamos en sillas de
madera, más fáciles de reciclar que unas de plástico".
"No quedan
bosques sin gestión en Europa. Nosotros trabajamos con 'manchitas'
relegadas a zonas de montaña, aunque aquí hemos tenido la gran suerte de
que en las cordilleras béticas se han conservado bastante". La
ingeniera defiende la buena gestión de los bosques españoles, a pesar de
que "hemos heredado unos bosques muy utilizados porque tenemos una
historia muy larga con muchas civilizaciones". Nuestra responsabilidad
ahora reside en cuidar esta herencia y el primer paso es preguntarles a
los árboles cuántos años tienen.
ALFONSO VÁZQUEZ, en"La Opinión" de Málaga Dos mil árboles para el Guadalhorce, Málaga
La ONG ecologista, que el año que viene
cumplirá tres décadas, lleva ocho años creando junto al paraje natural
de la Desembocadura del Guadalhorce una pantalla vegetal de cerca de
2.000 árboles y arbustos gracias a voluntarios y empresas
De izquierda a derecha,
Guillermo Castilla, la británica Patricia Macaulay, Antonio Miguel
Sánchez y el presidente de Almijara, Miguel Ángel Barba, esta semana
junto a la Desembocadura del Guadalhorce. ÁLEX ZEA
Cuando las empresas cogen el azadón
En
los ocho años que Almijara lleva plantando la pantalla vegetal junto al
paraje natural del Guadalhorce han sido muchas las empresas que han
apadrinado la iniciativa. Y no sólo con dinero para comprar árboles y
arbustos sino con parte de sus trabajadores y familiares listos para
cavar con el azadón. «Los que más nos están ayudando son las
empresas. Les organizamos una mañana, les explicamos cómo se planta, las
medidas de seguridad de todo el proyecto y ellos mismos plantan lo que
han apadrinado», explica Miguel Ángel Barba, presidente de Almijara. La
mayoría de las empresas que han colaborado son malagueñas, aunque
también hay nacionales. A continuación, la lista de empresas y entre
paréntesis los árboles y arbustos apadrinados: Bar Tula (40), Sfera
Proyectos Ambientales (30), Rain Central SL (50), Skyteam (400),
Fundación Más Capaz-Adecco (200), Oracle (125), Fujitsu Team (740),
Onspain Languages & Services SL (140). Además, también han
colaborado con sus plantones ISA (53) y el Colegio de Las Esclavas (90),
cuyos alumnos los han plantado y apadrinado de forma individual y lucen
sus nombres. Como destaca Miguel Ángel Barba, Fujitsu Team es la
empresa que durante más años ha colaborado (desde 2010). Almijara
calcula que solo la generosidad de Fujitsu ha logrado reducir la huella
del dióxido de carbono en 97.000 kilos. En otoño será el turno de
Booking.
Si alguien rescata este artículo dentro de 30 años y se va al mismo
punto de la Desembocadura del Guadalhorce donde tiene lugar el
reportaje, es muy posible que compruebe que los árboles han crecido lo
suficiente como para que la ciudad de Málaga deje de llamar a la puerta
de este paraje natural.
«Una vez estábamos observando aves con
Antonio Tamayo, el agente ambiental del Guadalhorce y dije, hay que ver,
hace 40 años esto era una selva, no se veía nada, era todo campo
alrededor y hoy en día te pones a mirar con los prismáticos y dices:
anda, un tío en el balcón», cuenta Miguel Ángel Barba, presidente de
Almijara.
Desde hace ocho años, esta ONG con sede en Pedregalejo
hace todos los esfuerzos posibles por crear, a lo largo de ocho
kilómetros, una pantalla vegetal que aísle la zona de la ciudad. De
hecho, mientras habla, Miguel Ángel da la espalda a los bloques de
Parque Litoral, el centro Inacua y el estadio de atletismo, una
expansión urbana que los ecologistas quieren mitigar. «Surgió la idea de
crear una pantalla para aminorar el impacto paisajístico, por eso hemos
metido plantas de crecimiento rápido como pinos, álamos o casuarinas,
que no son de aquí, pero dan árboles de gran porte», explica Antonio
Miguel Sánchez, voluntario de Almijara.
