miércoles, 29 de septiembre de 2021

El roble de Kvilleken, Suecia

El árbol de Kvilleken
De "Monumental Trees"

Un roble común cuyo nombre es "Kvilleken" crece en Norra Kvill, Kalmar, Suecia. El Kvilleken (roble de Kvill) o Rumskullaeken, llamado así por la cercana aldea de Norra Kvill, es el roble más grueso de Europa. Como todos los robles viejos, el árbol tiene un tronco hueco, por lo que es imposible determinar su edad simplemente contando los anillos de los árboles.
     Una parte del tronco debe haber muerto hace mucho tiempo y actualmente está unida al resto del tronco mediante cables, por lo que el árbol no puede abrirse.
     De muchos árboles se afirma que tienen más de mil años, una edad mágica que es probable en este árbol. El volumen total de este árbol se calculó en 60 metros cúbicos, el tercero en volumen más grande de todos los árboles de Suecia.
     La descripción más antigua es de 1774, cuando Gabriel Graelius midió su circunferencia, 13,06 metros, pero que desconocemos a qué altura se midió. Ya estaba hueco en ese momento y se usaba como cobertizo de herramientas.
     Waldermar Bülow lo describió en 1917 y midió su circunferencia en 12,75 m, sin especificar también a qué altura  .
     En 1939 Bertil Lindquist, profesor de botánica, estimó su edad entre 750 y 950 años mediante dendrocronología cerca del centro, y comparando la tasa de crecimiento con árboles más jóvenes en el área con troncos intactos. En 1997 midió 14,11 m a la altura del pecho.
     En agosto de 2019, el árbol ya estaba en malas condiciones. 

Mas información

9-1-2011
22-5-2014
22-5-2014  

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domingo, 26 de septiembre de 2021

Un nombre propio

Muere el Pino de los Mil Duros de 300 años, Árbol Singular de Andalucía

Es la triste noticia que recorre diversas redacciones informativas, tanto dentro como fuera de Andalucía. Este magnífico ejemplar de pino piñonero se encuentra en la ruta rociera de Hinojos. A su sombra se paraban las carretas para reponer fuerzas y proseguir la ruta al Rocío. Aunque a 1,3m de altura tenía una circunferencia de 3,3m era un emblema de la comarca, de Huelva y de Andalucía. La Junta lo tenía catalogado como árbol singular y figuraba en el libro que dedicó a los árboles de la provincia de Huelva en 2003.
     El Ayuntamiento de Hinojos no ha decidido todavía el cómo va a preservar la memoria de este árbol que contaba con unos 300 años de edad, algo que el mismo árbol ya se encargó en su momento pues muchos de los pinos de los alrededores son hijos suyos ya que era uno de los ejemplares de los que se sacaba simiente para los viveros.
     En 2008 al detectarse ramas bajeras secas los técnicos de Espacio Natural de Doñana iniciaron su seguimiento. En el año 2013 la Red de Alerta Fitosanitaria Forestal abrió un expediente para analizar los daños. Así pues el Pino de los Mil Duros ha contado con un estudio de evaluación de su estado fitosanitario y se han seguido todas las pautas que se han recomendado. Todo indica que el pino ha cumplido su ciclo vital como cualquier ser vivo.
      En Hinojos es conociada la historia del nombre de este pino. En 1.934 la Hermandad del Rocío de Hinojos expresó su deseo de construir una Casa de Hermandad en la aldea de Almonte para sustituirla por la choza que tenía en la calle Sanlúcar. Durante la peregrinación de ese año, la hermandad hizo una parada en el paraje la Matanza, donde se ubica este pino y bajo su sombra, un invitado de la familia Martín de Oliva, Lorenzo el 'Valenciano', decidió donar las primeras 5.000 pesetas para iniciar la construcción. Desde entonces, cuando se habla del nombre de este pino, se hace referencia a esa primera donación del "Valenciano" y se realiza allí la parada hacia el Rocío que hasta entonces se realizaba en el Charco del Cura. 
     Las coordenadas en google son las siguientes: 37º 11' 10" N  -  6º 25' 59" W,  
     Datos: Altura: 20m  Perímetro a 1,3m: 3,30m   Proyección de la copa: 380 m²    Altitud: 18 m
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jueves, 23 de septiembre de 2021

