2/12/2020

IGNACIO ABELLA
El viejo árbol y la cuidad, 1ª parte
Publicado en VerdeCiudadRadio3

     El viejo árbol lleva décadas, incluso cientos de años, viviendo en el mismo lugar, extendiendo ramas y raíces y generando salud y vitalidad sobre su entorno. Podríamos decir que se encuentra en ese preciso lugar porque los gestores de ese territorio, sus vecinos o dueños, lo han respetado y conservado, por simple aprecio o como reconocimiento a las múltiples funciones que el árbol tiene en el paisaje. 
     Un árbol viejo es todo un símbolo de la sabiduría y cultura de las generaciones que han sabido preservarlo. Su valor es incalculable por la edad, la belleza y la fuerza que transmite a quienes lo contemplan o gozan de su sombra y presencia… Sin embargo, el urbanista o el arquitecto se encuentra con frecuencia que ese árbol, bosque o arboleda, está precisamente en las inmediaciones del sitio en el que ha de desarrollar su proyecto. Es entonces cuando ha de actuar con toda la sensibilidad, calma y previsión que el caso requiere, recordando siempre que un simple error, una actuación de apenas diez minutos, puede determinar la pérdida irreparable de un árbol.
     Es preciso recordar que somos, en cierto sentido, intrusos, recién llegados. Que del mismo modo que nuestros antecesores supieron transmitirnos este verdadero monumento vivo, tenemos la obligación moral, a veces también legal, de entregarlo a nuestros sucesores en el mejor estado posible… El proyecto debe, por tanto, integrarse a ese espacio singular, respetando las integridad del viejo árbol y adaptándose a su entorno. Es preciso en todo caso, para minimizar el impacto de la obra, un estudio previo a cargo de un experto, que contemple especialmente el desarrollo del sistema radicular, casi siempre mucho más extenso que la proyección de la copa, y los mecanismos de protección del árbol durante la obra y posteriormente.
     La obra debe adaptarse al árbol, no al revés. Bajo esta premisa seguramente descubriremos que, finalmente, la propia obra o edificación que ha integrado correctamente el reto de asimilarse a ese espacio ya habitado, adquiere en consecuencia madurez, armonía y originalidad.

“El viejo árbol y la ciudad”, de Ignacio Abella, autor de “El gran árbol de la humanidad”.


Fotografía Árbol Gordo en la década de 1930. Facilitada por Ayto. de Ciudad Rodrigo
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2/08/2020

