13 agosto 2010

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (Moguer, Huelva, 1881-1958)
Entretiempo
 
Los árboles deslumbrantes
del otoño, por la tarde,
en esos parajes limpios
del campo, cuando se han ido
todos, y no queda más
que uno con la soledad!

¡Las cosas que ellos nos dicen!
¡Los inmensos imposibles
que nos transparentan! —¡Oro
eterno nos quema los ojos!—
¡No acaba la hoja con sol
ante nuestro corazón!


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11 agosto 2010

PEDRO SALINAS (Madrid, 1891-1951)
El árbol menos

En el filo de! hacha
me llevaron
un pedazo del mundo.
Ciprés:
largas sombras azules
en un muro encalado,
veo.
El ruiseñor cimero,
cantarín del antojo.
oigo.
Por su masa secreta,
índice vertical
del paisaje seguro,
sé.
En el filo del hacha
me lo llevaron todo.
Cierro los ojos
ante paredes blancas,
se me empapa el silencio
de ruiseñor huido,
tiemblo, inmóvil,
en campiña sin clave.


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09 agosto 2010

JORGE GUILLÉN (Valladolid, 1893-1984)
Abril de fresno
 
Una a una las hojas, recortándose nuevas,
Descubren a lo largo del abril de sus ramas
Delicia en creación. ¡Oh fresno, tú me elevas
Hacia la suma realidad, tú la proclamas!

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05 agosto 2010

MIGUEL DE UNAMUNO (Bilbao, 1864-1936)

De este árbol a la sombra
descansó un día;
de esto hace ya más de trescientos años,
y aún el recuerdo en su follaje vibra.
Y ese sagrado ruiseñor que el nido
guarda en las ramas, guarda la doctrina
que de labios oyó del santo andante
un ruiseñor como él. Cuando declina
el mismo sol de entonces
y va alargando al pie de la colina
del árbol secular la fresca sombra,
gorjea la avecilla
las palabras que el hombre e lengua humana
dijo a lengua del cielo traducidas.
El árbol las entiende y su follaje
oyéndolas palpita.


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02 agosto 2010

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (Huelva, 1881-1958)
Árboles altos

¡Abiertas copas de oro deslumbrado
sobre la redondez de los verdores
bajos, que os arrobáis en los colores
mágicos del poniente enarbolado;
en vuestro agudo éxtasis dorado,
derramáis vuestra alma en claras flores,
y desaparecéis en resplandores,
ensueños del jardín abandonado!

¡Cómo mi corazón os tiene, ramas
últimas, que sois ecos, y sois gritos
de un hastío inmortal de incertidumbres!

¡Él, cual vosotras, se deshace en llamas,
y abre a los horizontes infinitos
un florecer espiritual de lumbres!
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