14 marzo 2021

U2 - The Joshua tree

U2 - THE JOSHUA TREE
One Tree Hill
      «One Tree Hill» es la novena canción y el penúltimo sencillo del álbum The Joshua Tree lanzado el 1987 por el grupo irlandés U2. El sencillo fue editado exclusivamente en Nueva Zelanda y Australia en 1988 donde llegó al número uno de los charts nacionales. El título del tema One Tree Hill se refiere a una torre volcánica de la ciudad de Auckland en Nueva Zelanda. El último árbol de este monte volcánico fue cortado el año 2000.
      El texto de la canción tiene varias interpretaciones y rinde tributo a dos personas: a un amigo neozelandés de Bono, Greg Carrol, que falleció en un accidente de moto en Dublín en 1986, y a la memoria del cantautor chileno Víctor Jara.
            
Parte del texto dice: 
...
Y en el mundo, un corazón oscurecido, una zona de fuego
Donde los poetas hablan del corazón y después son desangrados,
Jara cantó su canción, un arma en las manos del amor,
Se sabe que su sangre aún grita de la tierra

Corre como un río, corre al mar
Corre como río al mar.

No creo en pinturas de rosas ni en corazones rotos
Mientras disparos violen la noche de los misericordiosos
Te veré de nuevo cuando las estrellas caigan del cielo
Y la luna se haya enrojecida sobre el monte de un árbol.

Y correremos como un río, como un río corre al mar
Correremos como un río al mar...
      El tema fue tocado frecuentemente durante la gira del Joshua Tree Tour y Lovetown Tour con su última interpretación a principios de los 90. A partir de ahí no fue interpretada públicamente por U2 hasta el año 2006 en Auckland durante la gira Vertigo Tour y dos veces en shows en Tokio. En la gira U2 360° Tour volvió a ser interpretada en cuatro ocasiones (Chicago, Auckland y en Santiago de Chile junto a la cantante chilena Francisca Valenzuela).
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11 marzo 2021

Takahashi en Kioto, el cronista de Japón (023)

 TAKAHASHI HIROSHI (Yamagata, 1960)
Grupos de fukujō daisugi de Shimokuroda (prefectura de Kioto), Japón

Especie: Sugi (Cryptomeria japonica, familia Cuprasáceas, género Cryptomeria).
Dirección: Katanami-chō, Keihoku, Ukyō-ku, Kyōto-shi, Kyōto-fu 601-0401, Japón
Perímetro del tronco: 15,2 m.     Altura: 30 m.     Edad: 800 años.
Tamaño:★★★★★   Vigor:★★★   Porte:★★★★★   Calidad del ramaje:★★   Majestuosidad:★★★★★


La zona arbolada en que se forman los manantiales del río Katanamigawa es un área de extracción de madera que viene siendo preservada desde el periodo Heian (794-1185) y que durante siglos surtió de material de construcción la antigua capital de Japón, Kioto, y el antiguo palacio imperial allí situado. Son extensos bosques de sugis japoneses -que no cedros- con todo el peculiar encanto que aporta esta especie. Sin embargo, los sugis que crecen en esta región no son los típicos árboles de tronco simple y recto que vemos en otros lugares: son los fukujō daisugi, que desarrollan varios troncos de un único pie. La técnica del daisugi consiste en ir talando ordenadamente cada uno de esos troncos para que salgan otros muchos. De un solo cedro se pueden seguir extrayendo troncos a lo largo de más de 300 años. Los árboles gigantes que hallamos aquí son, pues, en cierto sentido, árboles creados por el ser humano. La evolución de los estilos arquitectónicos y otras circunstancias redujeron la demanda de este tipo de explotación y, para inicios del periodo Muromachi (1336-1573) puede decirse que la época del daisugi había quedado atrás. Descuidada, la zona cayó en un olvido de siglos, pese a lo cual estos complejos de sugis continuaron creciendo hasta que, una vez más, han pasado a ser objeto de atención, esta vez por su tamaño, que parece rozar sus propios límites de crecimiento. Entre estos ejemplares hay algunos con troncos de 15 metros de perímetro. Contemplando su singular ramaje y su gigantesco tronco, es difícil sustraerse a un sentimiento de reverente temor.
     Grupos de estos peculiares sugis motean las colinas que se extienden entre Keihoku, en el distrito de Ukyō, y Hanase, en el de Sakyō, ambos en Kioto. Visitando esta zona se percibe de una forma muy directa el esplendor de la vieja capital. Declarada Área Natural Protegida, este espacio ofrece rutas de senderismo y, debido a lo intrincado de su orografía, se ofrecen también visitas guiadas. Se dice que en el área protegida existen más de 250 árboles con tronco de diámetro superior a los tres metros, cuya presencia contribuye aún más a transportar al visitante a un mundo ubicado en otra dimensión. En tres horas de caminata no demasiado dura es posible dar una vuelta a toda el área, por lo que se ha convertido en un lugar ideal para desconectar de los agobios de la vida diaria. 