Novela de José Luis Sanpedro

 JOSÉ LUIS SANPEDRO (Barcelona, 1917-2013)
"El río que nos lleva"

Abundando en la entrada anterior sobre las gentes que antaño se ganaban -y jugaban- la vida como gancheros o almadieros -en Navarra-, recordé la novela de José Luis Sanpedro, una novela de gran contenido simbólico cuyo tema último es la dignidad humana. (Biografía)

ABC decía:
"De lenguaje áspero pero sensual, el ritmo narrativo de El río que nos lleva parece acompasarse al fluir del propio Tajo, que sirve de fondo para la peripecia de la cuadrilla de gancheros que acompañan aguas abajo los troncos recién cortados. Un canto al oficio de ganchero y a la valentía de estos hombres que se lanzaban a la aventura porque era su único medio posible de vida."

Siguiendo el accidentado cauce del Tajo, El río que nos lleva, tomando un ritmo narrativo que la aventura acerca a algunas obras de Jack London, transporta la "maderada" y a los gancheros que la conducen por los parajes de Alpetea, Huertahernando, Huertapelayo, Valtablado del Río y Ocentejo; en el curso del alto Tajo. Entra luego la novela en paisajes alcarreños dejando en sus orillas pueblos con ecos de la ‘España profunda’ de Cela, como Carrascosa, Trillo, Viana y Zorita de los Canes, o espacios naturales como Entrepeñas y el tajo de Anguix. Novela y río fluyen luego hacia su desenlace final por los sotos de Mazuecos, Fuentidueña y Buenamesón, hasta el Real Sitio de Aranjuez. Entre tanto, por sus páginas se ha ido hilando la trama, entre la "naturaleza solidaria" y la herida incurable de "las dos Españas".
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domingo, 19 de septiembre de 2021

Navateros del Gállego, la memoria del bosque

EUGENIO MONESMA (Huesca, 1952)
Descenso de navatas o almadías por el río Gállego, Navateros

Hace ya un siglo que la imparable corriente de la industrialización pudo más que los peligros del agua, para acabar con un oficio que durante siglos convivía con el caudaloso río Gállego: el descenso de almadías o navatas. 
     En el año 2002 un grupo de vecinos y amigos de Biscarrués decidió crear la Asociación de Nabateros d’A Galliguera, para recuperar el viejo oficio de transportar los troncos de madera por el río en un descenso anual y perpetuar así la memoria de sus antepasados que se enfrentaron a las impetuosas aguas del río Gállego.

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miércoles, 15 de septiembre de 2021

Los Dragos Gemelos, del cronista de Canarias

JUAN GUZMÁN OJEDA (Ing. téc. forestal)
Los legendarios Dragos Gemelos, dos troncos pero una misma copa 

Dentro del catálogo de los árboles más notables y conocidos del archipiélago no abundan, precisamente, aquellos que cuentan con leyenda popular propia. Entre éstos cabe nombrar al mítico Garoé (El Hierro), al Pino de Casandra (Gran Canaria), al Aderno de los Chorros de Epina (La Gomera) y, cómo no, a los célebres Dragos Gemelos (La Palma).