RICHARD GONZÁLEZ, en "El País"
Y las moringas frenaron el avance del desierto
Este árbol centenario ha sido clave para ralentizar la pérdida de cultivos en diversas áreas de Túnez gracias a una iniciativa que emplea sobre todo a mujeres agricultoras en situación vulnerable
El nieto de Fátima junto a una moringa en la parcela familiar.
El nieto de Fátima junto a una moringa en la parcela familiar.
      Los caminos que llevan al compromiso medioambiental son variados. A menudo, parten de un interés propio. A veces del amor a una tierra o una persona, como el de una nieta urbanita por su abuela agricultora.
     Este es el caso de Sarah Toumi, fundadora de la ONG Acacias For All (AFA), que tiene como objetivo luchar contra la desertificación y expandir la agricultura ecológica en Túnez. “La tierra cada vez iba dando menos rendimiento. Antes, además de los olivos, mi abuela cultivaba las verduras que consumía. Poco a poco, tuvo que pasar a comprar las verduras en el mercado”, recuerda Toumi, una francotunecina de 32 años residente en París. “Los campesinos locales están sufriendo”, apostilla.
      Aunque sus estudios de Literatura Francesa poco tenían que ver con la agricultura, Toumi empezó a buscar una solución al grave problema de la desertificación en Bir Salah, el pueblo de sus ancestros, y en el que pasaba sus veranos. Tiene 5.000 habitantes y está situado en la franja central del país. A su alrededor, y durante varios kilómetros, el paisaje es monótono: hileras infinitas de olivos, convertidos en el monocultivo de toda la región.
     Según el Observatorio Tunecino del Agua, el país magrebí vive una situación de “estrés hídrico”, pues el consumo anual por habitante es de 480 metros cúbicos, menos de la mitad del umbral fijado por la ONU. Hasta un 75% del territorio nacional sufre de diversos grados de riesgo de desertificación. “La comunidad internacional se preocupa por el Sahel, pero en Túnez es ya una realidad. Si no tomamos medidas, en 30 años buena parte del país será un desierto”, advierte esta emprendedora social.
     A través de su padre, que había vivido en Sudán, Toumi conoció la acacia, un árbol que crece en los climas áridos y necesita poco agua para subsistir. En Túnez, era un árbol común, pero esta especie fue talada para cultivar trigo. En 2012, Toumi lanzó un proyecto de crowfunding, y con los 3.000 euros que recabó compró y plantó 1.000 acacias en Bir Salah. Sin embargo, la idea no acabó de cuajar y no se llegó a replicar la experiencia. “No hay un mercado en Túnez para la goma arabiga, su resina”, explica resignado Taieb Nemissi, un ingeniero agrónomo que trabaja en la ONG desde 2017.
     Aunque sus estudios de Literatura Francesa poco tenían que ver con la agricultura, Toumi empezó a buscar una solución al grave problema de la desertificación en Bir Salah, el pueblo de sus ancestros
      La filosofía detrás de la creación de AFA va más allá de la plantación de este árbol, y consiste en difundir la práctica de la agricultura sostenible entre los campesinos tunecinos y aumentar sus rendimientos, formarles en los principios del cultivo ecológico, e introducir nuevas tecnologías para el ahorro del agua, como el riego gota a gota. A pesar de que este sector representa un 9% del PIB de Túnez y emplea al 15% de su mano de obra, su modernización no ha sido un objetivo prioritario para los últimos Gobiernos.
     En buena parte, la mano de obra es femenina y las condiciones paupérrimas: sueldos de dos euros al día y sin cobertura social. Por eso, muchos hombres prefieren quedarse en los cafés y envían al campo a sus esposas. “Con la finalidad de empoderar a las marginadas mujeres del ámbito rural, trabajamos solo con ellas”, afirma Toumi, que siempre ha querido que AFA no tenga solo una perspectiva ambiental sino también de género.
     Aquella primera iniciativa voluntarista surgida del crowfunding se ha convertido en una organización sólida que da empleo a 15 personas y trabaja con más de 120 agricultoras en tres regiones que abarcan climas diferentes: en Bir Salah, en el centro del país; en Kebili, en el suroeste, en el borde del desierto, y en Zaguan, una región montañosa. El crecimiento ha sido posible gracias al reconocimiento internacional a la iniciativa, que ha ido acumulando premios internacionales para emprendedores sociales: Ashoka, Rolex Award for Enterprise, Echoing Green y La France S'engage Au Sud.
     El crecimiento de la ONG no solo ha sido en volumen, sino también en conocimientos. La investigación sobre las especies mejor adaptadas a cada entorno local les ha llevado, entre otras cosas, a sustituir las acacias por las moringas, un árbol originario de la India y que presenta numerosas cualidades. “Necesita también poca agua, pero además crece muy rápido, y puede hacer de parasol a las especies que crecen debajo suyo, lo que reducirá el agua necesaria para regarlas”, asevera Nemissi. Sus raíces penetran hasta 60 metros en el subsuelo.
     Además, todas sus partes —hojas, vaina, flores, frutos, semilla, raíces— son comestibles. Sus hojas son muy apreciadas en algunos países para la preparación de infusiones que facilitan la disgestión y se utilizan también como condimento (aportan el doble de proteínas que un yogur). De su flor, se produce miel, sus frutos se pueden comer crudos o fritos, y sus semillas se usan para purificar el agua. Nemissi habla con tal entusiasmo del moringa, que uno se pregunta porque no cambiaron el nombre de la organización. “Es una cuestión de marketing. Con Acacias For All nos dimos a conocer, y lo hemos mantenido”, dice con una sonrisa de oreja a oreja. Algunos inversores “verdes” estadounidenses apoyan el proyecto para importar los frutos.

