05 mayo 2016

JAVIER MARTÍN
El datador de árboles

El portugués José Luis Lousada patenta una fórmula para garantizar la edad de olivos y castaños milenarios


Lousada, datador de arboles, fotografiado en Pirescoxe, donde esta el olivo más antiguo de Portugal. / João Henriques (JOAO HENRIQUES / EL PAÍS)

En Santa Iria da Azóia ya crecía este olivo 800 años antes de Cristo. Es el ejemplar más viejo de Portugal, según lo garantiza José Luis Lousada, datador de árboles. Lousada pertenece al Centro de Investigación y Tecnología Agro Biológica de la Universidad de Tràs os Montes y Alto Duero. Desde hace unos años certifica la edad de viejos olivos con un margen de error del 2%, “una insignificancia cuando hablamos de miles de años”, explica.

Un día, André Soares dos Reis, propietario de Oliveiras Milenares, pensó que añadir un certificado de nasciturus aportaría valor a sus ejemplares. “Le dijimos que era imposible”, recuerda Lousada. “Los dos métodos clásicos no sirven para árboles huecos. El de recuento de anillos vale en especies con madera original; en el caso del carbono 14 se necesitan las células más viejas, y esas ya murieron. A partir de los 150 años, olivos y castaños pierden su primera materia”.

El empresario no aceptó la negativa y, ante la insistencia —y la promesa de sufragar los gastos—, Lousada y dos compañeros comenzaron a investigar. Fueron cinco años midiendo anillos de cientos de troncos. “Tuvimos la suerte de coincidir con la época de construcción de embalses y autopistas. Lo que sobraban eran árboles cortados”, recuerda.

El método —patentado a medias entre su universidad y Soares do Reis— es una fórmula matemática obtenida tras incluir cientos de variables, fundamentalmente los patrones de crecimiento. “Necesitábamos calcular el tiempo que una especie tarda en alcanzar una dimensión teniendo en cuenta el clima, la tierra, la latitud, la región, la especie...”. Muchos parámetros que las computadoras engullen y adaptan.

Obtenida la fórmula, sus resultados se compararon con pruebas de carbono 14 realizadas sobre los mismos olivos jóvenes. Coincidían. Al extrapolarla, en árboles de menos de 600 años el margen de error es del 1%; en los milenarios es de apenas 20 años.

El olivo portugués certificado como más longevo tiene una base de 9,21 metros de perímetro, y un pecho de 5,79; en medio hay un hueco que puede dar una falsa impresión. La madera murió, pero la salud del olivo, que Lousada fija en 2.854 años, es envidiable. Las ramas están cargadas de aceitunas y el exterior del tronco sigue creciendo, aunque poco.

El datador sigue diagnosticando al milenario ser. “No es un esqueje. Se trata de un olivo salvaje, bravío. Son los más resistentes”. Basta mirar el de Santa Iria, rodeado de asfalto y cemento. “No necesita cuidado alguno; su capacidad de adaptación es infinita, incluso a un trasplante. La mayor amenaza es la motosierra”. Efectivamente, la placa institucional colocada junto al olivo no recuerda que estuvo a punto de morir por una epidemia humana sin vacuna, la rotondafagia. La alarma de la Asociación de Defensa del Patrimonio Ambiental consiguió salvarlo y a la autoridad local se debe el pago de los 1.000 euros que costó su certificado de nacimiento. “El precio incluye la placa y un papel emitido por la Fábrica de Moneda y Timbre para evitar falsificaciones”, explica Soares do Reis. “La datación apenas cuesta el 1,5% del valor de mercado de estos ejemplares milenarios”.

El datador tiene localizados árboles de más de 3.000 años. Hoteles, bodegas, campos de golf y fundaciones son los más interesados por poseer olivos milenarios y certificados. La fundación científica Champalimaud ha datado los olivos de su sede en Lisboa; en Porto, la fundación cultural Serralves muestra una escultura genial obra de la naturaleza (1.491 años).

Ya son 47 los árboles certificados con este método. Algunos están en Alemania, Francia o Qatar, porque, a diferencia de Italia o España, Portugal no prohíbe la venta y exportación de estos dinosaurios vegetales. Lousada filosofa ante el viejo olivo de Santa Iria. “Es impresionante pensar que este árbol tenía más de 1.000 años y aún no habían nacido Vasco de Gama ni Colón. Ellos han muerto, nosotros moriremos.
-----

02 mayo 2016

FRANCISCO BRINES (Valencia, 1932)
Ardimos en el bosque


¿Pero cómo saber, sin la mirada,
la hermosura del bosque, la grandeza del mar?

El bosque estaba tras de mí; lo conocían
mis oídos: el rumor de sus hojas,
la confusión del canto de sus pájaros.
Sonidos que venían de un remoto lugar.
Y el mar del otro lado, golpeando
la frente, sin rozarla,
cubriéndola de gotas. Era mi piel
quien descubría su frescura,
mi soñoliento olfato quien entraba en el pecho
su duro olor.
¿Pero cómo saber, sin la mirada,
la hermosura del bosque, la grandeza del mar?
Porque no había más, en el lugar del pecho,
que una extendida sombra.

(¿Mas qué frío candente mis párpados abrasa,
qué luz me desvanece, qué prolongado beso
llega hasta el mismo centro de la sombra?)

