JUAN GUZMÁN OJEDA, Ing. Técn. Forestal
Mil y un nombres de los pinos canarios (2)
Los ‘Pinus canariensis’ con nombre propio por su forma o aspecto, tal y como han sido bautizados por los isleños a lo largo de los siglos. Como el Pino Bonito que hay junto a la presa de las Niñas, aquí fotografiado por Alejandro Melián durante un vuelo en helicóptero.
Continuando con la nomenclatura popular con la que nosotros, los humanos, hemos identificado ciertos individuos de Pinus canariensis,
consideramos en las siguientes líneas aquellos que por su particular
silueta o figura, a veces apreciable a grandes distancias, han sido
bautizados con nombre propio.
La relación entre nombre y morfología suele basarse en el grado de apariencia con el que asimilamos éstos seres vivos a nuestra cultura. No obstante, otras veces, la razón de esta etimología forestal se encuentra en el gran tamaño de los ejemplares en cuestión.
Como una descomunal mano izquierda de seis dedos encontramos al magnífico Pino de la Mano del Señor (La Orotava, Tenerife), o de nombre más moderno Pino de King-Kong –como indica César Javier Palacios–. Otros pinos notables en el mismo municipio son el Pino Garfiado y el Pino Lerito, el primero por sus curvas imposibles y el segundo para indicar –parece ser que en castellano antiguo– su rectitud.
El acusado porte tumbado por el viento fue perfectamente adjetivado para señalar al Pino Esrrengao (Arico, TF), pino que también recuerda en su aspecto al ya desaparecido Pino de Tetir en Fuerteventura. Igualmente se secó en pie el conocido Pino Paraguas, figura de bella copa abierta y aparasolada que habitara en Inagua (La Aldea, Gran Canaria). También el especial desarrollo de la parte más alta del árbol ha servido para conocer al Pino Copudo (La Orotava, TF). Sigue siendo la forma, pero en este caso inducida por los huecos del aprovechamiento –agrandados con los incendios– la que ha determinado ejemplares como el Pino de la Catadura (El Rosario, TF), El Pino Furado o Pino Jurado (Icod de Los Vinos, TF) o el Pino Castrado (Tejeda, GC). En este grupo también hay que incluir al imponente Pino Rajado (Mirca, La Palma), destacable de camino a las cumbres palmeras. Sobre estos ejemplares llama poderosamente la atención su particular desafío que mantienen tanto con la gravedad como con su propia supervivencia, especialmente cuando sus cimientos se encuentran atravesados de uno a otro lado.
Bajo el nombre de pernada, de significado muy alejado al derecho de los señores medievales, se designan a los grandes fustes de pies bi o trifurcados, entre ellos destaca sobre todo el Pino de las Tres Pernadas (Vilaflor, TF), espécimen de mayor altura en su especie.
Por otro lado una exagerada o atípica ramificación del árbol ha sido la razón para calificar al Pino Ramudo de Inagua (Tejeda, GC) o al Pino Ramullado (La Orotava, TF). Cabe recordar que además del aprovechamiento que antaño se hacía de todo el follaje, también las ramas de grandes pinos fueron aprovechadas en pie para leña o carbón. Como consecuencia del desramado general varió la forma de muchos árboles, caso de los Pinos Mochos (Tijarafe, PA). Otras veces es el peso de la nieve o el hielo el que provoca una inversión o aplastamiento en el crecimiento de las ramas confiriendo un aspecto desgarbado y curioso, quizás la mejor prueba sean los Pinos Gachos observables junto a las cumbres palmeras.
Un apelativo muy común en los ejemplares de mayor tamaño, aquellos que Sabino Berthelot tachó de “tan gruesos y altos que maravillan”, es el de Pino Gordo. Entre estos destacamos el Pino Gordo del Morcillo (El Pinar, El Hierro) o los Pino Gordo tanto de Vilaflor como de Arico (TF).
Otros nombres para reflejar la envergadura, majestuosidad o mayor rango de los abuelos forestales son el Pino Rey y el Pino Alférez Mayor (La Orotava, TF). Bajo el nombre de Pino Basto los garafianos (PA) quisieron capturar el carácter primitivo de primer árbol que gira en torno a este singular ejemplar.
Y terminamos este recorrido por la forma de los pinos isleños con uno de los nombres más cariñosos y sencillos con el que el paisanaje se ha dirigido a una forma natural: el Pino Bonito (Tejeda, GC). Sin embargo pocos conocerán a este mismo árbol por tan elegante seudónimo ya que el urbanita ha preferido reinventarlo como Pino de la Bruja Casandra.