Leila en su huerto rodeada de moringas.
Leila en su huerto rodeada de moringas.
      “Este es nuestro tercer año cultivando moringas, y el primero que ya hemos utilizado semillas propias”, explica Nemissi mientras acaricia el fruto del árbol, que se asemeja a la algarroba. “El año pasado, algunas campesinas ya consiguieron doblar beneficios, pasando de los 800 dinares (260 euros) al año, a 1600 dinares (530 euros) en un terreno de 500 metros cuadrados”, asegura orgullosa Toumi.
     Además de formar a los miembros de las cooperativas de las tres regiones donde trabaja, AFA ejerce de conexión con el mercado, creando cadenas de valor. La organización compra la producción a las cooperativas y de sus beneficios, un 20% lo devuelve en forma de primas a las campesinas, un 20% lo dedica a proyectos sociales en Bir Salah (ha renovado la escuela y el dispensario), y el 60% restante lo reinvierte en el crecimiento de la propia asociación.
     Fátima, una mujer que supera los 60 años y acude a su parcela ataviada con un velo rojo y alpargatas, anida esperanzas de que el año próximo será mejor que el pasado. “Un insecto nos mató varios ejemplares poco después de plantarlos, y aún no hemos obtenido los beneficios que preveíamos”, comenta, mientras sus nieto, un niño rubio de ojos azulísimos, escucha atento. La parcela de Fátima es el prototipo diseñado por la ONG: 500 metros cuadrados delimitados por cuatro olivos, cada uno en un vértice. Y entre ellos, filas de moringas alternadas con almendros, manzanos, aloevera, tomates... Todos regados con un sistema de gota a gota. Siguiendo las enseñanzas de la agricultura sostenible, hasta una decena de especies conviven de forma armoniosa en un terreno que antes era arenoso.
     El huerto de Leila no se vio afectada por ninguna plaga, y se muestra “muy satisfecha” con el nuevo sistema. En su parcela, algún árbol ya se acerca a los dos metros. “Cuando era pequeña, llovía más que ahora, y la tierra era más fértil. Solo hacía falta plantar, y las verduras crecían solas”, recuerda con nostalgia esta mujer afable y de sonrisa perenne. “De momento, hemos implantado el nuevo sistema en el huerto al lado de casa. Pero va tan bien, que nos planteamos exportarlo a las tierras de mi hermano”, dice estirando el brazo, dando a entender que se hallan lejos del pueblo.
      Fátima no quiere pensar en el futuro de su terreno de cultivo, cuando ella y su marido ya no tengan fuerzas para ocuparse de él. “Los jóvenes no quieren trabajar la tierra. Prefieren ir a la universidad, y tener un trabajo cómodo y que dé más dinero”, lamenta. Sin embargo, Anís, un estudiante de 21 años que colabora la ONG, discrepa de esta reflexión. A él le gusta el trabajo en el campo, aunque en el futuro espera combinarlo con un empleo relacionado con sus estudios de Ingeniería Civil. “No es cierto que los jóvenes no quieran ser agricultores, pero quieren que sea un trabajo digno, con un sueldo para vivir”, afirma. Al menos en Bir Salah, ello dependerá del éxito y expansión del modelo que quiere implantar AFA.
     La inquieta mente de Toumi ya está desarrollando nuevas y ambiciosas ideas, como la formación de una barrera verde de acacias desde Túnez a Marruecos que frene la expansión del Sáhara. Para este fin, la acacia es más potente que el moringa. “Ya hay algunos inversores interesados. Veremos”, desliza misteriosa. La lucha contra la desertificación y el cambio climático, además de sacrificios y el abandono de algunos malos hábitos y comodidades, también requiere de imaginación. Y a esta emprendedora, que a los 14 años creó la biblioteca de Bir Salah gracias a libros donados en Francia, no le faltan ideas.

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2/05/2020

PASEO POR EL PALMERAL DE ELCHE,
Patrimonio de la Humanidad
Ruta de las palmeras singulares

      El Ayuntamiento de esta ciudad ha editado un plano donde se señalan las palmeras más singulares de la ciudad. Hemos utilizado esta información para nuestro paseo haciendo fotos. 
     En el término municipal de Elche hay 141 palmeras singulares, pero en esta ruta señala las 18 más destacadas de este Patrimonio de la Humanidad. Las palmeras "Golondrina", "Francisca" y "El Centinela" han muerto. 
     Si queréis completar esta ruta id al jardín que hay detrás del Rectorado de la UMH, donde está el "zacate" una Beucarnea recurvata originario de México.



Palmeras que se encuentran en el Parque Municipal

(1) El Tridente: Palmera única en su morfología. Se divide a tres metros del suelo en un mismo plano.  Es una composición vegetal de extraordinaria rareza.
N 38º 16' 7"  W 0º 41' 49"


(2) La Centinela (ha muerto): Dicen que tenía más de 200 años. Ostentaba el record de altura, 25 metros, desde el suelo a la "balona", sin contar las palmas. Recibió el nombre en honor a Pepe Tejera, cantante ilicitano que llamó a las palmeras, en una de sus canciones, "centinelas de mi pueblo".
N 38º 16' 10"  W 0º 41' 54"



(3) La Palmera del Colom (palomo en valenciano): Singular en su forma, a dos metros del suelo comienza a inclinarse  llegando a estar horizontal, para elevarse de nuevo en vertical. Las palomas se posan en su parte horizontal, de ahí su nombre. Esta palmera en muy elegante y es difícil hacerle una buena foto.
N 38º16' 10"  W 0º 41' 51"