Escudo de Breña Alta

     Deducir cómo nacen estas fábulas mezcla siempre importantes dosis de fantasía con el saber popular, de anónimas historias orales que se transmiten, deforman y, a su vez, enriquecen. Reservando un pequeño hueco para realidades nunca confirmadas, siempre he pensado que estas historias surgen como respuestas por parte de padres y abuelos, cuando son preguntados por hijos y nietos, respecto a la grandeza de aquellos árboles que atrapan su atención. Esta inquietud infantil, envuelta en historias para conciliar el sueño, al final no sólo se refleja en la cultura, también ha venido a reforzar el valor de la propia flora insular.
     En el caso de los Dragos Gemelos estas respuestas fueron ricas e imaginativas, modelando una historia trágica pero también bella, un mito a la altura de la grandeza de estos individuos. La notoriedad de este conjunto vegetal, así como el arraigo en la cultura insular, llevaron al Ayuntamiento de Breña Alta a incluir este símbolo en la heráldica municipal desde 1990. También durante los primeros años de la democracia, siendo alcalde Gabriel Hernández, se instó al Cabildo Insular para que adquiriera y dignificara el entorno de este “drago de dos patas”.

La bella Urbina
      La leyenda de los Dragos Gemelos se remonta justo a la época previa a la conquista y en la misma participan dos hermanos gemelos, Urunte y Timizara, y una bonita doncella benahorita de nombre Urbina. Ambos hermanos pretendían a la misma mujer, hasta el punto de que los celos les llevaron a disputar su amor en una contienda. La fatalidad se encargó de que no sobreviviera ninguno en el combate y en el mismo lugar donde derramaron su sangre, Urbina, en su inmensa tristeza, plantó dos esquejes de drago para recordarlos eternamente.
     La tradición popular, como recoge César Javier Palacios, también cuenta que estos dragos fueron plantados por una joven enamorada de dos hermanos gemelos, aconsejada por los curanderos locales, con el fin de atraer su atención.

Dos columnas en un minijardín
      Estos ejemplares de Dracaena draco se localizan sobre la coordenada 28º 38` 53 «N y 17º 47´15″W, a 380 metros de altitud, a escasos metros de la carretera LP-301 que parte desde la zona de El Llanito hacia San Isidro, ambos barrios del municipio palmero de Breña Alta. Allí, entre casas de vivos colores, existe un minijardín que parte en forma de pasillo desde la carretera hasta la placita en la que se ubican los dragos. Rodeados por un vallado y un seto de aguacateros e higueras, se erigen estas dos columnas, separadas apenas metro y medio, para fundirse luego en una gigantesca copa.
    Para la gran mayoría de los palmeros estos dragos, al igual que para los tinerfeños el de Icod de los Vinos, tienen una edad milenaria. La Palma es un isla en la que Dracaena draco no se encuentra citada como elemento espontáneo; por otro lado, siguiendo la regla periodo floral-fructificación se le debe atribuir una edad de entre 200 y 250 años. Estos ejemplares fueron plantados tan juntos (quizás por falta de espacio) en la antigua finca Las Gallanías, propiedad de Servando Pérez, que se aprovechaban como forraje animal en sus primeras edades.
     Teniendo en cuenta que la primera ramificación de ambos dragos coincide en altura, parece lógico pensar que resulten coetáneos, siendo incluso posible que provengan de un mismo progenitor. Aun así, a simple vista observamos que el drago situado más al norte presenta un diámetro mayor (próximo a los 4 metros), si bien la altura de la semiesfera de copa, cifrada en 15 metros, es común para ambos. El ensamblaje entre ambas copas es perfectamente simétrico, ocupando con habilidad todos los huecos. El cruzamiento entre ramas se pierde en la infinidad de las mismas, pudiéndose observar también varias ramas rotas, además de innumerables tejidos plisados y soldados entre ambos ejemplares.
     Llama la atención la posición de las últimas ramas, cuya disposición es prácticamente perpendicular al suelo. La corteza presenta un aspecto grueso, parecido a la piel de elefante, si bien el ejemplar situado más al sur tiene una gran parte sin corteza en la cara anterior. No se aprecian huecos internos y las raíces aéreas abundan por doquier.
     El aspecto general de este único elemento vegetal responde a las características de los viejos dragos, con floraciones parciales y anuales que buscan compensar los pesos y que muchas veces no se traducen en división, sino tan sólo en un quiebro de dirección en la rama. Otra característica de los viejos dragos es la superposición y renovación de capas externas, desde arriba hacia abajo.

