18 septiembre 2022

El corcho, la memoria del bosque

EUGENIO MONESMA (Huesca, 1952)
El corcho

Extracción artesana del tronco de alcornoques y su transformación en tapones

     En la Sierra Norte de la provincia de Sevilla se encuentra la localidad de El Pedroso, centro vital de una intensa actividad humana desarrollada tradicionalmente en torno al alcornoque. Al llegar el primer día de junio se inicia en El Pedroso la temporada de la saca de corcho que durará todo el verano y finalizará el 30 de septiembre. En el año 2000, acompañamos a los corcheros para conocer su trabajo de la extracción de este producto de los alcornoques.

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15 septiembre 2022

El origen del cocotero
Leyenda de Upolu, Samoa

Los isleños cuentan que había una joven llamada Sina. Era tan hermosa que la fama de su belleza llegó a oídos de un rey de las islas Fiji, a cientos de km. Los comentarios sobre la belleza de la joven alteraban los sentidos del rey. En su pensamiento sólo cabía conocer a la joven y casarse con ella. Para conocerla se transformó en anguila y fue nadando hasta la isla de Upolu, en Samoa. La anguila llegó a ser el animal favorito de Sina; pero cuando empezó a hacerle insinuaciones, ella, como es comprensible, se asustó y huyó.
     Según me dijeron la fábula tiene sus variaciones pero en todas ellas se dice que la anguila persiguió a Sina de isla en isla hasta quedar agotada. Con su último aliento la anguila confesó su amor a Sina, diciéndole que era realmente un rey de Fiji. La anguila prometió que si Sina la enterraba frente a su casa en Upolu, siempre le proporcionaría sombra, alimento y bebida. Así que Sina trasladó el cuerpo de la anguila a Upolu y la enterró allí en su jardín. Poco después observó cómo una planta nacía y crecía serpenteante con hojas frondosas y frutos extraños. Era, por supuesto, el cocotero, y cada vez que Sina bebía el agua de su fruto, sabía que estaba besando a su amante.

---Fin---

12 septiembre 2022

Takahashi en Kagawa 2, el cronista de Japón (032)

TAKAHASHI HIROSHI (Japón, 1960)
El shinpaku del templo de Hōshōin 
(isla de Shōdoshima, prefectura de Kagawa, Japón)

Especie: Byakushin (Juniperus chinensis, familia de las cuprasáceas, género Juniperus)
Dirección: Kitayama 412, Kamishō, Tonoshō-chō, Shōzu-gun, Kagawa-ken 761-4122.
Perímetro del tronco: 17,3 m.      Altura: 17,5 m.     Edad atribuida: 1.500 años
Designado Monumento Natural Especial Nacional
Tamaño: ★★★★★   Vigor: ★★★★★   Porte: ★★★★   Calidad del ramaje: ★★★★★      Majestuosidad: ★★★★★


