lunes, 19 de diciembre de 2022

Un toque de atención a las autoridades...

FRANCISCO ORTIZ, en Nova Ciencia 2019
El último madroño de Cabo de Gata

El último pie de madroño del Cabo de Gata 

     El descubrimiento de hace 25 años del que seguramente es el último pie de este arbusto resume, en cierto modo, el potencial botánico de una zona compleja de la geografía almeriense desde el punto de vista de la biodiversidad.
      La olvidada y desinteresada labor de naturalistas anónimos y su lucha por buscar un punto de apoyo, no solo a la salvaguarda del planeta sino también a la salvaguarda de los recursos naturales locales , marca lo estimulante de un paisaje que a todas luces puede representar una vara de medir el cambio climático a nivel local. 

Foto en detalle del madroño hallado por Francisco Ortiz en Cabo de Gata. Foto: Francisco Ortiz.

Especies forestales en el Cabo

     Las duras condiciones de aridez, vigentes también hoy, no impidieron observar al naturalista y académico Simón de Rojas en el siglo XIX la presencia en abundancia de especies forestales comunes, como la encina (Quercus ilex L.), el pino (Pinus halepensis Mll.), el enebro (Juniperus oxicedrus L.), el madroño (Arbutus unedo L.), la sabina (Juniperus phoenicia L. ) o el durillo (Viburnum tinus L.).
     A pesar de su escasa pluviometría se dio la existencia natural de esta y otras especies forestales en un emplazamiento imposible de reconocer por los especialistas actuales. Sin tener en cuenta nuestras percepciones a primera vista sobre el paisaje actual, se pueden citar estas especies forestales hoy en día en día también aunque pasen inadvertidas para los botánicos convencionales.

Descubierto en 1996

     En el año 1996, ante el asombro de los especialistas que pudieron avalar el hallazgo, el naturalista Francisco Ortiz descubre la presencia de un último impensable pie de madroño en la zona sur de Cabo de Gata. Lo recóndito de la zona presuponía una relativa proliferación de mas pies que nunca fue refrendada. La existencia de esta especie nos habla de unas condiciones climáticas que conectan nuestro paisaje actual desde el punto de vista medioambiental con el pasado más cercano. Las referencias históricas y los topónimos confirman en Níjar varias zonas con madroñales, los auténticos bioindicadores de suelo forestal fértil.
     A pesar de todo, los clichés administrativos no impiden que la contribución privada ni la acción de reproducir variedades vegetales y animales en peligro de extinción prescriba nunca y se vea frenada. Sin tener en cuenta la coyuntura que supone no haber encontrado más pies en una zona donde las datos históricos de esta planta son más que constatados, ante el hecho de encontrar una subespecie, o variedad, en peligro, el naturalista y el hombre deben asumir su responsabilidad y actuar de modo propio para salvar cualquier herencia genética que se encuentre en el máximo nivel de extinción para intentar su reintroducción genética lo mas pura posible. A día de hoy se dan unas condiciones más mejoradas en este sentido; pero no mucho más porque se han podido sacar de semillas sólo siete ejemplares nuevos.

Madroño criado con las semillas del ejemplar hallado en Cabo de Gata. Foto: Francisco Ortiz.

     La falta de interés por parte de las instituciones de todo tipo a nivel local no ha impedido la reproducción con éxito de esta planta autóctona en condiciones muy artesanales y en un estadio inicial, pero si no se toman medidas institucionales mas contundentes los siguientes pasos para poder salvar esta planta autóctona, muchos mas complejos y elaborados, se verán frenados y abocarán al final de la “zona de madroños” que supone la zona de Cabo de Gata. Esperemos que una vez mas no se hable de un extraño y curioso descubrimiento que no sirvió para nada: un extraño y curioso suceso mas para los anales, en un punto sin retorno mas hacia un planeta deshumanizado y destruido por el cambio climático y sus devastadores efectos humanos y biológicos.

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