Buen augurio
      Reuniendo leyenda y ciencia, resultaría harto interesante estudiar la consanguinidad entre ambos ejemplares, realizando para ello una comparativa de ADN. Con ello también se podría estimar el grado de injerto y fusión vegetal.
      Cierto es que los viejos ejemplares de drago sufren mucho la acción de los vientos, siendo normalmente la causa de su destrucción. En este caso, no sólo el cobijo de las casas cercanas sino también el hecho de contar con un apoyo doble, auguran mucha vida y salud para los Dragos Gemelos, al menos tanta como deseara, entre lágrimas y sangre, la bella Urbina.

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sábado, 11 de septiembre de 2021

Takahashi en Kōchi, el cronista de Japón (042)

TAKAHASHI HIROSHI (Yamagata, 1960)
El Gran Sugi de la prefectura de Kōchi-Japón

Especie: Sugi (Cryptomeria japonica, familia de las cuprasáceas, subfamilia Taxodiaceae, género Cryptomeria)
Dirección: Santuario sintoísta de Yasaka Jinja, Sugi, Ōtoyo-chō, Nagaoka-gun, Kōchi-ken 789-0311
Perímetro del tronco: 15, 6 m.     Altura: 57 m.      Edad: 3.000 años
Declarado Monumento Natural Nacional Especial
Tamaño ★★★★★        Vigor ★★★         Porte ★★★★        Calidad del ramaje ★★         Majestuosidad ★★★★★

Al hablar del sugi japonés (mal llamado cedro) más grande del país, el ejemplar que más rápidamente acude a la mente  de muchos es, probablemente, el Jōmon Sugi de Yakushima. Lo que no está tan claro es qué árbol ocupaba ese puesto antes del descubrimiento de aquel, en 1966. Si consultamos los viejos documentos, encontraremos el Gran Cedro de Sugi. Al verlo, es fácil entender por qué antiguamente se le consideró el mayor sugi del país. Como árbol exento, es uno de los dos sugis que han obtenido la calificación de Monumento Natural Nacional Especial y no cabe duda que ha disfrutado de una gran fama desde tiempos muy antiguos.
     El lugar donde se alza el Gran Sugi fue en otros tiempos una aldea llamada, precisamente, Ōsugi (en japonés, Gran Sugi). En 1955, debido a una fusión de municipios, Ōsugi pasó a llamarse Ōtoyo, pero el topónimo Ōsugi no desapareció del todo, pues sigue existiendo como nombre de una de las estaciones de la línea de ferrocarril Dosan, que recorre la comarca. La subsistencia del topónimo es buena prueba de que este árbol gigante ha sido algo muy especial y un orgullo para los lugareños. El árbol consta de dos cepas, una al Norte y otra al Sur, de las cuales esta última ha alcanzado un mayor tamaño. Este Gran Sugi del Sur presenta tres grandes raíces tabulares (en forma de tabla) y parece haber engullido en su crecimiento a otro cedro que se alzaba a su lado. El dato más destacable de este árbol es su altura, pues en los registros de la era Shōwa (1926-1989) de la gubernamental Agencia de Cultura se fija en 68 metros. Al parecer, se lo venía considerando el árbol de cualquier especie más alto de Japón.
     Una vez conocida la altura registrada, es difícil resistirse a hacer una medición in situ. En 2001, utilizando un hipsómetro Weise, obtuve 57 metros. Posteriormente, en 2016, utilizando un medidor de distancias de láser, el resultado fue 52 metros. Desgraciadamente, ninguna de estas mediciones se acercan a la 68 metros, pero lo más probable es que el árbol haya perdido parte de su altura debido a los sucesivos tifones que lo han afectado, lo cual puede deducirse del aspecto blanco y muerto que presenta la parte superior de su copa. En cualquier caso, uno se emociona pensando cómo se las ha arreglado este ejemplar para acercarse tanto a los 70 metros, que se consideran el límite de altura para su especie, precisamente en Kōchi, que se considera en Japón un portal de entrada para los tifones.

