2/27/2022

¿Se nos van los grandes Baobabs?

SUNLAND BAOBAB
El recuerdo de uno de los grandes
Sunland Baobab

El dinero mueve el mundo. Si eres propietario de una tierra y en ella hay un grandísimo baobab puedes hacer que los turistas lleguen, paguen, se fotografíen y se despidan. Pero si además tienes mas ideas, haces que ese baobab se convierta en una mina de oro. Aprovechas tus ideas, adaptas al baobab a las mismas y "voilà", tienes turistas que están dispuestos a dejar un poco más de dinero. Pero a veces los sueños se terminan y eso es lo que le pasó al bar de Platland Baobab, Mooketsi Baobab, Tree Bar, Big Baobab, Pub Tree, Sunland "Big Baobab" o como prefieran llamarlo. Sí, había un espacio en la barriga del baobab y los propietarios lo ampliaron y explotaron como bar.
     Este bar de "diseño creativo" en el interior de un baobab se hallaba en Modjadjiskloof, provincia de Limpopo, Sudáfrica. Esta zona se caracteriza por tener un gran número de enormes baobabs.
     La familia Van Heerden en 1989 compró la granja del gran baobab. Dedicaron una parte de las tierras a cultivar mangos y palmeras. En 1993 obtuvo del gobierno el permiso para vaciar parte de la estructura interior del gran baobab, el de mayor embergadura, por lo menos, de Sudáfrica.
     El bar contaba con una bodega, una barra y una zona de ocio, donde se podían acomodar, interiormente, a 15 personas. A lo largo del año lo visitaban unas 7000 personas. Aseguran que el interior mantenía una temperatura de 22º, algo nada desdeñable si se comparaba con el exterior.
     El árbol tenía una altura de 22m y una circunferencia de 47m. Se conjeturaba con su edad y hay quien afirmaba que era milenario. Como se aprecia en las fotografías este baobab constaba de dos partes conectadas por la base, lo que interiormente también daba lugar a dos espacios. Anterior a este uso como bar se había constatado que había sido utilizado por bosquimanos y voortrekker, y se encontraron evidencias de que este interior había sufrido hasta cinco incendios (1650, 1750–1780, 1900, 1955 y 1990).
     En agosto de 2016 colapsó un tercio de su estructura y en 2017 el resto. Su página en Facebook aún sigue abierta, allí encontraréis más información. La muerte de estos gigantes es muy dolorosa -
la del baobab Glencoe en 2009, en
2016 la del baobab de Chapman de Bostwana, etc-. Según un estudio publicado en 2018, no sólo el Sunland Baobab, sino "la mayoría de los baobabs africanos más grandes y antiguos han muerto en los últimos 12 años". Es probable que ahora el Sagole sea el baobab de mayor embergadura del continente.


Fotos de internet
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2/24/2022

Jacarandas de CDMX

MILENIO DIGITAL, Ciudad de México
Un mapa para localizar las jacarandas


Alberto Díaz Cayeros, economista, politólogo y director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Stanford, creó un mapa para localizar los árboles de jacarandas que durante la primavera colorean de morado las calles de la Ciudad de México.
      A través de la plataforma Medium comentó el proceso para elaborar este mapa en Google Earth sobre la ubicación de estos árboles en el Centro Histórico y las motivaciones que tuvo para hacerlo. 
    Explicó que el verdadero interés para ver las jacarandas además de su belleza fue su inquietud por geocodificar los arboles sobrevivientes a la época pehispánica y las acequias, que son canales abiertos que sirvieron para drenar el lago en donde se localizaba la Ciudad de México.
      Desde 1753 había un mapa hecho por José Antonio de Villaseñor y Sánchez en el que se mostraban las iglesias principales y puntos de interés, la acequia real con aguas fluidas y otras más pequeñas, así como el acueducto que suministra agua desde la época prehispánica desde los manantiales de Chapultepec.
      "Mi suposición inicial fue que muchos árboles en la actualidad, especialmente cualquier árbol viejo que sobrevive en el centro de la ciudad, se ubicaría en los patios y en los alrededores de las primeras edificaciones de la iglesia o en las acequias", explicó el también economista.