Pinos piñoneros y
carrascos, adelfas, lentiscos, acebuches, fresnos... Una brigada ligera
de árboles y arbustos junto al canal de desagüe que hay al lado del río,
una primera línea verde frente a la ciudad que también incluye
cipreses, «no porque el árbol sea realmente especial sino porque hay
pajarillos a los que les gusta mucho las semillas», señala Miguel Ángel,
que explica que además de aminorar el impacto visual, el proyecto de
Almijara, llamado Pantalla Paisajística del Guadalhorce, proporciona
tranquilidad a las cientos de aves que viven y crían en la zona.
Los
árboles se plantan en enero y febrero todos los años y en verano, sobre
todo en julio y agosto, viene el mantenimiento de esos árboles
primerizos, en forma de riego semanal, aunque algún año muy seco han
comenzado a regar en junio.
Hasta la fecha, la veterana
asociación, que el año que viene cumplirá 30 años, ha plantado 1.868
árboles y arbustos. Algunos de los plantados los dos primeros años miden
ya entre dos y tres metros.
Una de las artífices de este
milagro, que se explica por la constancia y la ilusión, es la veterana
británica Patricia Macaulay, voluntaria de Almijara así como de Médicos
sin Fronteras y miembro de la Asociación de Amigos de La Concepción. El
calor de una tarde de agosto no hace mella en esta residente en
Torremolinos y malagueña de adopción desde 1974.
«Me gusta mucho
el paraje natural y colaboro con Almijara desde hace más de diez años»,
cuenta. Patricia es la encargada de «llenar los cacharros»: garrafas de
cinco y ocho litros que alimenta con una manguera conectada a un
depósito de agua de mil litros que transporta la batallada furgoneta de
Almijara. La asociación cuenta con una llave con la que poder entrar en
las inmediaciones del paraje, pues la circulación de coches, prohibida,
se ha conseguido atajar bastante con la presencia de topes y muretes que
han logrado frenar los botellones motorizados del pasado, cuenta Miguel
Ángel Barba.
Perros, no, por favor
Pero
como explica el presidente, «hay menos basura, todo está más controlado
pero por otra parte viene más gente a pasear, en bici y a correr y eso
hace que la gente traiga perros, que ocasionan bastantes problemas a las
aves, porque hay algunas que nidifican en el suelo, en matorrales bajos
y eso que se supone que en los espacios naturales no se puede entrar
con perros». Otro
de los voluntarios, desde hace 12 años, es Guillermo Castilla, un
profesor de piano de 28 años que carga con las garrafas de cuatro en
cuatro. Un caso meritorio porque, a decir verdad, escasean los
voluntarios.
«Desde que empezó la crisis, en Málaga ha
desaparecido casi el 70 u 80 por ciento de las asociaciones
medioambientales que había y las subvenciones, con lo único que se
podían hacer actividades, desaparecen», cuenta Miguel Ángel Barba, que
explica que la crisis también ha hecho que muchos voluntarios dejen de
colaborar para buscarse la vida.
En el caso de Miguel Ángel, que
trabajaba de formador ocupacional en materia medioambiental, ahora está a
cargo junto a su mujer de una academia de inglés. De hecho, es el único
fundador de la asociación que continúa en ella. Nació en 1987, tras un
primer curso de monitores medioambientales organizado por la Diputación y
la antigua Agencia de Medio Ambiente. «Cuando terminamos hubo un grupo
de gente que dijimos, bueno, y ahora qué y decidimos montar la
asociación, con el nombre de Almijara, porque por entones estaba a punto
de salir la ley de espacios públicos de Andalucía y la Sierra de Tejeda
y Almijara se quedaba sin protección».
En la actualidad, Miguel
Ángel Barba calcula que queda algo más de la mitad para reforestar los
ocho kilómetros junto al Guadalhorce, que la asociación ha dividido en
siete sectores, desde Los Chopos a la playa.
Aunque siempre
faltan plantas y mano de obra, este año han recibido una ayuda
inesperada: «Hemos plantado más árboles gracias a que cerraron el vivero
de Ardales y nos trajimos dos furgonetas llenas de plantas», explica.
