21 junio 2017

La edad de los árboles

REYES ALEJANO,  la ingeniera que descifra la edad de los últimos árboles milenarios de España
por S. FERRER en "El Confidencial"
Foto: La ingeniera  Reyes Alejano descifra la edad del último bosque milenario de España. (EC)
La ingeniera Reyes Alejano descifra la edad del último bosque milenario de España. (E
     La madera también tiene una historia que contar. La dendrocronología es una ciencia joven y de extravagante nombre que estudia la edad de los árboles y permite desde gestionar mejor nuestros bosques hasta reconstruir el comercio maderero de hace siglos. La investigadora de la Universidad de Huelva (UHU) Reyes Alejano es una de las encargadas de narrar esta historia. Para ello cuenta con el apoyo de una de las becas que National Geographic ofrece a científicos, fotógrafos y periodistas y que esta semana ha presentado en Madrid.
     Los anillos de crecimiento de los árboles son una huella digital que no miente: gracias a ellos es posible saber el año exacto en el que se cortó la planta, pero también la especie e incluso la zona geográfica. "Pensábamos que había menos comercio maderero, bastante desconocido porque no se presta atención al material, que también lleva historia aunque no se piense", explica a Teknautas la ingeniera de montes.     Conocer la edad de la madera es sólo una parte del trabajo de Alejano, más centrado en el estudio de árboles vivos. Al contrario de lo que pueda parecer, para datar una de estas enormes plantas no es necesario talarla: "No cortamos, extraemos un cilindro de unos cinco milímetros de diámetro de muestra cuya longitud va desde la corteza hasta el centro del árbol". La resina natural que genera el organismo facilita que la 'herida' se cierre antes de causar daños.
     ¿Cuánto puede vivir un árbol? Hoy sabemos la respuesta, que no por ello deja de ser fascinante. El 6 de agosto de 1964 un estudiante universitario cortó en las montañas del este de Nevada (EEUU) al pino 'Prometeo', que había nacido 5.000 años antes, más o menos cuando el ser humano comenzaba a usar la escritura cuneiforme. Más allá de este récord al organismo más antiguo conocido, los bosques milenarios todavía sobreviven. También en España.

Los pinos milenarios de Jaén

     "No es tan fácil que haya bosques milenarios, en Europa no quedan muchos aparte de Albania, Grecia y España", comenta la ingeniera. La Sierra de Cazorla (Jaén) alberga pinos salgareños de algo más de mil años que vieron la luz poco antes de que comenzara la Primera Cruzada. Alejano centró su tesis doctoral precisamente en esta especie, 'Pinus nigra', la más longeva de nuestro país.
     La importancia de estos datos va más allá de la mera curiosidad, ya que permite saber "cómo funciona el bosque", su dinámica y su evolución. Así podemos calcular cuánto vive un árbol, cuándo surge la siguiente generación y a qué edad se pueden talar. "La gestión de los bosques es desconocida. Hay una mala educación ambiental porque la gente cree que cortar un árbol es un crimen, cuando todos nos sentamos en sillas de madera, más fáciles de reciclar que unas de plástico".
     "No quedan bosques sin gestión en Europa. Nosotros trabajamos con 'manchitas' relegadas a zonas de montaña, aunque aquí hemos tenido la gran suerte de que en las cordilleras béticas se han conservado bastante". La ingeniera defiende la buena gestión de los bosques españoles, a pesar de que "hemos heredado unos bosques muy utilizados porque tenemos una historia muy larga con muchas civilizaciones". Nuestra responsabilidad ahora reside en cuidar esta herencia y el primer paso es preguntarles a los árboles cuántos años tienen.

Más información

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19 junio 2017

 ALFONSO VÁZQUEZ, en"La Opinión" de Málaga
Dos mil árboles para el Guadalhorce, Málaga

La ONG ecologista, que el año que viene cumplirá tres décadas, lleva ocho años creando junto al paraje natural de la Desembocadura del Guadalhorce una pantalla vegetal de cerca de 2.000 árboles y arbustos gracias a voluntarios y empresas

 
De izquierda a derecha, Guillermo Castilla, la británica Patricia Macaulay, Antonio Miguel Sánchez y el presidente de Almijara, Miguel Ángel Barba, esta semana junto a la Desembocadura del Guadalhorce.