      Shōdoshima es, después de Awajishima, la más extensa de las islas que emergen en el mar interior de Seto. Su población ronda los 30.000 habitantes. Conocida principalmente por su producción de aceite de oliva y por haber sido escenario de la novela y película Ni-jū-shi no hitomi (inglés: Twenty-Four Eyes), esta isla debería ser visitada también por todo aficionado a los árboles gigantes que se precie. El objeto del viaje será el shinpaku (Juniperus chinensis) del templo de Hōshōin. Partiendo del centro del municipio de Tonoshō, que es el portal de la isla, hay que dirigirse hacia el nordeste por la carretera prefectural. A una distancia de kilómetro y medio, a mano izquierda, se verá la silueta de dicho templo budista.
      La especie que aquí llaman shinpaku es más generalmente conocida en japonés como byakushin. Se puede afirmar con rotundidad que este es el byakushin más grande de Japón. No se ha llegado a aclarar si lo conforman tres cepas independientes o si se trata, más bien, de un conjunto de troncos nacidos de una misma raíz. Por las coincidencias de forma que muestran las secciones de los tres troncos en sus partes más próximas se especula con que podría haber sido originariamente un único tronco que, no pudiendo sostener todo el peso de la copa, acabó rajándose y dividiéndose en tres. Tal fue la conclusión a la que llegó un dendrólogo que lo examinó en 2015.
      Al no tener un único tronco es difícil hacer una medición exacta, pero en su parte más cercana al suelo, donde todavía no se han separado los troncos, el perímetro llega a los 17,3 metros. Esto dará una idea del descomunal tamaño del árbol. Casi todos sus compañeros de especie que han alcanzado similares proporciones ven cómo sus troncos se secan y su vigor se debilita, pero este ejemplar conserva su salud e incluso diríase que continúa en fase de crecimiento. Es probable que no exista en todo Japón ningún otro ejemplo de una conífera que haya desarrollado una copa tan enorme.
      Muchos turistas se acercan al árbol para encontrar alguna de las decenas de formas de especies animales (tortuga, mono, dragón, periquito, tigre, etc) que parecen mimetizarse en su corteza, recorrida en los tres troncos por profundos pliegues.
      Una tradición dice que fue plantado por el mismísimo emperador Ōjin, lo cual, de ser cierto, significaría que el árbol tiene como mínimo 1.600 años de edad. Es uno de los nueve árboles exentos considerados monumentos naturales especiales a nivel nacional y un verdadero tesoro para el país. Si hubiera que elegir los tres árboles más grandes de Japón de cualquier especie, este sería uno de los candidatos más cualificados.


Número del mapa: 032

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09 septiembre 2022

RAFAEL CABANILLAS SALDAÑA (Toledo, 1959)
"Quercus, en la raya del infinito"

Es una novela mordaz, dura a ratos y siempre tierna con la luz de la esparanza nunca muerta. La sierra, las breñas, las arroyos, los bosques...  y los siempre presentes habitantes del bosque hacen de esta novela una lectura amena y con cierta rima. Se desarrolla en esa España, llena de vida, mal definida como "vaciada" pero despoblada de gentes por mor de la deshumanización, la especulación, el mal reparto de la riqueza, el acaparamiento de bienes, la esquilmación del estado por parte de la clase dominante...  
     En esta novela el bosque y sus habitantes son los protagonistas. El bosque se hace infinito e imprescindible
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(...) La lividez de la tez, de tonos azulados como sus venas, escenificaban realmente su miedo a la muerte. Su delgadez extrema, su debilidad, los pies amoratados, lo aproximaban de verdad a ella. Pero otra vez más -ojalá no fuera la postrera- lo acompañó la suerte. Una suerte convertida en deidad de aquellos montes que asimilaba a Abel como un animal más de esa naturaleza agreste al que había decidido salvar. La deidad que decide que nieve por semanas enteras hasta congelar las piedras, como decide que se deshiele y regrese la vida, igual que regresa cada año la primavera. La fiebre desapareció al ritmo que se fundía el hielo de la sierra. Ahora corrían las torrenteras con vigor, de cualquier agujero brotaban manantiales para expulsar toda el agua que se había bebido a la fuerza la tierra. Un empacho de nieve y agua, una borrachera, que había que expulsar rápidamente del vientre del planeta. Salió el sol y coronó las cumbres, convirtiendo el blanco en rojo y en naranja con reflejos rosáceos. Se deshelaba el monte con un goteo constante de las agujas de los pinos, de los alcornoques, de las encinas, de los rebollos y los quejigos. Chupones verdes que no dejaban de soltar sus lágrimas de frío. Un destilar pertinaz, rítmico, constante. Se desnudaban los enebros, los tejos, los madroños y las sabinas, nueva luz del sol resplandecían como si los hubieran lavado y relucieran sus colores. También las aulagas y brezales, los romeros y lentiscos, los acebuches, retamales y majuelos, parecían sacudirse la nieve igual que se sacude el agua un perro. Era el mismo sol que calentaba la sangre de Abel, aposentado en la puerta de su cueva, como si sus rayos le insuflaran la vida. La fiebre se va, el agua corre, los colores que vuelven al campo y al cuerpo, los olores que regresan, la luz del aire, el azul del cielo. Cuando pudo caminar, bien abrigado...

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