«Sólo
quedan 100 cien litros de agua», anuncia Patricia. Son las 9 de la
noche y las aguas estancadas del canal de desagüe comienzan a ser
sobrevoladas por nubes de mosquitos. Los árboles reciben los últimos
riegos. Misión cumplida. Es posible que dentro de 30 años varias hileras
de árboles frondosos transmitan la sensación de que estamos en medio
del campo. En el paraíso de la Desembocadura.
Protección Menos coches pero cada vez más perros Los
ecologistas creen que las medidas para impedir el acceso de coches en
el entorno de la Desembocadura del Guadalhorce están surtiendo efecto,
aunque critican que siguen abundando los perros, prohibidos en la zona.
Canal de desagüe Vida animal también aquí Los
ecologistas llaman la atención sobre la explosión de vida natural en
toda la zona, incluido el canal de desagüe junto al río, a veces con
agua salada. En la foto, dos cigüeñuelas en el canal esta semana.
Riego de verano Una vez a la semana Para
que la última partida de plantas no se pierda en los meses de más
calor, en julio y agosto los voluntarios de Almijara acuden una vez a la
semana a la zona para regarlas. Consideran un éxito que sólo se pierda
el 20 por ciento.
Pasarela del guadalhorce Mejor en el puente de la Azucarera La
ONG Almijara ve con preocupación el proyecto de pasarela próxima a la
desembocadura del Guadalhorce. Los ecologistas prefieren que se adapte
el puente de la Azucarera para que las molestias a las aves sean las
mínimas.
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17 junio 2017
LUIZ GONZAGA, biólogo brasileño planta 3000 árboles y recupera 20 mil m2 de vegetación Por Raúl Mannise Caminando entre las plantas le gustaba repetir que la
naturaleza sólo necesita un pequeño empujón para mostrar su gracia (Extracto del artículo de ECO-PORTAL)
Cerca de Río de Janerio está la laguna de Itaipú. Hace años que Luiz Gonzaga trabaja en su recuperación. El proyecto para recuperar la zona comenzó en 2012 en el borde del canal
Camboatá. Aquí la vegetación ya es casi impenetrable. Los esfuerzos más
recientes también han mostrado resultados en la frontera de río João
Mendes, donde unos 300 arbolillos dan un tinte verde a la tierra negra. Él
sólo se ha ocupado de plantar y cubrir con una botella de plástico para
proteger de los cangrejos a la jóvenes plantas. Una vez crecen lo
suficiente se retiran las botellas para evitar la contaminación del
plástico.
Al igual que los cangrejos, los pájaros también regresaron a las orillas de la laguna Itaipú gracias al trabajo incansable de reforestación realizado por Luiz, que ha plantado más de tres mil árboles y recuperando unos 20 mil metros cuadrados en la zona de la laguna.
Cuando los árboles crecen regresan las aves, cangrejos y lagartos. Este es el tipo de cosas que cualquiera puede hacer, y son las que realmente pueden hacer una diferencia en este mundo- dice Gonzaga-, rodeado de diversos árboles en el tramo Río João Mendes.
Recupera también un lugar que antiguamente era usado para verter escombros y hoy es una reserva natural y se encarga de mantener la biodiversidad de la laguna. Además coordina esfuerzos en un parque nacional cercano, del cual la laguna también forma parte, para trabajos de educación ambiental y limpieza del sector donde se involucra a los más pequeños.
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15 junio 2017
VALENTÍN CARRERA ¿Por qué no arden los montes de Suiza y sí los del Bierzo?
