Es
un arbusto endémico del Archipiélago Canario, perteneciente al género
Euphorbia del que existen unas 40 especies en las islas. Las euforbias
se pueden dividir en dos grupos, herbáceas o arbustivas, el cardón, cuya
forma recuerda al cactus, pertenece al grupo de arbustivas.
El
cardón se encuentra en todas las islas del archipiélago canario,
excepto en la isla de Lanzarote (donde se supone que sí existió pero los
últimos estudios coinciden en su total desaparición) entre los 100 y
los 900 m de altitud. Antiguamente su presencia era muy normal pero en
el presente solo lo observamos en áreas muy agrestes, como el matorral
xerófilo conocido como cardonal-tabaibal, donde es, junto con la
tabaiba, la especie más característica. En este ecosistema semidesértico
podemos observarlo tanto en grupos dispersos como en un grupo único.
Los más imponentes se encuentran en la isla de Fuerteventura, en Cofete.
Y es precisamente en esta isla, en la península de Jandía, donde existe
una especie diferente y exclusiva de esta zona, el cardón de Jandía o
Euphorbia handiensis, seriamente amenazada.
El
cardón canario es un arbusto alto y robusto, puede superar los 4 m de
altura y los 100 m². Ésta característica es la razón por la que en el
interior se crea un micro hábitat al que se asocian diversas especies
animales y vegetales. Sus tallos cuadrados o pentagonales de 4, 5 ó 6
caras forman una especie de candelabro y están provistos de espinas
cortas (0,5 cm) situadas en doble fila a lo largo del tallo. Las flores
son verde-rojizas y salen de unas cápsulas de color rojo-pardo de los
extremos superiores del cardón. El cardón de Jandía, en cambio,
raramente alcanza el metro de altura, presenta tallos de entre 8 y 14
caras, y las espinas son más largas (2-3 cm).
Antiguamente
el cardón era usado para “embarbascar”, una técnica que consistía en
arrojar trozos de cardón en las orillas costeras para que el látex, muy
tóxico, dejara atontados a los peces y pescarlos con mayor facilidad.
También se ha utilizado como tratamiento veterinario para las cabras,
como purgante, y, en medicina popular, para aliviar dolores de muelas y
combatir enfermedades cutáneas, prácticas todas ellas peligrosas.
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