(4) El Candelabro: Palmera que a unos cutro metros se divide en cinco brazos, pero en un mismo plano. Toma el nombre de que su forma nos recuerda a un candelabro judío o "memorá". Sólo una de cada 30.000 palmeras presenta este tipo de rareza.
N 38º 16' 11"  W 0º 41' 52"

(5) La Palmera de Don Diego: El propietario de la palmera, Don Diego Ferrándiz Ripoll, alcalde la ciiudad, cedió esta palmera a la ciudad en 1945, un año antes de que se abriera el jardín al público. A dos metros de altura brotan cuatro brazos en círculo (otro más se secó).
N 38º 16' 11"  W 0º 41' 54"

 
(6) La Francisca. Tenía 17 m de altura cuando se tuvo que cortar por estar afectada por el picudo


(7) La Palmera de la Font: La familia Rico Román cedió esta palmera en 2013, emplazándola en el Parque Municipal en su ampliación hacia el este. El conjunto tiene ocho brazos, cuatro metros de diámetro y siete de altura, sujetado por una estructura de hierro.
N 38º 16' 15"  W 0º 41' 49"



(8) El Tirachinas: Esta palmera se bifurca a un metro de altura, estructura muy rara en el palmeral.
N 38º 16' 16"  W 0º 41' 48"



Palmeras que se encuentran fuera del Parque Municipal
(9) La "Bonica": Esta palmera es un modelo en su especie, considerándose la más hermosa del palmeral. Frondosa como pocas y con palmas casi sin curvatura.
N 38º 16' 1"  W 0º 41' 46"


(10) La Pipa de San Plácido: Sujetada por un tocón para que su inclinación no la llevara al colapso, presenta una horizontalidad muy pronunciada para, en el final, conseguir la verticalidad.
N 38º 15' 48"  W 0º 41' 36"



(11) La Cobra: Está, en tres cuartas partes, apoyada en el suelo, después recupera la verticalidad.
N 38º 15' 45"  W 0º 41' 32"

 

(12) La Palmera Imperial: Es la reina absoluta del Huerto del Cura y del Palmeral de Elche. Debe su nombre a la emperatriz Elisabeth de Austria que la visitó en 1894. Tiene un vástago central y siete laterales formando un círculo.
N 38º 15' 52"  W 0º 41' 29"


(13) El Tornillo: Es un capricho el crecimiento en espiral de esta palmera. No se conoce el motivo. Parece muy deteriorada.
N 38º 15' 48"  W 0º 41' 21"


(15) La Pipa de Sempere: Recibe el nombre del huerto en el que se encuentra. Crece oblicuamente apoyada en un puntal. En su parte extrema toma la verticalidad al suelo. La pongo antes porque en el recorrido la encontramos antes que la 14.
N 38º 15' 34"  W 0º 41' 25"


(14) El Araceli: Tiene una forflogía similar a la Palmera Imperial. Debe su nombre al parecido con el aparato del Misterio de Elche, el Araceli, que eleva a la Vírgen al cielo. Sin embargo su forma no es apreciable hasta que no te sitúas justamente debajo del ejemplar.
N 38º 15' 41"  W 0º 41' 27"
 

 

(16) La Pipa Real: Está casi tumbada, unos nueve metros, elevándose en su tramo final. Creció verticalmente pero un día se cayó pero siguió creciendo. Está apoyada en dos puntales.
N 38º 15' 38"  W 0º 41' 33"



(17) La Tombá del Mur: Esta palmera creció inclinada cerca de la tapia del huerto. Se apoya en el muro y continúa creciendo inclinada pero sobre la calle.
N 38º 15' 29"  W 0º 41' 35"



(18) La Palmera del Forat: Presenta un agujero, motivo por el que se visita haciéndose la típica fotico.
N 38º 15' 42"  W 0º 41' 41"


(19) La Palmera Taleb Rifai: Esta palmera recuerda a la Imperial. A medio metro del suelo se divide en siete brazos armónicamente repartidos. Está dedicada a Taleb Rifai, que fue secretario general de la Organización Mundial de Turismo, organismo del que Elche forma parte.
N 38º 15' 46"  W 0º 41' 44"

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María Gil, en Facebook, ha publicado esta foto... me gusta. Me dice que está en la pedanía de Matola, justo detrás del Dialprix, se "asoma" a un camino de tierra.
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2/04/2020

FRANCIS HALLÉ
entrevista de Michele Cantazaro
"Las plantas son inteligentes, quizá más que nosotros"