Árbol nº 042 -----

martes, 7 de septiembre de 2021

Cuento pampeño

Marta Ballesteros
Leyenda del ombú

En la pampa fértil sembrar maíz es una fiesta. Sobre todo al comienzo de la siembra. Toda la tribu está pendiente de los sembrados. Siempre hay alguien controlando el estado de la tierra y observando cómo depuntan la hojitas de las nuevas plantas. La vida de los habitantes de la aldea gira en torno al plantío. Es en lo primero en lo que piensan cada amanecer y de lo último de lo que hablan cada anochecer.
     Sólo la guerra, que ya era inminente, podría acaparar por completo esa atención que los hombres destinaban al plantío. Sólo la guerra les robará la atención a las plantas. La guerra siempre les robará. Les robará hombres y les robará vidas. Se los llevará a todos. En la toldería* solo quedarán las mujeres y los niños.
     El jefe, antes de irse, le dijo a Ombí, su mujer: Cuida las plantas de maíz. Te dejo a cargo de ellas. Ombí asintió con la cabeza. No abrió la boca porque no era mujer de muchas palabras. Ese gesto, en ella, valía como un juramento. Ombí era hosca hasta con su familia. Le habría gustado poder demostrarles cuánto los quería, ser cariñosa, pero no sabía cómo hacerlo.
     Tampoco sabía que su familia se daba cuenta de sus sentimientos, porque sin hablar, con gestos, se las había arreglado para cobijar a todos bajo su amor. Y de amor se trataba el encargo que le dejó su esposo. De amor a su tribu, para que no sufrieran de hambre nunca jamás. Por eso Ombí se ocuparía del maíz día y noche para que las plantas crecieran sanas.
     Pero una gran sequía les dejó sin agua y sin sombra. Casi todo el maizal se quemó bajo los rayos implacables del sol. Un pequeño rodal sobrevió milagrosamente y Ombí lo cuidaba con su vida. Por más que le decían que se protejiera del sol, Ombí permaneció construyendo pequeñas sombras que protjieran las plantas. La refrescaba hasta con su aliento, las regaba con su propia ración de agua. Incluso les hablaba. Les contaba a las plantas lo que nunca le ha dicho a nadie... de sus sentimientos, sus sueños, de la necesidad que tenía la tribu de alimento, de la desesperación por no tener noticias de su marido. Su alma maternal se ensanchaba, para cubrirlas más y más.
     Un fuerte viento comenzó a soplar y se llevó por delante los sombrajos. La plantitas se doblaban hasta tocar el suelo. Ombí se agarró a la tierra para no apartarse de las plantas permaneciendo así durante días. Y así la encontraron los indios, transformada en una hierba gigante que protegía las plantas y que se confundía con un árbol. El cabello enmarañado se había transformado en una gran copa protectora, silenciosa, pero diciéndolo todo con su gesto de amparo.
     Cuando el jefe regresó, el maíz ya estaba crecido, pero a él no le importó. Fue a llorar a la sombra de su amada. Fue a decirle lo que él tampoco nunca le dijo. Y comprendió que no hacía falta decir nada más.

  *Toldería:
Conjunto de toldos o viviendas rústicas que levantaban los grupos indígenas.

