Una de las sabinas de más porte y antigüedad de Canarias
foto del blog "El coleccionista de instantes" |
(...)La sabina (Juniperus turbinata subsp. canariensis) fue un
árbol muy común en Gran Canaria y Tenerife, congregándose en formaciones
boscosas como las que todavía abundan en El Hierro y, sobre todo, en La
Gomera. Nombres como La Chapa de Sabina, El Sabinal o El Paso de La
Sabina redundan en las distintas toponimias insulares.
En el caso de Gran Canaria, los sabinares que lucieron las medianías bajas fueron progresivamente consumidos por un pueblo que valoraba tanto el alto poder calorífico, como la intensidad aromática de su madera. La fragancia de la sabina, que se quemaba haciendo sahumerios, sirvió para ambientar y fumigar muchas casas ligadas al duro trabajo de campo. La resistencia de su madera es tal que, incluso en fecha actual, podemos toparnos con huecos que alojan raíces patentes, o también casas prehispánicas cuyas vigas de sabina todavía sujetan estructuras.
En el caso de Gran Canaria, los sabinares que lucieron las medianías bajas fueron progresivamente consumidos por un pueblo que valoraba tanto el alto poder calorífico, como la intensidad aromática de su madera. La fragancia de la sabina, que se quemaba haciendo sahumerios, sirvió para ambientar y fumigar muchas casas ligadas al duro trabajo de campo. La resistencia de su madera es tal que, incluso en fecha actual, podemos toparnos con huecos que alojan raíces patentes, o también casas prehispánicas cuyas vigas de sabina todavía sujetan estructuras.
Vivienda aborigen
Al pie de la montaña de Tirma hallamos una de estas viviendas, según el Dr. Grau Bassas la vivienda aborigen mejor conservada –pese a que durante un largo tiempo fuera utilizada como gallinero–, y no muy lejos de ella nos alegra contemplar cómo ha logrado llegar hasta nuestros días la testimonial sabina que protagoniza este artículo. La Sabina de Tirma se eleva sobre la cota 472 metros y ocupa la coordenada 28º 01´60″ Norte y 15º 43´36″ 0este, localizándose junto a un grupito de almácigos (Pistacia atlantica) y palmeras (Phoenix canariensis) en el cauce de un barranquillo conocido como Los Piloncillos.
Se trata de un ejemplar vetusto, con ramas que presentan engrosados ganchos de inserción. Su diámetro se aproxima a los dos metros y su perímetro casi viene a duplicar esta medida. Su aspecto general revela una edad muy avanzada, parámetro que, al tratarse de una conífera y, en consecuencia, marcar anillos de crecimiento, podría calcularse en vida. Muy cerca de la base aparece una gran rama semidesgajada que aploma sobre un murete de piedra que el propietario actual de la finca, el Cabildo de Gran Canaria, mandara construir en el año 1995.
Pese a la amplitud del medio agreste y natural circundante, no advertimos la presencia de más sabinas: a buen seguro la cuasi-extinción del cuervo en la isla ha reducido sus posibilidades de regeneración. Por otra parte, el carácter paradójico que atribuimos a este ejemplar radica en que, con casi 10 metros de altura, posiblemente se trate de la sabina con mayor porte de todo el archipiélago, toda vez que se ubica en una isla que, hace mucho tiempo, no puede presumir precisamente de sabinares.
La cercanía del agua la salvó
A menor escala, el bosquete termófilo que incluye la sabina se ubica dentro de un antiguo entorno de huertas agrícolas, como prueba sirva el cuarto de aperos que se encuentra a escasos metros. Según nos cuenta José Martín, auténtico patrimonio oral de esta zona, el agua nacía sobre un estanque cueva cercano y aunque lo normal es que se repartiera por las tajeas de riego, muchas veces se producía el reboso y libre discurrir hacia los umbríos precipicios cercanos.
La robustez y extraordinario crecimiento de este individuo responden probablemente a la disponibilidad del recurso natural, circunstancia que debió permitirle crecer también durante los veranos. A fecha actual, el preciado líquido ya no fluye por los alrededores, según José Martín desde que se plantaron los pinos en la zona, es decir, hace cerca de 40 años. Sea o no casualidad, lo cierto es que nuestra sabina continua perdurando, ganándose a pulso su propia impronta monumental.
La espada de Doramas
La razón por la que esta sabina logró evitar el hacha también podría explicarse por la cualidad hídrica. Ya en este sentido se expresaban muchas ordenanzas que antaño señalaban los puntos de agua como lugares de salvaguarda forestal. Y aunque no existan pruebas fehacientes, la tradición histórica señala que el guerrero Doramas eligió esta especie para confeccionar su gran espada. Quizás el propio caudillo aborigen, de haber visitado este remanso de paz, también habría indultado a este ejemplar en detrimento de muchas otras opciones para poder fabricar un arma tan afilada y letal como perfumada.
La razón por la que esta sabina logró evitar el hacha también podría explicarse por la cualidad hídrica. Ya en este sentido se expresaban muchas ordenanzas que antaño señalaban los puntos de agua como lugares de salvaguarda forestal. Y aunque no existan pruebas fehacientes, la tradición histórica señala que el guerrero Doramas eligió esta especie para confeccionar su gran espada. Quizás el propio caudillo aborigen, de haber visitado este remanso de paz, también habría indultado a este ejemplar en detrimento de muchas otras opciones para poder fabricar un arma tan afilada y letal como perfumada.
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