viernes, 22 de septiembre de 2017


ANTONIO MADRIDEJOS
Dos décadas de revolución en el arbolado de Barcelona

Los nuevos criterios de selección impulsan un cambio en las especies más comunes
Se priman cuestiones ambientales, de resistencia, diversidad, tamaño o salud

     Donde antes había plátanos, ahora es muy posible encontrar almeces, jacarandas o tipuanas. En lugar de olmos siberianos y arces negundos, muy populares en los años 80, ahora crecen melias. Los ailantos y las robinias han sido proscritos. Y el 'boom' olímpico de las palmeras ha tocado techo... En definitiva: poco a poco, sin ser apenas percibida por los vecinos, la transformación del arbolado de Barcelona iniciada hace dos décadas y consolidada en los últimos años ha cambiado por completo las especies que se encuentran en las calles, los llamados árboles de alineación, y en menor medida los que cubren plazas y parques.
     La renovación no ha sido fruto del capricho o de las modas, sino que en el proceso han primado esencialmente criterios ambientales, sanitarios o de seguridad, así como también cuestiones como el tamaño ideal y el buen crecimiento en calles umbrías, explica Xavier Hernández, director de Espacios Verdes y Biodiversidad del Ayuntamiento de Barcelona. En total, en la ciudad se pueden observar 170 especies diferentes -o 300, si se incluyen variedades e híbridos-, aunque las 10 más habituales suman prácticamente el 70% de los efectivos totales.
     Los cambios han sido notables. Los olmos siberianos, que llegaron para sustituir a los maltrechos olmos comunes, gravemente afectados por plagas de coleópteros, han resultado ser unos árboles de madera débil, proclives a las roturas. Así que en 20 años han pasado de 11.000 pies a poco más de 3.500. Y lo mismo ha sucedido con los negundos, unos arces de origen americano que, de seguir la tendencia, pronto caerán en el olvido. Y con las firmianas o parasoles de China. El proceso es lento, insiste Hernández: "No se sustituyen los árboles sanos, sino solo los que mueren o se encuentran enfermos", puntualiza.

EL TAMAÑO ES CLAVE

     Otro criterio para decidir qué árbol colocar en un alcorque es el tamaño que puede alcanzar. El ayuntamiento ha sustituido multitud de plátanos que moraban en calles estrechas de edificios elevados porque su gran crecimiento privaba de luz a los vecinos y sus ramas ocasionaban molestias en los balcones, por ejemplo. "Los árboles con un crecimiento potencial elevado, como los plátanos y los almeces, se reservan para amplias avenidas", prosigue Hernández. En un caso paradigmático, favorecido también por el carácter invasor de la especie, el número de robinias se ha reducido de 8.000 a 3.700 en 20 años. Sus vistosas flores primaverales de color blanco son cada mes más extrañas.
     Desde hace unos años lo habitual para vías más estrechas son especies de porte moderado, como los ciruelos rojos, los ligustros, los perales de Callery, los naranjos amargos y los braquiquitos. También se escogen las especies en función del distrito para dar una sensación de continuidad.

NO MÁS, SINO MEJORES

     Actualmente hay en Barcelona unos 200.000 árboles creciendo entre el cemento y el asfalto, o unos 150.000 si se cuentan exclusivamente los plantados en aceras de calles. De hecho, ya no queda prácticamente ni una vía sin su arbolito, aunque sea solo un tronco fino que no acaba de prosperar. Hay además otros 39.000 en parques. "Ahora el objetivo principal no es tener más árboles, sino mejorar su calidad general", resume el director de Espacios Verdes. Desde un punto de vista ambiental (por ejemplo, para la absorción de CO2) e incluso estético, no cabe duda de que un hermoso y gran ejemplar vale por varios escuálidos.
     El Plan Director del Arbolado de Barcelona 2017-2037 se fija como objetivo aumentar en un 5% la cobertura arbolada de la ciudad. "Los árboles son un patrimonio natural de gran magnitud que nos ofrecen grandes servicios como mejorar la calidad atmosférica, nos ayudan a adaptarnos al cambio climático y generan beneficios sociales sociales y psicológicos para la ciudadanía", resume Frederic Ximenocomisionado de Ecología del ayuntamiento.
     Los árboles más habituales en el casco urbano son desde hace años el plátano de sombra y el almez, con 49.000 y 19.000 ejemplares, respectivamente, pero si se tiene en cuenta todo el término municipal, incluyendo el terreno forestal de Collserola, entonces los primeros de la lista son la encina, con 313.000, y el pino carrasco, con 290.000, según una estimación del centro de investigación ecológica y forestal CREAF.

AUMENTAR LA DIVERSIDAD

     El Plan del Arbolado 2017-2037 se ha fijado otros retos. Uno fundamental es aumentar la diversidad y evitar que, dentro de la trama urbana, ninguna especie supere el 15% del total de pies o incluso el 10%, una situación que actualmente incumplen los ubicuos plátanos y almeces. También se espera aumentar del 30% al 40% las especies adaptadas al cambio climático, fundamentalmente a una menor disponibilidad de agua. "Intentamos emplear especies autóctonas siempre que sea posible o, como mínimo, especies que se han adaptado muy bien a nuestro clima, como las tipuanas o las sóforas", dice Hernández. En este sentido, recuerda por ejemplo que las encinas, los olivos, los alcornoques y otras especies típicamente mediterráneas no se pueden plantar en aceras de calles estrechas por motivos obvios: crecimiento lento, porte demasiado abierto, hojas perennes, tronco ennegrecido por la contaminación...
     Ahora que el ayuntamiento ha prescindido de gran parte de sus fitosanitarios, incluido el glifosato, también se buscan árboles que no requieran demasiados cuidados.
     Entre las especies que más han aumentado en los últimos años destacan las tipuanas, con sus hermosas flores tardías de color naranja, que han pasado de 3.000 a 6.500, y los sóforas o acacias japonesas, que ascienden de 6.000 a 8.900. También están teniendo una segunda oportunidad ginkgos,jacarandas y acacias de tres espinas. Entre las especies de reciente introducción destacan el arce menor, el braquiquito rojo (floración espectacular) y el tamariz rosa, un arbusto que bien cuidado puede alcanzar porte arbóreo.
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