22 diciembre 2012

EVARISTO CARRIEGO (Argentina 1883-1929)
Palmera Brasileña 

Palmera brasileña, que al caminante herido
ofrendaras tus dátiles de pasión y de olvido,
en el desierto único: tu eres la apoteosis
que, nimbando de incendios sus fecundas neurosis,
cruzas por los vaivenes de su hondos desvelos
como si fueras luna de sus noches de duelos.
Yo traigo a tu floresta la alondra moribunda
que, en el violín del bosque, preludió la errabunda
sinfonía terrena de aquel ardor eterno,
que ahuyenta suavemente las aves del invierno,
y en las horas tranquilas descubre su cabeza
como un símbolo vago de amor y de belleza.
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18 diciembre 2012

Antonio Casares - El magnolio

ANTONIO CASARES (Liébana-Cantabria, 1946)
El magnolio

El magnolio no sabe que lo miro,
o acaso sabe que lo miro y calla,
sin inmutarse, erguido en la alameda,
indiferente a cualquier conjetura.
Me paso largo tiempo contemplándolo,
tratando de adivinar lo que piensa,
¿Alguien sabe lo que piensan los árboles?
¿Alguien puede negarlo o afirmarlo?
Hay seres que hablan sin palabras
y que no necesitan la escritura,
¿Alguien sabe si sienten o no sienten?
La respuesta, en verdad, no me importa.
Me basta con mirarlo y con dejarme
invadir por su indolente belleza.


 (Santander, 17 de septiembre de 2008)

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11 diciembre 2012

RICARDO CODORNÍU Y STÁRICO (1846-1923) El Apóstol del Árbol
Epílogo de sus doce cuentos
¿QUIÉN HIZO EL MONTE?

El ingeniero dice: Yo hice el proyecto de repoblación, y mandé sembrar.
      Dice el contribuyente: Yo di recursos para los trabajos: por tanto, yo hice el monte.
      Dice el jornalero: Yo abrí los hoyos y esparcí la simiente. A mi se debe que exista repoblado.
      Dice el suelo: Yo di espacio para que germinase la semilla y arraigaran las plantas.
      Dice el aire: Yo acaricio las hojas de los árboles y les ofrezco el carbono que necesitan para que  que puedan formar materia orgánica y el oxígeno para que respiren. Por mí existe el monte.
      Dice el sol; Soy el padre de la vida, pues doy a los árboles la energía necesaria para nutrirse y crecer. Sin mí nacerían pálidos y a poco morirían. Yo hice el monte.
      Dijo la nube: Yo traigo agua del Océano para que los árboles produzcan la savia, que luego transformarán en su propia substancia. Si no lloran cuando tardo en llegar, es porque entonces carecen de líquido con que formar las lágrimas. Donde hay vegetación a mí se debe. 
      El que dio inteligencia al ingeniero, recursos al contribuyente, fuerza al sembrador, hizo producir semillas, creó la tierra que sustenta la planta, el aire que respira, el sol que le da verdura y el agua que la fertiliza, calla, y sigue gobernando el mundo.
¡Humillemos la cabeza!
---Fin---
ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE ARBORICULTURA 

Asamblea y presentación del Libro de Pedro Calaza e Isabel Iglesias: 
"Evaluación de riesgo de arbolado peligroso"

14 de Diciembre de 2012 en el RJB de Madrid

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