Joven el rostro era,
sus labios sonreían,
y el retenido fuego de su cuerpo
era quemada luz.
Entramos en el mar, rompíamos
el cielo con la frente,
y envueltos en las aguas contemplamos
las orillas del bosque,
su extensa fosquedad.
Miré, tendidos en la playa, el rostro:
contemplaba las nubes;
y el retenido fuego de su cuerpo
era un sombrío resplandor.
Penetramos el bosque, y en las lindes
detuvimos los pasos;
perdido, tras los troncos, miramos cómo el mar
oscurecía.
Tenía triste el rostro,
y antes que para siempre envejeciera
puse mis labios en los suyos.

-----

29 abril 2016

OAK ALLEY PLANTATION TREE TUNNEL, Louisiana,  EE.UU. 

Es una plantación histórica situada en el río Mississippi en la comunidad de Vacherie, Louisiana. Está protegido como Monumento Histórico Nacional.
Lleva el nombre de su rasgo distintivo, un callejón (túnel de árboles) creado por una doble hilera de robles de 240 metros de largo, que fue plantada en el siglo XVIII, mucho antes de que la casa actual fuera construida. El túnel del árboles enlaza la casa y el río Mississippi.

La Plantación de Bon Séjour ("buen vivir"), como se le denominó en un principio, se estableció para cultivar caña de azúcar. La presente mansión fue construida bajo la supervisión de George Swainy, utilizando mano de obra esclava en su mayoría, entre 1837 y 1839 por Jacques Telésforo Roman. El abuelo de Roman, Joseph Pilie, fue un arquitecto y probablemente diseñó la casa. El diseño es arquitectura del renacimiento griego, con algunas facetas de la arquitectura criolla francesa, que fue fuertemente influenciada por la arquitectura de las plantaciones del Caribe.
Más información
-----

25 abril 2016

GREGORIO CABRERA
La higuera de Hilario

                         Higuera de Hilario. Esta foto de Parque Nacional de Timanfaya es cortesía de TripAdvisor

Cansado del mundo, decide vivir en el infierno. Ya lo conocía en parte, pues cuentan que este hombre enjuto venía de la guerra de Filipinas. Agarra a su camella y deja atrás su pueblo natal de Tinajo. Las dos siluetas surcan el mar de fuego, petrificado e hiriente. Alcanzan lo alto de una montaña. La bestia se tuche. Una de las primeras cosas que hace Hilario es plantar el esqueje de higuera que trae en el morral. Y es aquí, o quizás incluso antes, cuando historia y leyenda empiezan a confundirse, calcinada por el fuego su línea divisoria. El corazón de la bestia, dormida pero ni mucho menos muerta, palpita aquí con fuerza. Basta con escarbar un palmo y enterrar una papa para sancocharla en minutos y a cinco metros por debajo del ardiente picón se alcanzan los quinientos grados centígrados. Pero dicen que el árbol 'pegó' y creció, aunque nunca dio fruto "porque la flor no se podía alimentar de la llama". Esto ocurrió hace un siglo. O no....
      "1 de septiembre de 1730. Entre nueve y diez de la noche la tierra se abrió de pronto cerca de Timanfaya, a dos leguas de Yaiza". Con estas palabras mezcla de acta notarial y crónica del apocalipsis arranca el relato del párroco local Andrés Lorenzo Curbelo, fedatario de la irrupción nocturna del monstruo. El vómito de fuego se prolongó hasta abril de 1736. (...) Unos ciento setenta años después, nuestro Hilario se mudó al corazón de este reino de escorias. Unos decían de él que era una suerte de eremita, otros que "ruin como carne de pescuezo". Hoy en día se rinde homenaje a su figura legendaria. Una higuera y los huesos de un dromedario presiden el interior del restaurante El Diablo (proyectado por el arquitecto Eduardo Cáceres con ideas del artista César Manrique), en el Islote de Hilario, donde cada año 1'7 millones de turistas inician su recorrido por las entrañas de esta tierra quemada y silenciosa que quedó declarada Parque Nacional en 1974. (...)

-----

21 abril 2016



MARTA PEÑA HERNÁNDEZ
Higueras de Lanzarote
De la Revista "Rincones del Atlántico", nº 2



(...) En Lanzarote, los despedregamientos realizados en los campos fueron de tal magnitud que desde nuestra óptica actual no es posible siquiera imaginar un trabajo tan desmesurado llevado a cabo en un mundo sin maquinaria, a fuerza de cargar cestos de piedras al hombro o a lomos de algún animal. El traslado de grandes volúmenes de arena volcánica (lapilli) hasta las tierras de cultivo para mejorar sus cualidades agrológicas mediante su transformación en arenados supuso una intervención sobre el medio de tal magnitud que cambió la apariencia de la isla. La plantación de miles de parras y árboles frutales en el fondo de hoyos abiertos en los inmensos depósitos de arena originados por la erupción de Timanfaya y la construcción de igual número de socos de piedras para abrigarlos del viento dio lugar a una de las actuaciones humanas de mayor envergadura y belleza de cuantas se hayan efectuado nunca en el Archipiélago. La rehabilitación de multitud de terrenos de cultivo sepultados por las arenas de la erupción de 1730, mediante la retirada y acumulación a su alrededor de parte de las mismas, ha constituido, igualmente, una buena muestra del empeño de las gentes de la isla por recuperar para la agricultura aquello que la naturaleza inutilizó. La construcción de pareones en las laderas de elevada pendiente, de traveseros en los cauces de los barrancos y de gavias para aprovechar las lluvias torrenciales que estacionalmente tienen lugar en Lanzarote es una muestra del trabajo ingente desarrollado para obtener suelo de cultivo en ámbitos donde predominaban los procesos de destrucción del mismo (...)

 
INFORMACIÓN:
http://www.rinconesdelatlantico.com/num2/lanzarote2.html
-----