jueves, 8 de julio de 2021

El ciprés de Aomori, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA 
Junihonyasu

Este es un ejemplar de un árbol de la familia de los cipreses, originario de Japón y poco frecuente en occidente, llamado comúnmente “hiba” (Thujopsis dolabrata var. Hondae). Sin acuerdo acerca de su edad, que según las fuentes puede ir desde 300 a más de 800 años, crece al norte de la isla de Honshu (la mayor de ellas, algo más pequeña que el Reino Unido), a unos 10 Km de la ciudad de Kanagi (prefectura de Aomori). 
     Aunque también se le conoce como “ciprés de Aomori”, su nombre allí es "Junihonyasu" (o "Junihonyashi") que significa “lanza de doce puntas” debido a la peculiar forma de este árbol que tiene ocho metros de perímetro y que a unos tres metros del suelo, se hincha y deforma durante un metro para dar paso a doce ramas verticales que llegan hasta los 34 metros de altura. 
     Al pie del árbol se encuentra una “puerta torii” (arco tradicional japonés o puerta sagrada que suele encontrarse a la entrada de los santuarios sintoístas o lugares sagrados marcando la frontera entre el espacio profano y el sagrado) y sobre él, una “kamidana” (algo así como un altar doméstico en miniatura). 
     La leyenda sobre su origen dice que hace mucho tiempo, había un joven llamado Yashiro (o Yashichiro) que era un cobarde redomado, y cada vez que entraba a la montaña, se asustaba y hacía reír a todos, e incluso los monstruos que vivían en la montaña recordaban su nombre. Yashiro estaba muy enfadado. Un día se armó de valor y se fue a la montaña con un hacha afilada para vengarse de los monstruos. Durante la noche escuchó voces que le llamaban por su nombre, así que atacó con su hacha al lugar de donde venía la voz y un monstruo cayó del tocón de hiba en el que estaba sentado. Al amanecer descubrió que un viejo mono de pelo blanco estaba sangrando y muriéndose. La verdadera identidad del demonio era ese mono y los aldeanos, que temían la venganza de los grandes monos, plantaron árboles jóvenes de hiba para contentarlos.
     A partir de ese día, crecieron doce ramas en el ciprés y si crecen nuevas ramas y se convierten en 13, una de ellas se marchita y siempre mantiene 12 ramas, porque es un número sagrado, y este ciprés está consagrado como un dios de la montaña.  Junihonyasu se ha convertido en monumento natural de la zona y fue seleccionado como uno de los “100 nuevos árboles famosos”. En 2003, se intentó declararlo “Monumento Nacional de Japón”, pero no fue posible: el propietario del terreno debía firmar, pero eran siete herederos y después de un año de negociaciones, no hubo acuerdo para hacerlo. Pero sigue en su lugar, siendo venerado y especialmente el día 12 de diciembre, que es el día en el que se adora al dios de la montaña y que para los locales, es el árbol en sí mismo.
Árbol nº 165
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