OCTAVIO PAZ (México, 1918-1998)
Perpetua encarnada
Tiemblan los intrincados jardines
Perpetua encarnada
Tiemblan los intrincados jardines
juntan los árboles las frentes
cuchichean
El día
arde aún en mis ojos
Hora a hora lo vi deslizarse
ancho y feliz como un río
sombra y luz enlazadas sus orillas
y un amarillo remolino
una sola intensidad monótona
el sol fijo en su centro
Gravitaciones
oscilaciones de materia impalpable
blancas demoliciones
congregaciones de la espuma nómada
grandes montañas de allá arriba
colgadas de la luz
gloria inmóvil que un parpadeo
vuelve añicos
Y aquí abajo
papayos mangos tamarindos laureles
araucarias excelsas chirimoyos
el baniano
más bosque que árbol
verde algarabía de millones de hojas
frutos negruzcos bolsas palpitantes
murciélagos dormidos colgando de las ramas
Todo era irreal en su demasía
Sobre la pared encalada
teatro escrito por el viento y la luz
las sombras de la enredadera
más verde que la palabra marzo
máscara de la tarde
abstraída en la caligrafía de sus pájaros
Entre las rejas trémulas de los reflejos
iba y venía
una lagartija transparente
Graciosa terrible diminuta
cambiaba de lugar y no de tiempo
subía y bajaba por un presente
sin antes ni después
Desde mi ahora
como aquel que se asoma a precipicios
yo la miraba
Mareo
pululación y vacío
la tarde la bestezuela mi conciencia
una vibración idéntica indiferente
Y vi en la cal una explosión morada
cuántos soles en un abrir y cerrar de ojos
Tanta blancura me hizo daño
Me refugié en los eucaliptos
pedí a su sombra
llueva o truene
ser siempre igual
silencio de raíces
y la conversación airosa de las hojas
Pedí templanza pedí perseverancia
Estoy atado al tiempo
prendido prendado
estoy enamorado de este mundo
ando a tientas en mí mismo extraviado
pido entereza pido desprendimiento
abrir los ojos
evidencias ilesas
entre las claridades que se anulan
No la abolición de las imágenes
la encarnación de los pronombres
el mundo que entre todos inventamos
pueblo de signos
y en su centro
la solitaria
Perpetua encarnada
una mitad mujer
peña manantial la otra
Palabra de todos con que hablamos a solas
pido que siempre me acompañes
razón del hombre
el animal de manos radiantes
el animal con ojos en las yemas
La noche se congrega y se ensancha
nudo de tiempos y racimo de espacios
veo oigo respiro
Pido ser obediente a este día y esta noche
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