     En su búsqueda, Díaz Cayeros encontró que los árboles más viejos en la Ciudad de México son los sauces mexicanos, mejor conocidos como ahuehuetes, cuyo significado es "ancianos de agua", pero no podía mapearlos con imágenes satelitales y en ese análisis halló a las jacarandas: "Cuando comencé a examinar imágenes satelitales, la característica verdaderamente sorprendente que encontré fueron las jacarandas", confesó.
     El académico reconoció que le gustaría crear un proyecto para mapear a los ahuehuetes y que sean el testimonio de la persistencia de las fuerzas naturales en una ciudad pavimentada y construida como la Ciudad de México. "Estoy seguro de que un algoritmo podría programarse y el proceso de aprendizaje automático podría encontrarlos y catalogarlos", escribió el politólogo.
      Díaz Cayeros incluyó en el mapa cerca de unas 400 jacarandas en las áreas que codificó, que son principalmente el Centro Histórico, aunque reconoce que este mapa puede ampliarse.

      Las jacarandas, que son originarias de Sudamérica, fueron adaptados al clima de la Ciudad de México y el académico cree que estos árboles no sólo están cerca de iglesias, donde probablemente echan raíces los árboles por la cercanía con las acequias, sino también en amplios bulevares y complejos habitacionales como Tlatelolco.
     Díaz Cayeros concluyó que este método para georeferenciar a las jacarandas se puede mejorar y realizar mejores visualizaciones que permitan conocer de forma automática la geolocalización de los árboles de jacarandas en toda la ciudad, que permitarán contribuir a su conservación. 
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La llegada de las jacarandás a Ciudad de Mexico 
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2/21/2022

Entre la magia y la leyenda, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
El castaño de Aníbal

Entre los años 218 y 210 A.C. el general cartaginense Aníbal Barca estaba atacando el imperio romano en la propia península italiana, tras cruzar los Pirineos y los Alpes con su ejército y sus elefantes. Según la leyenda, entre batalla y batalla, pasó por la Garfagnana (un área histórico-geográfica de la provincia de Lucca, en la Toscana, entre los Alpes Apuanos y la principal cadena de los Apeninos, en la Toscana) y ató un elefante enfermo a un castaño, que desde entonces es conocido como el “Castaño del elefante” y también como el “Castaño de Anibal”. 
      Naturalmente la leyenda es falsa, y nadie sabe cómo nació, pero parece destinada a permanecer viva mientras viva el árbol, y seguramente también hasta mucho después. Ni el árbol estaba allí hace 2230 años, ni tendría posibilidad de retener a un elefante, pero la leyenda acerca a numerosos visitantes al árbol (y al restaurante que está enfrente) en la placita del Eva, en Renato di Barga, en la citada provincia de Lucca. El árbol es majestuoso y vigoroso; en el lado que da a la carretera hay una fisura evidente. La copa está compuesta por ramas jóvenes que emergen del tronco a unos 2 m por encima de la base y de las ramas viejas todavía cubiertas por una vegetación exuberante. Ciertamente no es una gran belleza aunque las dimensiones sean respetables, con más de siete metros de perímetro. Respecto a su edad tampoco hay unanimidad, se opina entre los 520 años y los 700, llegando alguno a decir hasta los 800, pero siempre lejos de hablar de “milenarios” que suelen opinarse en nuestro país. 

La 1ª foto es de Verónica Marchi para “Il Giornale di Barga e della Valle del Serchio” y las otras dos de Saro Sciuto.

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2/18/2022

Mocán del Lomo del Cargadero, El Hierro, del cronista de Canarias

JUAN GUZMÁN OJEDA (Ing. téc. forestal)
El Mocán del Lomo del Cargadero

En la isla benjamina, la de los bimbaches, el tópico “el bosque es vida” fue siempre una realidad y es que los árboles, literalmente, han ejercido como destiladeras naturales para la subsistencia del herreño.

