09 octubre 2018

Yves Dutiel - La légende des Arbres

YVES DUTEIL (Francia, 1949)
La légende des Arbres


Un jour le roi des arbres
Réunit des sujets
Dans son palais de marbre
Au coeur de la forêt

Le chêne de Brocéliande
Le cèdre du Liban
Et le vieux pin des Landes
Conçurent un vaste plan

Le vent porta l'affaire
A travers les forêts
Les arbres de la Terre
Ont déclaré la paix

Vivre était leur désir
Porter chacun leurs fruits
C'était "vaincre ou mourir"
Leur devise et leur cri

Les fleurs en grand mystère
Imperceptiblement
S'ouvraient vers la lumière
En prenant tout leur temps

Et du coeur des charpentes
Des coques des bateaux
Aux linteaux des soupentes
Et aux traverses du métro

Du papier des livres
Et du corps des crayons
Le bois semblait revivre
et devenait chanson

Libres de leurs amarres
Les mâts qui naviguaient
Répondaient aux guitares
Et les arbres chantaient

Jamais de mémoire d'homme
On n'entendit ce chant.
Mais dans le coeur des
Ormes il résonnait comme un printemps

Cyprès de Palestine
Et l'arbre de Judée
Ont mêlés leurs racines
Autour de l'Olivier

Les arbres de la Terre
Se sont tendu les mains
Par delà les frontières
Au-dessus des humains

Et la rose des vents
Echangeant les pollens
A mis du pommier blanc
Sur les fleurs de l'ébène

Cette légende ancienne
On l'entend dans les bois
Le vent dans les vieux chênes
La chante encore parfois

Celui de Brocéliande
Et le cèdre au Liban
Mais le vieux pin des Landes
A brûlé entretemps

Les saules ont tant versé
De larmes de rosée
Tant porté dans leurs feuilles
Les deuils du temps passé

Si nous n'entendions plus
Ce que le vent nous crie
Les hommes auraient perdu
La source de leur vie

Et le parfum des fleurs
La pulpe de leur fruits
Déverseraient en vain
Au fond des coeurs meurtris
Des torrents de douceur
Et des flots d'harmonie

-----

05 octubre 2018

MACU GALVÁN (Luca), Gran Canaria
El drago 

Retorcido entre
el aire creció el drago
y se le oyó un intento
de decir te amo,
acunado por
un misterioso halo
de dulzura en el aire
que parece extraño.

Subía entre enredaderas
que le tapaban el paso
y las encaro sutilmente
sin hacerse pedazos.
El drago árbol milenario
de tierras GUANCHES
de guanches bravos,
de andar salvaje,
de puro coraje
con capa de rey
de un verde que arde.
De andares lentos
por tierra de guanches,
tierra de almendros
y de pinares
de laurisilvas
de castañales.
Y en medio de ellos
los dragos salvajes.
Reyes de nuestros mares.
-----

01 octubre 2018

VANESA RESTREPO
La historia de Medellín en árboles, Colombia
Árboles de Antioquia, en "El Colombiano"
Actualidad Arbórea en Medellín y Antioquia
Ceiba, plaza San Ignacio, 1890
      Unos 199 años tiene el árbol más viejo de Medellín. Es una ceiba cuyas ramas dan algo de sombra en el mar de cemento que hoy es la avenida La Playa. Según Mauricio Jaramillo Vásquez, ingeniero forestal e investigador, fue traída desde el cañón del río Cauca por Gabriel Echeverri Escobar, uno de esos primeros “paisas pujantes” que tuvo negocios en la construcción y el comercio.
      Se dice que fue sembrado junto con otra decena de ceibas y varias palmas de vino que se extendieron por toda la carrera Junín hasta la calle Girardot. Pero con los años desaparecieron y hoy queda ese único ejemplar, fuerte y saludable, en estrecho separador.
      La misma suerte corrió un gualanday sembrado hace 147 años. A su alrededor había otros 12 ejemplares similares que estaban alternados, a lado y lado de la vía, con guayacanes rosados y amarillos. La zona se conocía como el paseo Buenos Aires e iba desde la carrera 39 hasta la 41.