Las consecuencias de que la sociedad viva de espaldas al bosque
Una cita académica (para impartir dos conferencias en la Universidad de Fribourg, sobre mi reciente viaje a la Antártida y sobre el viaje interior al Bierzo), me ha permitido gozar de la contemplación de un país cuyo paisaje emociona y enamora: Suiza. Profundamente indignado por las oleadas de incendios que año tras año devastan Galicia y El Bierzo, y en especial por el reciente crimen ecológico contra la Tebaida, durante todo el viaje por Suiza no he podido apartar de mi mente la última estampa negra, cenicienta y humeante del Valle del Silencio, que había recorrido pocos días antes. A medida que la ventanilla del tren —limpio, puntual y silencioso— me iba mostrando el paisaje del lago Lemans y la espléndida postal de los Alpes, no dejaba de torturarme con una sola pregunta, ¿por qué los bosques de Suiza no arden y los de Galicia y El Bierzo sí? Una explicación simple sería porque en Suiza no gobierna el Partido Popular, pero no me gustan las explicaciones simplonas, como algunas que culpan del desastre a un imbécil con una cerilla y mucho viento. En Suiza también hay mucho viento, imbéciles e incendiarios, pero el monte no arde… porque las autoridades y toda la sociedad se lo toman en serio. Con o sin cerilla, el bosque arde cuando está abandonado, como los montes bercianos, ignorados por una Consejería de la Junta de Castilla y León cuyo titular debería estar procesado penalmente por presunta prevaricación y negligencia, además de las responsabilidades políticas que requieren su dimisión (o, dado que aquí no dimite nadie, su cese inmediato y ejemplar por el presidente Herrera), como habría ocurrido en Suiza y en cualquier país europeo no tercermundista. Un tercio de Suiza son bosques. En los últimos veinte años han sufrido una media anual de 90 incendios y 374 hectáreas. El incendio de la Tebaida cuadruplica todos los bosques quemados en Suiza durante un año. Algo estaremos haciendo mal como sociedad y algo estarán haciendo mal nuestros gestores autonómicos y locales. El bosque suizo es una inmensa fuente de riqueza sostenible (cuando se lee el Plan forestal que el Ayuntamiento de Ponferrada guardó en un cajón desde 2008, se ve el potencial económico que hemos desperdiciado). El bosque crea miles de puestos de trabajo: 6.223 empleos directos, la mayoría a tiempo completo, en mano de obra forestal (nuestras famosas brigadas); y más de 80.000 empleos en la industria de la madera. Los suizos consideran que la biodiversidad de sus bosques —más de 26.000 especies— es más importante que plantar pinos y eucaliptos, monocultivo incendiario. Desde pequeños, los escolares y las familias van una vez por semana al bosque, hacen allí sus cabañas y barbacoas, sin que pase nada. [Todos los datos en La forêt suisse en bref; y les invito a visitar la web www.lfi.ch, Inventario forestal nacional, para entender por qué los bosques suizos no arden]. Porque hay prevención diaria y permanente. Los bosques están limpios de maleza, no almacenan las toneladas de combustible que nuestros montes apilan en sus laderas. Porque la propia biodiversidad, frente al monocultivo eucalíptico o apocalíptico, frena e impide los incendios descontrolados. Tampoco es preciso ir a Suiza: estas cosas las supieron desde siempre nuestros abuelos, respetuosos con los bosques de acebos, robles, encinas, nogales y castaños. Créanme, es muy difícil quemar un bosque de acebos… Los bosques suizos no arden porque, además de la educación ciudadana, del sentimiento de pertenencia común o colectiva (¡Ubuntu!: si todos ganan, tú ganas), hay una vigilancia permanente. Una vigilancia seria y eficaz, no el paripé nuestro, sin medios ni recursos, con promesas de cámaras y patrullas, reiteradamente incumplidas. Los bosques suizos no arden porque nos llevan trescientos años de adelanto —la democracia más antigua del mundo— y un alcalde al que se le quemaran mil hectáreas en su municipio sería inmediatamente expulsado; y ningún juez suizo osaría archivar, sin investigar, un delito ecológico de graves consecuencias económicas y ambientales. Contemplando el paisaje de postal entre Genève y Lausanne, entendí mejor, con envidia y con tristeza, por qué arde el bosque del Bierzo: porque llevamos décadas sin prevención ni vigilancia, sin ningún planeamiento forestal, despreciando (como nuevos ricos paletos que somos) el aprovechamiento económico sostenible de nuestros montes, apostando por repoblaciones salvajes, devastadoras; porque ha habido una absoluta dejación de funciones desde la Junta de Castilla y León en el ejercicio de sus competencias; pero también porque la sociedad berciana, a diferencia de la suiza, vive de espaldas a nuestros bosques. Por eso esta sección grita, ¡Arriba las ramas!
CHISTOPHER THOMOND & PATRIC BARKHAM Un año en la vida de un roble Quien no quiera saber del cambio climático que no escuche a este granjero,Peter Duxbury. Aquí sólamente voy a reproducir las fotos del artículo.