09 octubre 2022

JUAN ENRIQUE GÓMEZ
Cipreses para la enamorada

23 grandes cipreses bordean el camino entre Ambroz y Belicena, y bajo ellos el recuerdo de un gran amor

Es territorio de antiguas almunias árabes, donde aún es posible encontrar cortijos en los que sobreviven viejos aljibes nazaríes, depósitos que recogieron aguas para saciar la sed de los que allí vivieron a lo largo de más de cinco siglos. Es la hacienda del camino de San Antón, el tradicional sendero que transita entre Ambroz y Belicena, en pleno corazón de la Vega de Granada. Es el centro de un paisaje fértil, donde se recorta la imagen de una verde muralla formada por grandes árboles. Son 23 cipreses de más de una decena de metros de altura, que con sus densas ramas parecen custodiar una pequeña lápida en honor de una mujer, Blanca Jara Seijas. Un humilde bloque de piedra ante el que los caminantes se detienen para guardar un instante de recogimiento y contar su historia a quienes por primera vez recorren las entrañas de las tierras que fueron de la Orden de Santiago, los Franciscanos y de Manuel Seijas, que fuese titular de cuatro ministerios y redactor del Código Penal que desde el XIX marcó la justicia española hasta 1973.
     Los árboles del camino de San Antón son los cipreses de la enamorada. Blanca, bisnieta de Manuel Seijas, era tan querida por su marido, Rafael Dolz, que en 1941, cuando ella cumplía 23 años, recibió un sorprendente regalo: en el camino de acceso a su hacienda, Rafael, había plantado tantos cipreses como años cumplía su esposa. La historia la recoge Agustín Gil García en su libro 'Senderos e historias por la Vega de Granada', a quien se la contó el hijo de Blanca, Ricardo Dolz de Castellar Jara, conocido como propietario del mesón J.R.
     Son los mayores cipreses del valle de Granada. Blanca vio crecer la arboleda y paseo bajo ella durante seis décadas, y a su muerte, en abril de 2009, su nombre en la placa de piedra situada bajo el octavo ciprés, indica que el amor aún camina entre los árboles.

 


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06 octubre 2022

De Fénix Canarias
El pino canario

Una de las características de los territorios insulares son las fuertes pendientes como las del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, en La Palma.
     Hoy te mostramos un caso curioso sobre geodinámica y su afección a una de las defensas del pino canario ante el fuego.
     En Canarias son habituales los desprendimientos de piedras que se deslizan ladera abajo, ya sea por tras fuertes lluvias, vibraciones, tormentas eléctricas o incluso el viento. La acción constante de estos eventos ha dado forma al paisaje que contemplamos hoy en día.
     En los bordes de caminos que transcurren por zonas con altas pendientes y que hayan ardido en las   últimas décadas puede verse pinos con un hueco en el lado de la pendiente de color negro en su base.
Estos huecos comienzan tras la pérdida de corteza por impacto de rocas. Aprovechamos para mencionar    la función protectora del pinar reduciendo la energía y el efecto erosivo de las rocas, aportando seguridad y protegiendo las infraestructuras.
     La corteza del pino canario tiene un espesor de entre 3 y 5 cm (hasta 18 cm en ejemplares monumentales), siendo de las más gruesas del género. Está formada por varias capas prensadas sin espacio para el oxígeno que favorecería la combustión, creando una pared aislante.
A la madera expuesta se le suma la pinocha. El fuego aprovecha esta debilidad para introducirse y formar los huecos. Cuando el fuego llega hasta el duramen (tea), que es mucho más combustible, puede intensificarse.
     La resistencia dependerá también del tamaño del árbol. A veces dejan grandes huecos donde puede caber una persona, pero siguen en pie mientras su estructura aguante. Si empiezan a retorcerse y a sonar frente a vientos moderados es una clara señal de que pronto caerán.
     Como ya hemos comentado en múltiples ocasiones, el pino canario no sólo se sobrepone a un incendio o un volcán por su capacidad de rebrotar. Pasado un tiempo sin incendios, y si la herida no es muy grande, puede cerrarse con nueva corteza.
     Hay casos curiosos, como la de los pinos que logran parar las rocas y siguen creciendo y adaptándose a su nuevo entorno.
     Aunque menos habitual, se han encontrado este tipo de heridas pero con una forma mucho más alargada y estrecha. En este caso provocado por rayos. Aunque el caso de tormentas eléctricas e incendios por causas naturales bien merece otro post
Orografía de la Caldera de Taburiente, La Palma
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03 octubre 2022

