martes, 24 de noviembre de 2009

CAROLINA TOVAL
Solidaridad con los descendientes
Extraído de "Los mejores cuentos juveniles de la literatura universal", 1965

     Un sultán salió una mañana de paseo rodeado de su fastuosa corte. Al poco rato se encuentró a un viejo campesino que estaba plantando afanosamente una palmera. El sultán al verlo, detuvo su séquito y, asombrado, se dirigió a él.
     -¡Oh anciano!, plantas esta palmera y no sabes quiénes comerán su fruto... necesita muchos años para que madure y tu vida se acerca a su término.
     El anciano lo miró bondadosamente y luego le contestó:
     -¡Oh sultán! Plantaron y comimos: plantemos para que coman.
     El sultán se quedó admirado por su gran generosidad y le entregó cien monedas de plata, que el anciano tomó haciendo una reverencia y diciendo:
     -¿Has visto, ¡oh mi gran sultán!, cuán pronto ha dado fruto mi palmera?
     Aún más asombrado, el sultán, al ver con qué sabiduría le había respondido todo un hombre de campo, le entregó otras cien monedas.
     El ingenioso viejo las besó y prontamente contestó :
     -¡Oh grandísimo sultán!, lo más extraordinario de todo es que, generalmente, una palmera sólo da fruto una vez al año y la mía me ha dado dos en menos de una hora.
     Maravillado el sultán con esta nueva salida del anciano, rió y exclamó dirigiéndose a sus acompañantes:
     -¡Vayámonos...vayámonos pronto! Si permanecemos aquí por mas tiempo este buen hombre se quedará, a fuerza de ingenio, con todo mi reino.

---Fin---

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