      “Esos árboles vieron llegar y marcharse al primer tranvía de Medellín, pero solo uno resistió para ver el nuevo tranvía”, dice Jaramillo.

Buscando el patrimonio
      ¿Cuántos árboles cargados de historia hay en Medellín?
      Esa fue la pregunta que se planteó un equipo de ingenieros y biólogos liderados por Lucenit Solano, funcionaria de la Secretaría de Medio Ambiente. Ellos tienen la misión de identificar, catalogar, evaluar e inventariar los árboles de Medellín para lograr el sueño de declararlos patrimonio cultural arbóreo de la ciudad.
      “No se trata solo de los más grandes o exóticos. El valor patrimonial lo da la gente, la memoria, la historia. Puede ser un chamizo, pero si alrededor se creó un barrio, tenemos un elemento de valor”, cuenta.
      El proyecto empezó con 252 árboles en 2016, y para la fecha ya se han identificado 606. La meta es que entre 2018 y 2019 esté listo el decreto que los consolida como bienes de interés cultural.
      Solano explica que los árboles se clasifican según cuatro valores: histórico, paisajístico, simbólico o ecológico. “Un árbol puede tener uno o varios valores. Y para identificarlo consultamos desde contratos de siembra de 1912, hasta revistas, periódicos y los testimonios de 700 adultos mayores de los barrios”, dijo.
      La figura de patrimonio, detalla, permitirá que los árboles estén blindados ante amenazas como la tala, pero también que la ciudad tenga otros elementos para mostrar. “Lo que más impresiona a los extranjeros de Medellín es su verde. ¿Se imagina una ruta turística con estos árboles y la historia de la ciudad?”, señala Solano.
      Una de las postales antiguas de Medellín tiene a la calle Ayacucho como protagonista. Allí, en medio de un par de casas campesinas, se ve un “túnel verde” de gualandayes y guayacanes rosados.

Gualanday, Tranvía Ayacucho (1865 – 1875)
     De todos ellos solo queda este individuo, que sobrevive dándole sombra a una de las catenarias del nuevo tranvía de Ayacucho, el segundo que ve en su vida (el primero llegó en 1921 y se fue 30 años después).
     A su lado hay almacenes y edificios, mucho cemento y poco verde. “Muchos proyectos constructivos han pretendido talar el árbol, porque además es el único de la calle. Pero ese árbol llegó primero que todos, tenemos que cuidarlo”, dice Mauricio Jaramillo, investigador.
      Y aunque al lado del gualanday hay una placa donde dice que el árbol fue sembrado entre 1865 y 1875, pocos vecinos lo miran. “Hasta ahora me entero que era tan viejo”, dice José Restrepo.

Algarrobo, barrio San Pablo (1890)
      Justo al lado del zoológico Santa Fe hay un algarrobo que hoy se apoya en “muletas” de metal. Mauricio Jaramillo cuenta que el algarrobo perteneció, a finales del siglo XIX, a una finca de maíz y algodón. Rafael Ramírez, dueño de la droguería San Pablo, recuerda que de niño esa finca tenía un lago, animales y el árbol grande. Él lo veía cada fin de semana cuando iba de La América al hipódromo San Fernando (cerca a la estación Ayurá). Luego la finca se dividió y nació el barrio. “De allí salieron algunos sicarios que pusieron una virgen y le prendían velas incluso dentro de la madera, porque decían que era milagrosa”, agregó Jaramillo. Lucenit Solano reconoció que esta fue una de las recuperaciones más difíciles. “Hicimos concertación con la comunidad para sacar la virgen, que hoy está al lado. Aunque el árbol estaba listo para talar logramos salvarlo y ya es un emblema”.
Piñón de oreja, Robledo (1875 – 1880)
     En la loma que lleva al parque de Robledo, en toda la curva, un piñón de oreja le da sombra a los vecinos. En la salsamentaria Buser, Raúl Restrepo -que vive hace 30 años en el barrio- recuerda a “Bandido”, uno de los hombres que participó en la construcción de la que fuera la fonda más antigua de Medellín. “Él vivió más de 100 años, no me acuerdo cómo se llamaba. Pero nos decía que cuando llegó a poner el techo de El Jordán, el árbol ya llevaba 15 años ahí”, dijo.
      Con el declive de la fonda, el árbol también cayó en desgracia: cada semana había por lo menos un carro estrellado contra su tronco y los vecinos lo cogieron de basurero. Hace unos 6 años lo rescataron: la Alcaldía le instaló unas “muletas” metálicas para prevenir su inclinación, se hizo una limpieza de la zona y Eugenia Pérez, vecina, se comprometió a sembrar flores y otras plantas cerca. Su hija Adriana dice que el árbol fue adoptado.
      La plazuela San Ignacio es -junto con el parque de Bolívar- la zona de Medellín que conserva los árboles con más historia de la ciudad.
      Hay dos ceibas a cada lado de la plazoleta, dos palmas reales al frente de las naves laterales de la iglesia, un guayacán amarillo y un piñón de oreja, junto a árboles jóvenes. El ingeniero Mauricio Jaramillo asegura -con base en sus investigaciones- que los árboles fueron plantados por religiosos cuando pudieron volver a la plazoleta, pues durante varios años fue tomada por José María Córdova como trinchera. “Uno de los mitos que hay alrededor de estos árboles es que la ceiba que da a Ayacucho (plantada en 1890) fue usada como paredón de fusilamiento”, dijo. Por eso un grupo de ingenieros forestales le propuso a la Universidad Nacional usar tecnología disponible para escanear el árbol y determinar si hay perdigones en su tronco.