La magnolia de Xubia, del narrrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
La Magnolia de Xubia - Narón - A Coruña
Esta es la bicentenaria Magnolia grandiflora de Xubia (Ayuntamiento de Narón, en A Coruña) la más antigua de Galicia y posiblemente de España. Su tronco tiene más de 6,5 metros de perímetro. Tiene una altura aproximada de 14 metros, con un tronco de 2 metros de largo, que pronto se ramifica y soporta una copa de 23 m x 22 m. 
     Las magnolias están entre los árboles más antiguos, sólo superadas por las coníferas. Las de esta especie (grandiflora) son originarias del sureste de Estados Unidos y la primera que llegó a Europa fue traída en 1737. Si bien no es frecuente un tronco de este diámetro, si lo es que lleguen a ser más altas, hasta 25 metros. Son de hoja perenne y grandes flores blancas, de hasta 25 cm de diámetro, que llegan a durar cuatro días antes de caerse. Las flores fecundadas dan lugar a un fruto en forma de piña que guarda las semillas, de color rojo, que cuando maduran cuelgan por fuera de la piña como de un hilo. En su zona de origen, donde hay bosques enteros de este árbol, se aprovecha su resina para hacer un tipo de incienso, su corteza, por sus propiedades medicinales, y su madera, pese a que es poco resistente. 
     Precisamente en Xubia, en ramas secas, puede verse madera apolillada y cortes grandes con muy mala cicatrización, recuerdo de épocas pasadas, cuando aún no era “Árbore Senlleira” de Galicia, (categoría otorgada en el año 2007, siendo el Nº 58 A de este catálogo). Aunque hay otras antiguas en el país, ninguna lo es tanto. 
     ¿Qué tiene este árbol que le haga especial? Básicamente, su edad y tamaño. Según los datos que se conservan, fue plantado en la década de 1790 por un matrimonio de origen francés, Mathias Dufoire y Josefa Bucau, que poseían por aquel entonces una casa con huerta de unos 1200 m2 en la desembocadura del río Jubia y a donde llega el agua salada. Desde siempre es conocido en la zona que la magnolia vino en maceta de un país extranjero, traída por un embajador, siendo la primera de esta especie en llegar a Galicia.      
     ¿Quién la trajo? Probablemente Eugenio Izquierdo y Lazaún, un personaje ilustrado, casi de leyenda. Navarro de naturaleza, estudió y viajó por toda Europa, fue profesor y jefe de estudios en el Real Colegio de Francia, (donde conoció a Lavoisier y al sucesor de Tournefort al frente del jardín del Rey), y creó una fundición de cobre en Francia con otros socios. Fue el segundo director del Real Gabinete de Ciencias Naturales (actual Museo de lo mismo) y en 1790 llega a Xubia, donde compra casa y se establece, para crear una fábrica de cobre y donde oficialmente permanece hasta 1803. Sólo oficialmente, puesto que debía estar más tiempo viajando que parado: en 1798 es detenido por espionaje en Francia (era amigo personal de Godoy) y debe intervenir el mismo rey Carlos IV para lograr su liberación; en 1800 nombra heredera a una hija natural que tiene en Madrid. La fábrica de cobre por él fundada, pasará a ser durante la guerra de la independencia, fábrica de armas y luego de moneda hasta la época de Isabel II. Vendida por el estado durante el sexenio revolucionario, pasó a ser fábrica textil y así continúa a día de hoy.
     Volviendo al fundador, Izquierdo, en 1804 es miembro honorario del Consejo Supremo de Guerra. En 1805 se instala de nuevo en París y se le nombra “embajador plenipotenciario” y trata directamente con Napoleón. Interviene en asuntos de deuda nacional y se le nombra Consejero de Estado para firmar la paz con Inglaterra, luego de la batalla de Trafalgar, cosa que finalmente no se hizo. En 1807 firma con Napoleón la entrada de las tropas francesas “camino de Portugal”, que daría origen a la Guerra de la Independencia. Cuando se produce el motín de Aranjuez y Carlos IV es obligado a abdicar, Napoleón llama a Izquierdo y durante cinco horas están reunidos. No se sabe lo que allí se habló, pero desde ese día Izquierdo profesa un odio mortal a Napoleón, tan patente a todo el mundo, que la policía imperial lo pone bajo vigilancia. Carlos IV le nombra Secretario de Estado del gobierno en el exilio e Izquierdo, mientras vivió no sólo acompañó a los reyes durante su permanencia en territorio francés, también procuró defender los bienes del monarca e incluso le ayudó con dinero de su propio bolsillo. En 1813 fallece y deja como heredera a su hija, que nunca recibió nada. Entre sus cosas, un par de miles de libros (muchos de botánica) y dos herbarios. 
     Volviendo ahora al árbol, este fue plantado en la huerta de aquella casa de franceses, a medio camino entre la fábrica de cobre y la propia casa de Izquierdo. Seguramente les uniría la amistad y el recuerdo de Francia, por lo que Izquierdo debió de hacer del recuerdo traído, un obsequio. En 1795, muere Mathías Dufoire y la casa pasa 25 años deshabitada (y la magnolia, posiblemente creciendo a su aire). Luego la casa es vendida a la familia que aún hoy es propietaria, que la alquila durante más de un siglo a diversos inquilinos. Posiblemente el aprecio original que tuvieron los compradores y la obligación de los inquilinos a respetarla, garantizaron su supervivencia, junto a las labores y abonos del campo. 
     A mediados del siglo XIX, ya con siglo y medio encima debía ser un árbol notable, del que se dice que fue admirado por la reina Isabel II. En realidad quién allí estuvo fue su hermana Luisa Fernanda y su marido Antonio de Orleans (Duques de Montpensier). Cuando un árbol como este llega a esa edad, los hechos y las circunstancias se desdibujan y dan lugar a nuevas historias. Que a cien metros del árbol pasase sus últimos años el cartógrafo que levantó el primer mapa de la Islas Filipinas, da lugar a que se atribuya también el origen de la magnolia a una llegada desde Filipinas… A principios del siglo XX, también recibió las miradas de la reina María Cristina de Habsburgo y su hijo Alfonso XIII, que junto a ministros, obispos y militares de alto rango se veían en la obligación de pasar a su lado de camino a los astilleros y la base naval de Ferrol. 
      Durante la Segunda Guerra Mundial, debido a su proximidad de dicha base, sucedió una circunstancia poco clara y la magnolia sirvió de improvisado refugio antiaéreo, o más bien de ocultación que de refugio. A finales del siglo XX las casas adyacentes fueron derruidas para mejorar el entorno de la carretera y, aunque sigue siendo de propiedad privada, la parcela de la magnolia está anexa al paseo marítimo municipal.

