martes, 22 de diciembre de 2020

Incendios de Australia

RICARDO VÉLEZ, Ingeniero de Montes
Informe de los profesionales forestales australianos al Senado de su país tras los incendios del verano 2019-2020

      Los grandes incendios forestales son endémicos en Australia. El verano austral, de diciembre a febrero, es la época de peligro en ese país. Siendo tan extenso como toda Europa, el peligro se concentra principalmente en el Este (Nueva Gales del Sur) y en el Sudeste (Victoria), aunque también aparece en el resto de las provincias costeras, pero generalmente con menor intensidad.
      Existe una impresionante base de datos sobre grandes incendios, generalmente concentrados en las provincias citadas. Por ejemplo, en 1938-1939 durante la temporada denominada “Black Friday” ardieron 2 millones de hectáreas, murieron 71 personas y el fuego destruyó 650 edificios. En 2008-2009 en el periodo llamado “Black Saturday” hubo 173 muertos y 2.000 edificios destruidos.
       El reciente verano austral 2019-2020, llamado “Black Summer”, dejó también cifras de daños enormes, con 19 millones de hectáreas recorridas por el fuego, 34 muertos y 6.000 edificios quemados. Asimismo, se calculó que las emisiones de CO2 a la atmósfera por los incendios superaron los 300 millones de toneladas.
Estas terribles cifras han hecho que los poderes públicos se preocuparan desde siempre por desarrollar planes preventivos basados en los conocimientos técnicos disponibles en cada tiempo. Por ejemplo, en 1939 se constituyó lo que allí se llama una “Royal Commission” para analizar el problema y hacer propuestas. Lo mismo ha sucedido este año. Concretamente el Senado australiano ha comenzado a recabar informes que ayuden a revisar las políticas actuales para preparar un futuro plan nacional de acción.
     Uno de los informes principales ha sido presentado conjuntamente por “The Institute of Foresters of
Australia” (que reúne a los forestales profesionales) y los “Australian Forest Growers”(asociación de propietarios de montes comerciales), (en adelante IFA+AFG). 
     Los profesionales muestran su desacuerdo con la afirmación que atribuye los grandes incendios al cambio climático y los presenta como inevitables. El fuego ha estado siempre presente en Australia, como muestra el pirofitismo generalizado de las especies nativas. Los agentes naturales, como sequía y rayos, no son ninguna novedad. 
     IFA+AFG señalan como determinante de la actual gravedad e intensidad de los incendios la creciente acumulación de combustibles forestales en los montes, debida a la insuficiencia de inversiones en selvicultura preventiva, tanto en montes públicos como en privados. Las recomendaciones de las Royal Commissions de 1939 y 2009 se han seguido deficientemente. En ellas, se insistía en el uso del fuego prescrito para reducción de combustibles como técnica más adecuada para trabajar en ecosistemas pirofíticos, típicos de Australia, cuya biodiversidad se mantiene con presencia de fuegos de baja intensidad.
     El fuego prescrito se ha ido limitando al mantenimiento de fajas cortafuegos alrededor de zonas de interfaz urbano-forestal (IUF). Esta medida, que es acertada, resulta insuficiente ante la expansión de la IUF alrededor de las grandes ciudades.
      IAF+AFG se muestran preocupados por la tendencia a tratar los incendios forestales simplemente como emergencias, olvidando la prevención, y concentrando las inversiones en la contratación de costosos medios aéreos, de aplicación limitada en los enormes fuegos, en los que la visibilidad es muy reducida por el humo. Señalan que el exceso de confianza en los medios aéreos reduce la aplicación de las técnicas de ataque terrestre directo e indirecto con brigadas apoyadas por maquinaria pesada. Las operaciones nocturnas también se limitan.
      IAF+AFG solicitan apoyo de los servicios meteorológicos oficiales sin coste tanto para la aplicación de fuego prescrito como para las operaciones de extinción. Solicitan también refuerzo de los programas de investigación sobre selvicultura preventiva incluyendo la utilización del fuego prescrito, así como de los programas de formación de personal y actualización de los equipos de los servicios de emergencias.
      Finalmente, señalan la conveniencia de auditar de qué manera se aplicaron las medidas recomendadas por las Royal Commissions de 1939 y 2009 y las consecuencias positivas y negativas de esa aplicación.

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