Cuando las empresas cogen el azadón

  • En los ocho años que Almijara lleva plantando la pantalla vegetal junto al paraje natural del Guadalhorce han sido muchas las empresas que han apadrinado la iniciativa. Y no sólo con dinero para comprar árboles y arbustos sino con parte de sus trabajadores y familiares listos para cavar con el azadón.
    «Los que más nos están ayudando son las empresas. Les organizamos una mañana, les explicamos cómo se planta, las medidas de seguridad de todo el proyecto y ellos mismos plantan lo que han apadrinado», explica Miguel Ángel Barba, presidente de Almijara. La mayoría de las empresas que han colaborado son malagueñas, aunque también hay nacionales. A continuación, la lista de empresas y entre paréntesis los árboles y arbustos apadrinados: Bar Tula (40), Sfera Proyectos Ambientales (30), Rain Central SL (50), Skyteam (400), Fundación Más Capaz-Adecco (200), Oracle (125), Fujitsu Team (740), Onspain Languages & Services SL (140). Además, también han colaborado con sus plantones ISA (53) y el Colegio de Las Esclavas (90), cuyos alumnos los han plantado y apadrinado de forma individual y lucen sus nombres.
    Como destaca Miguel Ángel Barba, Fujitsu Team es la empresa que durante más años ha colaborado (desde 2010). Almijara calcula que solo la generosidad de Fujitsu ha logrado reducir la huella del dióxido de carbono en 97.000 kilos. En otoño será el turno de Booking.
­Si alguien rescata este artículo dentro de 30 años y se va al mismo punto de la Desembocadura del Guadalhorce donde tiene lugar el reportaje, es muy posible que compruebe que los árboles han crecido lo suficiente como para que la ciudad de Málaga deje de llamar a la puerta de este paraje natural.

«Una vez estábamos observando aves con Antonio Tamayo, el agente ambiental del Guadalhorce y dije, hay que ver, hace 40 años esto era una selva, no se veía nada, era todo campo alrededor y hoy en día te pones a mirar con los prismáticos y dices: anda, un tío en el balcón», cuenta Miguel Ángel Barba, presidente de Almijara.

Desde hace ocho años, esta ONG con sede en Pedregalejo hace todos los esfuerzos posibles por crear, a lo largo de ocho kilómetros, una pantalla vegetal que aísle la zona de la ciudad. De hecho, mientras habla, Miguel Ángel da la espalda a los bloques de Parque Litoral, el centro Inacua y el estadio de atletismo, una expansión urbana que los ecologistas quieren mitigar. «Surgió la idea de crear una pantalla para aminorar el impacto paisajístico, por eso hemos metido plantas de crecimiento rápido como pinos, álamos o casuarinas, que no son de aquí, pero dan árboles de gran porte», explica Antonio Miguel Sánchez, voluntario de Almijara.

Pinos piñoneros y carrascos, adelfas, lentiscos, acebuches, fresnos... Una brigada ligera de árboles y arbustos junto al canal de desagüe que hay al lado del río, una primera línea verde frente a la ciudad que también incluye cipreses, «no porque el árbol sea realmente especial sino porque hay pajarillos a los que les gusta mucho las semillas», señala Miguel Ángel, que explica que además de aminorar el impacto visual, el proyecto de Almijara, llamado Pantalla Paisajística del Guadalhorce, proporciona tranquilidad a las cientos de aves que viven y crían en la zona.

Los árboles se plantan en enero y febrero todos los años y en verano, sobre todo en julio y agosto, viene el mantenimiento de esos árboles primerizos, en forma de riego semanal, aunque algún año muy seco han comenzado a regar en junio.

Hasta la fecha, la veterana asociación, que el año que viene cumplirá 30 años, ha plantado 1.868 árboles y arbustos. Algunos de los plantados los dos primeros años miden ya entre dos y tres metros.

Una de las artífices de este milagro, que se explica por la constancia y la ilusión, es la veterana británica Patricia Macaulay, voluntaria de Almijara así como de Médicos sin Fronteras y miembro de la Asociación de Amigos de La Concepción. El calor de una tarde de agosto no hace mella en esta residente en Torremolinos y malagueña de adopción desde 1974.

«Me gusta mucho el paraje natural y colaboro con Almijara desde hace más de diez años», cuenta. Patricia es la encargada de «llenar los cacharros»: garrafas de cinco y ocho litros que alimenta con una manguera conectada a un depósito de agua de mil litros que transporta la batallada furgoneta de Almijara. La asociación cuenta con una llave con la que poder entrar en las inmediaciones del paraje, pues la circulación de coches, prohibida, se ha conseguido atajar bastante con la presencia de topes y muretes que han logrado frenar los botellones motorizados del pasado, cuenta Miguel Ángel Barba.

Perros, no, por favor

Pero como explica el presidente, «hay menos basura, todo está más controlado pero por otra parte viene más gente a pasear, en bici y a correr y eso hace que la gente traiga perros, que ocasionan bastantes problemas a las aves, porque hay algunas que nidifican en el suelo, en matorrales bajos y eso que se supone que en los espacios naturales no se puede entrar con perros».


Otro de los voluntarios, desde hace 12 años, es Guillermo Castilla, un profesor de piano de 28 años que carga con las garrafas de cuatro en cuatro. Un caso meritorio porque, a decir verdad, escasean los voluntarios.