      Pese a su tamaño, la menor de nuestras islas tiene mucho que aportar a la biodiversidad forestal, además de sus pinos únicos y de sus fantásticas sabinas con portes eólicos. El Hierro también alberga las mejores muestras de formaciones termófilas con participación de mocán (Visnea mocanera). El hecho de que los frutos de esta especie sean comestibles ha llegado a que se diferencie, dentro del rico léxico rural herreño, entre la mocanera con yoyas [voz aborigen en el habla canaria: fruto de la mocanera] grandes y jugosas y el mocanero de frutos pequeños o “cumpliditos”, según me informó Marcos Barrera (un sabio de la tierra de Frontera).
     Entre los ejemplares con nombre y leyenda propia destacan los tres que podemos encontrar junto al sendero de Jinama: el Mocán de La Sombra, el Mocán de los Cochinos y el Mocán de las Lecheras. Desplazándonos más hacia el oeste, sobre el semicírculo de El Golfo y junto a una senda que ya hoy “no lleva a ninguna parte”, a la cota de 767 metros, aún se erige el asombroso Mocán del Lomo del Cargadero.  

Curvas imposibles y ramas zigzagueantes y tortuosas
     
Una característica común que llama la atención al observar mocanes añejos es, sobre todo, su extravagante aspecto si lo comparamos con la mayoría de árboles. El viejo mocán no destaca por alcanzar una gran altura, pero sí por exhibir un tronco muy grueso con incontables pliegues, arrugas hinchadas, curvas imposibles y ramas zigzagueantes y tortuosas. A mi parecer, estos colosos parecen haberse escapado de la fantasía épica y creativa de JR Tolkien. El Mocán del Lomo del Cargadero presenta, cómo no, estas características y se localiza en un apacible paraje (27º 44´28″ N y 18º 02´28´´ W), junto a un claro en el bosque que ocupa una pequeña pradera, desde donde la vista alcanza a ver el mar rompiendo en los roques de Salmor.
     Aunque su altura rondará los 18 metros, se trata de un ejemplar difícil de fotografiar ya que es precisamente en su base y bajo dosel donde podemos apreciar su particular estructura. Por otro lado, la abundancia de brotes  basales (o chupones) oculta la parte baja del mismo. Sin duda es la estrategia de reproducción vegetativa, por emisión de brotes de cepa, la que ha permitido prolongar la vida de este individuo.

Chamizo para el pastor
     
El diámetro de este árbol es tan enorme que “¡dentro cabe un coche!”, tal y como me expresó el buen Olegario, quien hiciera las veces de presentador entre el árbol y yo. Lo cierto es que así puede ser, ya que su interior se encuentra completamente ahuecado y vacío. La cara sur del árbol ya no existe y la pared de la cara este presenta un gran hueco triangular que se encuentra engorado con piedras. Probablemente estas piedras cumplieran la función de cerrar el recinto para guardar el rebaño, ya que hacia el suroeste también se observa la construcción cercana de un pequeño murete.
     La forma geométrica de esta construcción parece intuir la instalación histórica de un chamizo para que el pastor pasara la noche al lado de su rebaño. Pero además este simpar individuo luce un detalle morfológico claramente significativo: el espectacular quiebro que realiza una de sus retorcidas ramas bajas, simulando desafiar la ley de la gravedad a poca altura del suelo. El engrosamiento en este cambio brusco de ángulo de crecimiento es tal que llega a crearse un efecto óptico de mágica columna flotante.
      Antaño, tal y como indica la toponimia, visitar esta zona era sinónimo de aprovechamiento del monte. Hoy en día merecería la pena recuperar el camino y promover un encuentro parar reforzar el vínculo, el respeto y la admiración por el arte puro y natural a través de la contemplación del soberbio Mocán del Lomo del Cargadero.

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