Mil y un nombres de los pinos canarios (2)
Los ‘Pinus canariensis’ con nombre propio por su forma o aspecto, tal y como han sido bautizados por los isleños a lo largo de los siglos. Como el Pino Bonito que hay junto a la presa de las Niñas, aquí fotografiado por Alejandro Melián durante un vuelo en helicóptero.
La relación entre nombre y morfología suele basarse en el grado de apariencia con el que asimilamos éstos seres vivos a nuestra cultura. No obstante, otras veces, la razón de esta etimología forestal se encuentra en el gran tamaño de los ejemplares en cuestión.
Como una descomunal mano izquierda de seis dedos encontramos al magnífico Pino de la Mano del Señor (La Orotava, Tenerife), o de nombre más moderno Pino de King-Kong –como indica César Javier Palacios–. Otros pinos notables en el mismo municipio son el Pino Garfiado y el Pino Lerito, el primero por sus curvas imposibles y el segundo para indicar –parece ser que en castellano antiguo– su rectitud.
El acusado porte tumbado por el viento fue perfectamente adjetivado para señalar al Pino Esrrengao (Arico, TF), pino que también recuerda en su aspecto al ya desaparecido Pino de Tetir en Fuerteventura. Igualmente se secó en pie el conocido Pino Paraguas, figura de bella copa abierta y aparasolada que habitara en Inagua (La Aldea, Gran Canaria). También el especial desarrollo de la parte más alta del árbol ha servido para conocer al Pino Copudo (La Orotava, TF). Sigue siendo la forma, pero en este caso inducida por los huecos del aprovechamiento –agrandados con los incendios– la que ha determinado ejemplares como el Pino de la Catadura (El Rosario, TF), El Pino Furado o Pino Jurado (Icod de Los Vinos, TF) o el Pino Castrado (Tejeda, GC). En este grupo también hay que incluir al imponente Pino Rajado (Mirca, La Palma), destacable de camino a las cumbres palmeras. Sobre estos ejemplares llama poderosamente la atención su particular desafío que mantienen tanto con la gravedad como con su propia supervivencia, especialmente cuando sus cimientos se encuentran atravesados de uno a otro lado.
Bajo el nombre de pernada, de significado muy alejado al derecho de los señores medievales, se designan a los grandes fustes de pies bi o trifurcados, entre ellos destaca sobre todo el Pino de las Tres Pernadas (Vilaflor, TF), espécimen de mayor altura en su especie.
Por otro lado una exagerada o atípica ramificación del árbol ha sido la razón para calificar al Pino Ramudo de Inagua (Tejeda, GC) o al Pino Ramullado (La Orotava, TF). Cabe recordar que además del aprovechamiento que antaño se hacía de todo el follaje, también las ramas de grandes pinos fueron aprovechadas en pie para leña o carbón. Como consecuencia del desramado general varió la forma de muchos árboles, caso de los Pinos Mochos (Tijarafe, PA). Otras veces es el peso de la nieve o el hielo el que provoca una inversión o aplastamiento en el crecimiento de las ramas confiriendo un aspecto desgarbado y curioso, quizás la mejor prueba sean los Pinos Gachos observables junto a las cumbres palmeras.
Un apelativo muy común en los ejemplares de mayor tamaño, aquellos que Sabino Berthelot tachó de “tan gruesos y altos que maravillan”, es el de Pino Gordo. Entre estos destacamos el Pino Gordo del Morcillo (El Pinar, El Hierro) o los Pino Gordo tanto de Vilaflor como de Arico (TF).
Otros nombres para reflejar la envergadura, majestuosidad o mayor rango de los abuelos forestales son el Pino Rey y el Pino Alférez Mayor (La Orotava, TF). Bajo el nombre de Pino Basto los garafianos (PA) quisieron capturar el carácter primitivo de primer árbol que gira en torno a este singular ejemplar.
Y terminamos este recorrido por la forma de los pinos isleños con uno de los nombres más cariñosos y sencillos con el que el paisanaje se ha dirigido a una forma natural: el Pino Bonito (Tejeda, GC). Sin embargo pocos conocerán a este mismo árbol por tan elegante seudónimo ya que el urbanita ha preferido reinventarlo como Pino de la Bruja Casandra.
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