TOMÁS CASAL PITA
Setenil de las Bodegas
(...) Se trata de los pinos de El Tejarejo -Pinus pinea-, que crecen en el cortijo del mismo nombre en el término municipal de Setenil de las Bodegas, Cádiz. Son (o más bien, eran) un grupo de cinco pinos piñoneros de extraordinaria talla o grosor de tronco que, acompañados de otros más pequeños, se divisan desde el pueblo, sobre una loma en una explotación agrícola privada, aunque hace unos ochenta años, su número era de al menos unos veinte. En la actualidad están acompañados de un almendro y algunos eucaliptos rojos (E. camaldulensis). En el invierno de 2014, un temporal que dejó unos 100 litros de agua por metro cuadrado, acompañado de rachas de viento de 80 Km/h, derribó al mayor de estos pinos. Era un hermoso ejemplar con un perímetro de casi cuatro metros, un fuste que ascendía recto hasta los nueve, para luego abrirse en las dos ramas principales que sostenían su copa. Copa que, en sus buenos tiempos, se había elevado hasta los 33 metros. Aunque cayó hace seis años, su suerte había declinado ya hace unos años, cuando fue alcanzado por un rayo que secó mitad del árbol y cercenó su copa, descompensándolo. El invierno del 2014 tan sólo puso fin a la crónica de una muerte anunciada.
Setenil de las Bodegas
(...) Se trata de los pinos de El Tejarejo -Pinus pinea-, que crecen en el cortijo del mismo nombre en el término municipal de Setenil de las Bodegas, Cádiz. Son (o más bien, eran) un grupo de cinco pinos piñoneros de extraordinaria talla o grosor de tronco que, acompañados de otros más pequeños, se divisan desde el pueblo, sobre una loma en una explotación agrícola privada, aunque hace unos ochenta años, su número era de al menos unos veinte. En la actualidad están acompañados de un almendro y algunos eucaliptos rojos (E. camaldulensis). En el invierno de 2014, un temporal que dejó unos 100 litros de agua por metro cuadrado, acompañado de rachas de viento de 80 Km/h, derribó al mayor de estos pinos. Era un hermoso ejemplar con un perímetro de casi cuatro metros, un fuste que ascendía recto hasta los nueve, para luego abrirse en las dos ramas principales que sostenían su copa. Copa que, en sus buenos tiempos, se había elevado hasta los 33 metros. Aunque cayó hace seis años, su suerte había declinado ya hace unos años, cuando fue alcanzado por un rayo que secó mitad del árbol y cercenó su copa, descompensándolo. El invierno del 2014 tan sólo puso fin a la crónica de una muerte anunciada.
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