Carbonero, parque de Bolívar (1960)
     Este carbonero, aunque no tiene centenares de años, es un tesoro para Medellín por varias razones. La primera es su origen: “a diferencia de los otros árboles, este es propio del Aburrá. No fue traído ni del Cauca ni de Jamaica (como la Palma de vino)”, cuenta el forestal Mauricio Jaramillo.
      La otra razón es que su reproducción es muy difícil y, según los cálculos de la Secretaría de Medio Ambiente, en la ciudad quedan menos de 20 individuos como este.
      Por eso, a pesar de su corto tamaño, es uno de los más cuidados en el parque de Bolívar, donde crece a la sombra de grandes palmeras, zapotes y árboles de caucho, que hoy son hogar de ardillas y loras.
      Lucenit Solano, de la Alcaldía, reveló que en la ciudad se han hecho varios intentos de propagar el árbol, pero pocos han culminado con éxito.

-----

28 septiembre 2018

Dr. JORGE V. PÉREZ Y VENTOSO
Demostración científica de cómo el arbolado precipita el agua de las neblinas en sitios adecuados

Año XV, nº66, mayo de 1930, en Rincones del Atlántico


Jardín Botánico de Kirstenbosch, Ciudad del Cabo

      Es bien sabido que la célebre montaña situada a cosa de mil metros de altitud al Sur y dominando la Ciudad del Cabo de Buena Esperanza, forma una meseta sobre la cual se condensan los vientos marinos, que allí soplan desde el S. E., y que éstos prevalecen con más rigor durante los meses de verano que en los de invierno. La neblina que sobre ella se deposita se compara por los viajeros a un mantel que cubre la mesa de la citada montaña.
     Hace pocos años se le ocurrió al Dr. Marloth hacer experimentos tan sencillos como luminosos, que consistieron en colocar dos pluviómetros en los parajes donde se produce la neblina antes mencionada; el uno de forma usual y el otro conteniendo unas veinte varillas o cañitas, de unos treinta centímetros de altura, reunidas hacia ambos extremos por medio de una tela metálica. Resultó que en el pluviómetro ordinario no se recogió agua alguna desde el 21 de Diciembre de 1902 hasta el primero de Enero de 1903; mas en el que estaban las varillas se precipitaron unos 375 milímetros de agua; el total de la recogida hasta el 15 de Febrero en el primer aparato fue solamente de 125 milímetros, mientras que la medida en el segundo ascendió a la increíble de unos dos metros.
      Téngase en cuenta que estos meses corresponden al verano en aquella latitud y que no llueve casi nada en esa época; aunque, como antes se dijo, las brisas marinas soplan entonces con mayor fuerza y se condensan mucho más la neblina alrededor de la Montaña de la Mesa (Table-mountain).
     Estas experiencias del Dr. Marloth fueron publicadas en las Transnaction of the south african phisosphical society; volúmenes XIV y XVI, y Mr. Braine alude a ellas en su folleto titulado Influencia de los montes sobre el surtido natural de las aguas.
Ciudad del Cabo
     En Canarias, los vientos alisios o del N. E., producen un fenómeno enteramente análogo durante los meses secos del verano, cuando no llueve, condensándose la neblina sobre nuestras altas montañas a partir de unos 800 metros aproximadamente hasta cosa de 1.500. A esta altura es precisamente donde prosperan los preciosos árboles del monte verde de la flora atlántica de las Islas Canarias, y entre ellas el Til que es una de las cuatro especies de lauráceas de nuestros montes, caracterizado entre otras cosas, por la forma de sus bayas, que recuerdan las bellotas de las encinas. El famoso Garoé o Arbol Santo de la Isla del Hierro, era indudablemente un Til que crecía en un alto cabezo de la misma, donde se condensan los vientos alisios en forma de neblina, y era tanta el agua que se reunía bajo este frondoso árbol histórico, que por medio de depósitos hechos a su pie surtían del agua necesaria para beber sus pobres habitantes, por no existir fuentes.
