
Las sabinas de los Monegros y la leyenda de la Armada Invencible
Una especie adaptada a la estepa
En la carretera que lleva de Castejón a Sariñena, justo antes de llegar al pueblo de Pallaruelo, se puede observar una de las últimas representaciones del sabinar que antiguamente cubría buena parte de los Monegros. No son ejemplares solitarios que han sobrevivido en lindes o terrenos abruptos, como suele ser más común en esta comarca de Aragón, sino que los hay a centenares. Vistos desde lo lejos, los árboles, que crecen marcando la frontera entre pequeñas fincas, se observan como un bosque denso que destaca sobre el suelo claro.
Mi colega periodista Ernest Alós, buen conocedor de la zona, me comenta que más al sur de Bujaraloz, en la llamada Retuerta, se encuentra otro sabinar de tamaño aún mayor y menos modelado por la mano del hombre. Son de una belleza desconcertante. Una visita ineludible.
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Sabinar cerca de Pallaruelo de Monegros, en el municipio de Sariñena. @arbolesconhistoria.com |
«En la actualidad únicamente quedan retazos forestales en lugares con relieve, pues todo aquello, productivo o no, que pueda labrarse ha sido labrado», sintetiza César Pedrocchi, biólogo del CSIC, ya jubilado, en Ecología de Los Monegros.
Afortunadamente, el proceso se ha revertido en las últimas décadas. «La presión de la ganadería se ha reducido -explica Ramiro Muñoz, biólogo de la reserva de la Laguna de Sariñena-. Al no haber tanto ramoneo, los árboles crecen con más facilidad». Lo que pasa, añade Muñoz, es que «aquí llueve poco y la recuperación va lentamente».
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Sabinar cerca de Monegrillo, con la sierra de Alcubierre al fondo. @arbolesconhistoria.com |
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Tronco de sabina albar |
Una manera de comprobar cómo fue la desaparición gradual de los sabinares monegrinos es acudir a la geología. En este sentido, el delta del Ebro es un inmejorable «testigo» del proceso, según la definición de César Pedrocchi. La deforestación a partir del siglo XIII debido a la presión ganadera y las necesidades de leña supuso una erosión del terreno que se tradujo en unos grandes aportes de sedimentos en el cauce del río. Como consecuencia, el antiguo estuario del Ebro, situado casi 200 kilómetros aguas abajo, se fue convirtiendo progresivamente en el delta que hoy en día conocemos. La Armada Invencible llegó más tarde. Así que, como dice Pedrocchi, «muy posiblemente lo que se taló en los Monegros [para construir los navíos] serían los restos del gran bosque que sobrevivió al primer milenio».
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Sabina cerca de Castejón de Monegros. @arbolesconhistoria.com |
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Sabinar de Pallaruelo. @arbolesconhistoria.com |
«La leyenda de la Armada Invencible se sigue explicando pese a que hay numerosas evidencias en su contra», insiste Gemma Grau. La técnica de la Oficina de Turismo de los Monegros comenta otro motivo de escepticismo: «Trasladar grandes troncos hacia el Cantábrico, desde donde partió la flota, remontando el Ebro a contracorriente y con un cauce cada vez más pequeño sería sumamente difícil». Lo habitual es que la madera de Aragón demandada para la construcción (no solo de barcos) procediera de los Pirineos, avanzara a través del Cinca y luego se trasladara por el Ebro hasta Tortosa. Fueron las actuales comunidades de Asturias y Cantabria las que suministraron la mayoría de los árboles necesarios para la construcción naval. Quizá no todos, pero sí la mayoría.
Lo hemos leído aquí: https://www.arbolesconhistoria.com/2021/06/30/sabinas-monegros-armada-invencible/