  

Numero 023

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08 marzo 2021

Gloucester Tree, escalera al cielo, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
Gloucester Tree, West-South Aussie

Foto 1
      El territorio que actualmente forma el Parque Nacional Gloucester (al sur del territorio de Australia Occidental) tiene entre sus árboles notables un grupo denominado “los cuatro ases” formado por cuatro Eucaliptus diversicolor, especie esta a la que se llama en zona “Karri” y a la que se considera la más noble de las más de 600 especies de eucaliptos existentes. (Foto 1) Se dice que tienen unos 400 años y una altura de 75 metros. El parque (y un determinado árbol) recibió el nombre por una visita real de 1947. Ese año, el entonces Gobernador General de Australia, Su Alteza Real el Duque de Gloucester, visitó la zona que desde entonces lleva su nombre. Entre los años 1937 y 1952 se seleccionaron allí ocho árboles para usarlos como puestos de vigilancia de incendios. Coincidiendo con la visita del gobernador y para mostrarle en qué consistía tal selección, se le llevó a ver la preparación de uno de esos árboles, el que ahora lleva su nombre. Antes, y para comprobar si era válido como mirador, el silvicultor Jack Watson lo escaló ayudado por unas botas y un cinturón, lo que le llevó seis largas horas entre subir, comprobar si era válido y regresar. Los peldaños que sirven de escalera para la subida (acero corrugado como el de la construcción), se clavaron en la madera después de barrenarla con un berbiquí. El duque mostró su interés por las herramientas y el método y decidió hacerlo el mismo. Estuvo un poco dándole al berbiquí y dijo que no parecía muy difícil, a lo que le manifestaron que ni siquiera había traspasado la albura del árbol. 
     Hoy el árbol (Gloucester Tree), ya no es una torre de vigilancia, pero sigue siendo una atracción turística. Ya en 1963 se estimaba que más de 3000 personas habían subido allí. En 1973, la cabaña de madera original fue reemplazada por otra de aluminio y acero con galería, que está situada a unos 53 metros de altura, diez por debajo del punto más alto del árbol. Durante un tiempo se daba un recuerdo a los turistas que subían a la cabaña de observación, pero luego se suprimió. 
     Thomas Pakenham en su libro “Árboles Excepcionales del Mundo”, publicado en 2003, dice que un guardabosques le había mencionado tres muertes desde que él trabajaba allí. Los tres por problemas de corazón, uno hombre había fallecido al llegar a la cabaña, otro bajando y cayó al suelo y un tercero ya en el autobús. 
     El vídeo está grabado con un dron y nos da una idea de cómo es la subida al árbol de Gloucester. Finalmente debo decir que no hay turnos para subir o bajar y puede ser fácil que te encuentres a alguien a media escalera…

Foto 2
Lista de Eucalyptus con nombre propio
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05 marzo 2021

Carmen Conde - Todas las miradas...

CARMEN CONDE, (Cartagena 1907-1996)
Todas las miradas son árboles que se deshojan


Las miradas son árboles que se deshojan.
Hay que penetrar lo compacto,
que taladrar el misterio para descubrir el suelo
cubierto de álamos, de olmos,
de palmípedos cedros.

La prieta vegetación humilla bajo el peso del tiempo
su copiosidad radiante, de éteres húmeda...
¡Ah el precipitado ímpetu
de las ramas, de las miradas
cortándose de sus troncos!

Apenas algo, apenas el ácido vaho que dilatan
los dientes del rebaño implacable
cuando muerde el pasto...
Humarada invisible de verdor desgarrado,
cálido penacho de olores.

Las perdemos, cortándonoslas inconscientes
de larga contemplación.
Y nos quedamos en tierras desiertas,
en arrasadas orillas,
en fingidos oasis sin agua ni palmeras.
¿Por qué, hasta cuándo, en qué momento
se reunirán todas esas miradas en haz trepidante,
para hacerse breve rayo definitivo?

¡Este viscoso suelo resbaladizo,
las mareas de hojas que eran ojos
agarrándose a las cosas, a los seres, a la ilusión de ver!

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