TAKAHASHI HIROSHI (1960, Japón)
El Kubikake Ichō de Tokio
Especie: Ichō (Ginkgo biloba, familia Ginkgoaceae, género Ginkgo)
Dirección: 1-6 Hibiya Kōen, Chiyoda-ku, Tōkyō-to 100-0012
Perímetro del tronco: 6,5 m. Altura: 20 m. Edad: Desconocida.
Tamaño ★★★ Vigor ★★★★ Porte ★★★★★ Calidad del ramaje ★★★★ Majestuosidad ★★★
El municipio de Chiyoda (uno de los 23 ku o distritos de Tokio) es la
zona central por excelencia de la metrópolis. Sí, hasta en un lugar
como este podemos hallar un árbol gigante. Saliendo de la estación del
metro de Hibiya, nos dirigimos hacia la parte donde el parque de Hibiya
colinda con los jardines exteriores del Palacio Imperial (Kōkyo Gaien).
Emplazado entre grandes avenidas que alojan edificios gubernamentales y
oficinas centrales de muchas grandes empresas, este parque es un oasis
de paz para quienes trabajan en el área. Como puede verse en los mapas
situados en el propio parque, exactamente en su centro se alza un ichō (Ginkgo biloba) que recibe el curioso nombre de Kubikake Ichō (Ichō
de “me juego el cuello”). Es uno de los ejemplares más grandes que
pueden encontrarse en la capital. Está justo delante del Matsumotorō, un
restaurante con mucha historia, famoso por su solidario “arroz al curry
a 10 yenes el plato”, al que el árbol sirve como símbolo viviente.
Contemplarlo desde un asiento de terraza mientras se almuerza es un
pequeño lujo al que no cabe resistirse.
En los últimos tiempos, gracias al boom de la “espiritualidad”, este árbol ha sido foco de atracción como nuevo power spot
(lugar que irradia energía positiva) y no dejan de llegar mujeres a
formular sus deseos. Las anécdotas que rodean este árbol han contribuido
también a darle popularidad. Antiguamente se alzaba en otro lugar, en
el cruce de Hibiya, donde su existencia se vio amenazada por los planes
de ensanchamiento de las calzadas. Salió entonces en su defensa el
ilustre botánico Honda Seiroku, verdadero padre del parque de Hibiya,
quien dijo que lo trasplantaría –como de hecho lo hizo– aunque tuviera
que “jugarse el cuello” por ello. De ahí el impactante nombre, uno de
esos que no se olvidan fácilmente. Todavía se cuenta la hazaña que
supuso transportar el gigantón a lo largo de los 450 metros que separan
el cruce de su actual emplazamiento y coronar la operación con el éxito.
Actualmente el árbol ha recobrado la gracia que mostraba antes del
traslado y todavía parece dispuesto a seguir ganando altura y grosor de
tronco. Ahí continúa el Kubikake Ichō, a despecho de todos los gases de
escapes y de todas las vibraciones e incordios propios de un gran centro
urbano. El capricho humano lo obligó a adaptarse a un entorno
completamente distinto, pero ha sido a costa de ese sacrificio como se
ha ganado la predilección de la gente. Extraño destino el de este árbol.
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