Los vegetales se comunican y anticipan acontecimientos, según el investigador
El biólogo Francis Hallé en el Jardí Bontànic de Barcelona, la semana pasada.
El biólogo Francis Hallé en el Jardí Bontànic de Barcelona, la semana pasada. / RICARD CUGAT
    Si se le pregunta al botánico Francis Hallé (Seine-Port, Francia, 1938) cómo se interesó por las plantas, contesta: "¿Cómo no podrían interesarme?". Esta respuesta resume la pasión por el mundo vegetal de este profesor emérito de la Universidad de Montpellier. Hallé se hizo famoso en los años 90 por sus expediciones en globo aerostático sobre las selvas tropicales. Su principal descubrimiento es la arquitectura de los árboles. Cada especie es una combinación concreta de unos pocos rasgos: ramas verticales o ramas horizontales; flores en los lados de las ramas o en su punta; etcétera. Hay miles y miles de combinaciones posibles, pero todos los árboles conocidos sólo emplean 24 de ellas y aún no se sabe por qué. Hoy, el caballo de batalla de Hallé es la inteligencia vegetal. De ello habló en Barcelona, con ocasión de los 20 años del Jardín Botánico de la ciudad.

¿Cómo pueden ser inteligentes las plantas, si no tienen cerebro?
     Tampoco tienen pulmones y sin embargo respiran. No tienen ojos pero pueden ver la luz. No tienen tubo digestivo pero se alimentan. Que la inteligencia necesita de un cerebro es lo que sale en el diccionario. Pero ¿quién lo ha escrito? Un ser humano, que ha definido la inteligencia a su imagen y semejanza.

¿Un ejemplo de inteligencia vegetal?
     Un bosque mediterráneo se puede quemar completamente y sin embargo los cipreses se quedan verdes. Cuando el fuego se aproxima a un ciprés y este alcanza los 60 grados, el árbol expulsa hacia la atmósfera en forma de gas las sustancias inflamables que contiene en su organismo. Cuando llega el fuego, no hay nada que quemar. Pero lo más interesante es que esas sustancias llegan con el viento hasta otros cipreses que están lejos. Cuando los alcanzan, estos hacen lo mismo, mucho antes que llegue el fuego. La comunicación entre árboles es la primera piedra de la inteligencia vegetal.

Pero eso es una anécdota…
     Le daré otro ejemplo. Hay un experimento británico con una planta trepadora, la pasiflora joven, puesta al lado de un palo. La planta saca un zarcillo para agarrarse del palo, pero antes de que lo alcance, los científicos mueven el palo cinco centímetros a la derecha. Entonces la planta saca otro zarcillo hacia la nueva posición del palo. Antes de que lo alcance, los científicos vuelven a mover el palo cinco centímetros a la derecha. Tras repetir eso cuatro veces, la planta ya saca el zarcillo orientado cinco centímetros más a la derecha de la posición del palo. No sabemos cómo, pero tiene capacidad de anticipar.

Es decir, ¿las plantas aprenden?
     No solo eso, se anticipan. Un colega japonés tiene un árbol cerca de su laboratorio con un electrodo bajo la corteza y otro entre las raíces, conectados con una pantalla. La pantalla muestra una señal regular. Si la curva se vuelve muy irregular, significa que al cabo de un rato habrá un terremoto. Las raíces de un árbol son como una enorme antena subterránea.

¿Es verdad que los árboles son tímidos?
     La timidez se refiere al fenómeno por el cual los árboles de la misma especie tienden a no tocarse. Cada árbol sabe si hay un vecino y si pertenece a la misma especie. Si este es el caso, el crecimiento de sus ramas y hojas se desarrollará por tal de que no entren en contacto con las del vecino. No sabemos de qué sirve, qué sentido evolutivo tiene.

¿Qué es lo más inteligente que le ha visto hacer a una planta?
     Lo más inteligente es la descentralización. Vivir como una planta es difícil, todo su organismo es comestible, hay un montón de herbívoros y no pueden escapar. En el ser humano hay órganos vitales. Esto sería peligroso para una planta. La solución es descentralizarlo todo: en cada célula de una planta hay todo lo necesario para crear la planta entera. Si pones una célula de planta en un medio de cultivo, al cabo de unos meses aparecerá la planta entera. Esta estrategia les da a las plantas una enorme resiliencia.

¿Lo de la inteligencia vegetal es una metáfora?
     Las plantas son inteligentes, quizá más que nosotros. Nosotros somos excelentes técnicamente, pero producimos una degradación del medio ambiente. Las plantas mejoran su medio ambiente. Las raíces producen todo lo necesario para sustentar una fauna enorme y fertilizan el suelo. Nosotros llenamos el suelo de sustancias químicas y se vuelve un desierto.

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