lunes, 24 de octubre de 2016

El AMATE DE LA HACIENDA, Batopilas
Estado de Chihuahua, México

Paseando por el pequeño pueblo de Batopilas, por la calle que discurre paralela al río, vemos en la orilla opuesta que hay sólamente tres casas. Sobre un muro antiguo un árbol llama la atención. No es el único árbol pero sí el más frondoso, que extiende sus amarillentas raíces sobre los muros de lo que fue la Hacienda, ahora ruinas solitarias. Para cruzar el río y no dar un gran rodeo, aprovecho el trabajo de las gentes que han puesto unos tablones sobre el agua. El árbol se encuentra en la umbría, ni esperando a que el sol vaya girando conseguiré una fotografía con buena luz (tampoco yo estuve muy inspirado sacando esas fotos), además de que proyecta su sombra sobre el muro, sus raíces y el lecho del río. Es un "amate" -Ficus insipida-, que en México se le llama jonote o amate (del náhuatl amatl). Cuando fructifica infinidad de seres se benefician de su generosidad. Se hacen dulces exquisitos con sus pequeños higos.
     Batopilas fue muy próspero, el primer núcleo pequeño en tener teléfono, eran tiempos de minas y riqueza en plena Barrancas del Cobre, estado de Chuhuahua. En otros tiempos la distancia y la estrecha carretera de ripio hacían penosa la llegada a este apartado enclave minero. Ahora la ruta se ha ampliado y asfaltado, y sigue siendo preciosa y mantiene su infernal pendiente. El inconveniente es que las gentes llegan y se van en el mismo día para pernoctar en Creek, pueblo que no tiene nada pero que se ha configurado como centro para dirigirse a diversos enclaves.

Un segundo amate
Las ruinas de la hacienda
ROSALINDA MANJARREZ
Árbol de Amate


Abrazado a las rocas
con sus fuertes raíces,
el Amate crece
entre bellos matices.

Así tierra querida
mi alma a ti se abraza,
y se queda fundida
como fuego en la brasa.

Si el Amate se aferra
a ser parte de roca,
en mi, amada tierra,
eres voz y eres boca.


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