                                                                                     ---Fin---
Versión de Teresa Villafañe Casal

Umbí, la esposa del jefe de una tribu, ha conseguido que los indios cultiven la tierra. El verdor auspicioso de las plantas de maíz anunciaba la cosecha. Pero el deseo de lucha privó en los hombres, y un día dejaron sus campos y se fueron a pelear.
     Umbí quedó encargada del campo cultivado. Ella debía cuidarlo para que las mujeres y los niños no padecieran hambre.
     La luna llena anuncia con síntomas infalibles una terrible sequía. Umbí comprende lo difícil que será cumplir su misión.
     Día a día las plantas de maíz van perdiendo su lozanía. Una a una caen vencidas. Pero Umbí está dispuesta a no cejar. Con la energía y la resistencia de que sólo las madres son capaces, decide salvar los granos necesarios para volver a sembrar.
     De pie frente a las plantas que quedan vivas, trata de darles sombra con su cuerpo y las humedece con sus lágrimas. Desafía a Gúneche, dios que le manda, que le mande la sequía. Resiste desesperadamente la heroica mujer, pero su agotamiento es visible. – El Gúneche, al fin, ante el sacrificio sublie de la leal esposa, de la madre que lucha por sus hijos, por su tribu resuelve ayudarla en su obra. Pero no envía la lluvia que tanto ansía, sino que transforma a Umbí en un árbol, en una hierba gigante, que con su sombra consigue salvar una planta de maíz que dará los granos para la próxima cosecha.
     Cuando regresaron los indios, el jefe vislumbró, a través del tronco retorcido y rugoso, la lucha que tuvo que sostener su leal Umbí.
     Desesperado, se abrazó al árbol, y la sombra de éste lo cobijó, como en un último esfuerzo de la noble india para ser útil a su esposo, a sus hijos, a su tribu.

---Fin---

viernes, 3 de septiembre de 2021

La magnolia de la Casa Rivero - Magnolias acodadas (y II), del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
Magnolias acodadas (y II)
 
En algún momento del siglo XIX que no he podido precisar, de la Magnolia grandiflora de Xubia se hizo un acodo, para llevarlo a otra casa de sus propietarios. Como curiosidad puedo decir que el sobrino de la entonces propietaria (y posteriormente su heredero) se casó con la hija de los inquilinos que habitaban en la casa donde estaba la magnolia, así que no sería extraño que ellos mismos, después de mocear bajo el árbol, decidiesen llevarlo a la otra casa a donde fueron a vivir en la década de 1870 y donde nacieron tres de sus cuatro hijos. 
     Una vez arraigado el nuevo árbol, de sus ramas basales se hicieron seis acodos y con ellos una especie de glorieta que funcionaba como merendero-cenador, destinado a celebraciones familiares. La situación del merenero en la parte trasera y elevado sobre la casa (aunque en la foto se ve sólo como una mancha oscura) permitía la contemplación, sin ser vistos, de lo que sucedía en la carretera. Por las numerosas visitas que se recibían en la fábrica (ahora textil, antes de cobre, de armas y de moneda) el lugar debió ser un sitio muy demandado por quienes no acudiesen a los actos, como la visita real de 1900. En la década de 1960, cuando ya los autores habían desaparecido y la casa estaba habitada por nietos y bisnietos, un trabajador, cortó los lazos de unión de cinco de los árboles (...) Uno de los bisnietos, ya fallecido, me contó personalmente el hecho, citando que el mirador-cenador tenía incluso puerta de entrada y salida. 
     El tronco principal medía, la última vez que fue medido, 2,75 m de perímetro, los árboles separados crecieron a su aire, desarrollándose notablemente, no así el adherido a la planta madre, que se quedó menor. 
     Un inédito “Inventario de Árboles Sobresalientes de Galicia (XUNTA DE GALICIA, 1985)”, lo cita así: “Ejemplar interesante por su porte, belleza y edad. Sus propietarios orientaron seis de sus ramas de forma que se constituyeran en acodos, con el objeto de formar una estructura de arcos múltiples. Sin embargo, un error del jardinero hizo que se cortaran las uniones del pie central con los acodos, rompiendo la estructura, que se adivina perfectamente y que habría constituido un conjunto realmente excepcional”. 
     Hoy, tanto la casa como el mirador, llevan años deshabitados y deteriorándose.

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