martes, 6 de febrero de 2024

Takahashi en Okayama, el cronista de Japón (103)

TAKAHASHI HIROSHI
El Daigozakura (prefectura de Okayama)


Especie: Edohigan (Cerasus spachiana var. spachiana forma ascendens), familia de las rosáceas, género Cerasus
Dirección: Bessho 2277, Maniwa-shi, Okayama-ken 719-3157
Perímetro del tronco: 7,6 m.
Altura: 18 m.
Edad: 700 años
Designado Monumento Natural Prefectural

Tamaño ★★★★    Vigor ★★★    Porte ★★★★    Calidad del ramaje ★★★
Majestuosidad  ★★★★★

Bessho, el lugar en que se yergue el Daigozakura, es una aldea de montaña situada entre Ochiai y Katsuyama, una zona con muchos atractivos naturales, como las colonias de katakuri (Erythronium japonicum) que cubren las montañas próximas o la cascada de Shiodaki, con una caída de 41 metros. En los alrededores hay, además, muchos cerezos sakura de renombre, siendo esta especie la que imprime carácter al poblado.
     El paraje se encuentra a unos 30 minutos en automóvil desde el centro de la localidad de Ochiai-chō. Ascendiendo por la larga cuesta que lleva hasta el poblado de Kichinenji aparecerá ante nuestros ojos una colina que parece moldeada ex profeso para servir de pedestal a este árbol. El Daigozakura se alza majestuoso en el mismo centro de la cima de la colina. El árbol entra en escena de una forma muy impactante, con esa figura tan magnífica de la que parece jactarse y el macizo montañoso de Chūgoku como telón de fondo. Es un ejemplar con una belleza y una fuerza que no desmerecen en nada el escenario en el que se halla, un edohigan gigante al que se coincide en atribuir una edad de 700 años, aunque los lugareños aumentan el cómputo hasta 1.000 y le llaman cariñosamente el “Gran Sakura”.
     El nombre Daigozakura tiene su origen en una tradición según la cual el emperador Godaigo (años finales del periodo Kamakura, 1185-1333), cuando se dirigía a su destierro en la isla de Oki, pasó por esta región y quedó prendado de este árbol. La leyenda corrió de boca en boca y la fama de que en las montañas de Okayama se erguía el “Daigozakura” se extendió por todo el país. El resultado es que cada año, cuando florece este árbol, el lugar se llena de visitantes.
     Suele ocurrir hacia el 10 de abril. Resulta admirable la forma en que los lugareños facilitan las cosas a los visitantes: hasta la estrecha carretera de montaña que conduce al lugar se hace para estas fechas de sentido único. Por la noche se activa la iluminación del árbol, que traslada al visitante a otra dimensión. Recomendamos la visita nocturna a quienes deseen disfrutar de un momento de tranquilidad y misterio.
     El Daigozakura se ha integrado perfectamente en la vida de los lugareños y actúa como dios protector del lugar. Parece que, más que acondicionar el luga
r para darle apariencia de parque, como se ha hecho en otros casos, se ha preferido conservar la naturaleza circundante tal como estaba. Podemos decir, sin duda, que es uno de los cerezos sakura más impresionantes de la mitad occidental del país.


Nº 103


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