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30 septiembre 2022

CÉSAR VALLEJO (Perú, 1892-1938)
El libro de la Naturaleza

 

Profesor de sollozo —he dicho a un árbol—
palo de azogue, tilo
rumoreante, a la orilla del Marne, un buen alumno
leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca,
entre el agua evidente y el sol falso,
su tres de copas, su caballo de oros.

Rector de los capítulos del cielo,
de la mosca ardiente, de la calma manual que hay en los asnos;
rector de honda ignorancia, un mal alumno
leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca,
el hambre de razón que le enloquece
y la sed de demencia que le aloca.

Técnico en gritos, árbol consciente, fuerte,
fluvial, doble, solar, doble, fanático,
conocedor de rosas cardinales, totalmente
metido, hasta hacer sangre, en aguijones, un alumno
leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca,
su rey precoz, telúrico, volcánico, de espadas.

¡Oh profesor, de haber tánto ignorado!
¡oh rector, de temblar tánto en el aire!
¡oh técnico, de tánto que te inclinas!
¡Oh tilo! ¡oh palo rumoroso junto al Marne!


The book of nature           (Translated by Calyton Eshlman)

Professor of sobbing — I said to a tree —
staff of quicksilver, rumorous
linden, at the bank of the Marne, a good student
is reading in your deck of cards, in your dead foliage,
between the evident water and the false sun,
his three of hearts, his queen of diamonds.

Rector of the chapters of heaven,
of the ardent fly, of the manual calm there is in asses;
rector of deep ignorance, a bad student
is reading in your deck of cards, in your dead foliage,
the hunger for reason that maddens him
and the thirst for dementia that drives him mad.

Technician of shouts, conscious tree, strong,
fluvial, double, solar, double, fanatic,
connoisseur of the cardinal roses, totally
embedded, until drawing blood, in stingers, a student
is reading in your deck of cards, in your dead foliage,
his precocious, telluric, volcanic, king of spades.

Oh professor, from having been so ignorant!
oh rector, from trembling so much in the air!
oh technician, from so much bending over!
Oh linden, oh murmurous staff by the Marne!
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