«Desde que empezó la crisis, en Málaga ha desaparecido casi el 70 u 80 por ciento de las asociaciones medioambientales que había y las subvenciones, con lo único que se podían hacer actividades, desaparecen», cuenta Miguel Ángel Barba, que explica que la crisis también ha hecho que muchos voluntarios dejen de colaborar para buscarse la vida.

En el caso de Miguel Ángel, que trabajaba de formador ocupacional en materia medioambiental, ahora está a cargo junto a su mujer de una academia de inglés. De hecho, es el único fundador de la asociación que continúa en ella. Nació en 1987, tras un primer curso de monitores medioambientales organizado por la Diputación y la antigua Agencia de Medio Ambiente. «Cuando terminamos hubo un grupo de gente que dijimos, bueno, y ahora qué y decidimos montar la asociación, con el nombre de Almijara, porque por entones estaba a punto de salir la ley de espacios públicos de Andalucía y la Sierra de Tejeda y Almijara se quedaba sin protección».

En la actualidad, Miguel Ángel Barba calcula que queda algo más de la mitad para reforestar los ocho kilómetros junto al Guadalhorce, que la asociación ha dividido en siete sectores, desde Los Chopos a la playa.

Aunque siempre faltan plantas y mano de obra, este año han recibido una ayuda inesperada: «Hemos plantado más árboles gracias a que cerraron el vivero de Ardales y nos trajimos dos furgonetas llenas de plantas», explica.

«Sólo quedan 100 cien litros de agua», anuncia Patricia. Son las 9 de la noche y las aguas estancadas del canal de desagüe comienzan a ser sobrevoladas por nubes de mosquitos. Los árboles reciben los últimos riegos. Misión cumplida. Es posible que dentro de 30 años varias hileras de árboles frondosos transmitan la sensación de que estamos en medio del campo. En el paraíso de la Desembocadura.
Protección
Menos coches pero cada vez más perros
Los ecologistas creen que las medidas para impedir el acceso de coches en el entorno de la Desembocadura del Guadalhorce están surtiendo efecto, aunque critican que siguen abundando los perros, prohibidos en la zona.
 
 
Canal de desagüe
Vida animal también aquí

Los ecologistas llaman la atención sobre la explosión de vida natural en toda la zona, incluido el canal de desagüe junto al río, a veces con agua salada. En la foto, dos cigüeñuelas en el canal esta semana.
 
 
Riego de verano
Una vez a la semana

Para que la última partida de plantas no se pierda en los meses de más calor, en julio y agosto los voluntarios de Almijara acuden una vez a la semana a la zona para regarlas. Consideran un éxito que sólo se pierda el 20 por ciento.
 
 
Pasarela del guadalhorce
Mejor en el puente de la Azucarera

La ONG Almijara ve con preocupación el proyecto de pasarela próxima a la desembocadura del Guadalhorce. Los ecologistas prefieren que se adapte el puente de la Azucarera para que las molestias a las aves sean las mínimas.

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17 junio 2017


LUIZ GONZAGA, biólogo brasileño planta 3000 árboles y recupera 20 mil m2 de vegetación
Por Raúl Mannise
Caminando entre las plantas le gustaba repetir que la naturaleza sólo necesita un pequeño empujón para mostrar su gracia
(Extracto del artículo de ECO-PORTAL)

      Cerca de Río de Janerio está la laguna de Itaipú. Hace años que Luiz Gonzaga trabaja en su recuperación. El proyecto para recuperar la zona comenzó en 2012 en el borde del canal Camboatá. Aquí la vegetación ya es casi impenetrable. Los esfuerzos más recientes también han mostrado resultados en la frontera de río João Mendes, donde unos 300 arbolillos dan un tinte verde a la tierra negra. Él sólo se ha ocupado de plantar y cubrir con una botella de plástico para proteger de los cangrejos a la jóvenes plantas. Una vez crecen lo suficiente se retiran las botellas para evitar la contaminación del plástico.
     Al igual que los cangrejos, los pájaros también regresaron a las orillas de la laguna Itaipú gracias al trabajo incansable de reforestación realizado por Luiz, que ha plantado más de tres mil árboles y recuperando unos 20 mil metros cuadrados en la zona de la laguna.


     Cuando los árboles crecen regresan las aves, cangrejos y lagartos. Este es el tipo de cosas que cualquiera puede hacer, y son las que realmente pueden hacer una diferencia en este mundo- dice Gonzaga-, rodeado de diversos árboles en el tramo Río João Mendes.
     Recupera también un lugar que antiguamente era usado para verter escombros y hoy es una reserva natural y se encarga de mantener la biodiversidad de la laguna. Además coordina esfuerzos en un parque nacional cercano, del cual la laguna también forma parte, para trabajos de educación ambiental y limpieza del sector donde se involucra a los más pequeños.
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