     Todo el que haya atravesado la región de la bruma en los pocos sitios de Canarias que aún se hallan poblados por nuestros árboles de fama universal, no puede dudar de que donde crece el arbolado moja la tierra. Comparando el terreno con otros contiguos, hoy desgraciadamente desprovistos de árboles por el hacha del leñador, la explicación no puede ser más clara, cuando se han leído los asombrosos resultados obtenidos por el Dr. Marloth con sus pluviómetros, de los cuales uno representa el arbolado. Así se comprende fácilmente, que no se trata de ningún milagro lo que nos relatan todos los historiadores fidedignos del Árbol Santo del Hierro; era que este afamado Til crecía a una altura en aquella isla donde se condensa la humedad que llevan los vientos alisios en forma de neblina ya que el arbolado tiene la virtud y el poder de precipitar el benéfico fluido, aun durante el verano, cuando no llueve. En estas mismísimas condiciones, en el Cabo de Buena Esperanza alcanzó durante menos de dos meses el agua precipitada de la neblina la fabulosa suma de dos metros en el pluviómetro ideado para imitar al arbolado, y que nos hace comprender perfectamente y de un modo científico, lo que nos dice la historia del Árbol Santo. Este hecho no debiera jamás olvidarse en la campaña que sostienen los Amigos de los Árboles, y se impone cubrir de arbolado todas aquellas alturas donde se sabe que se condensan las nubes, para así aprovechar el agua que contienen, y que de otro modo se pierde. ¡Cuántos sitios en condiciones análogas existirán en la Península Ibérica! 
-----
El Archipiélago Canario formando el frente contra el que chocan las nubes de los vientos aliseos cargados de humedad...

Extracto del Tercer inventario Forestal Nacional 1997-2007...
     "Este tipo de precipitación “silenciosa”, y difícil de calcular, se produce como consecuencia del contacto del manto de estratocúmulos con la vegetación que ocasiona la condensación y lenta precipitación de la humedad acumulada en el manto de estratocúmulos. El choque continuo de la capa de estratocúmulos en las fachadas norte y nordeste de las islas de mayor relieve es, junto a la presencia de plantas de hojas anchas y escoriáceas características de la laurisilva, lo que explica la condensación de gotas de agua en las hojas de los árboles y, en general, en cualquier obstáculo que acabará completamente mojado y goteando agua. El efecto de dicho mecanismo de precipitación es considerable y supone un notable incremento del aporte de agua. Mediciones efectuadas en el interior de zonas boscosas hacen aumentar los registros realizados con pluviómetros al aire libre de 865 milímetros a 2.724 milímetros. Pero por sí sola, la precipitación horizontal produce captaciones de 62,5 l / m2 en un día y, al mes, de 998,2 l/m2 (Marzo, 2005). La importancia de esta condensación es mayor conforme el movimiento de aire es más fuerte, especialmente en los pinares que poseen una estructura abierta. En un ejemplo extremo se registraron 5.090 milímetros de precipitación en un pinar de Tenerife, por apenas 650 milímetros en un claro cercano (Ceballos y Ortuño, 1951)."
-----