ALFONSO COSTAFREDA (Lleida, 1926-1974)
Espacio vegetal, árboles luminosos,
columna de alegría que posees,
verde sobre la palma, el peso de las
hojas,
y es el fruto consegudo.
Extiéndete, oh árbol,
insinúa tu mano, adelanta
hacia los puros aires que te esperan
la horizontal caricia de tu rama.
El bosque está gozoso.
Poderosos,
los árboles ensanchan su madera,
mientras la nube, blanca sobre el
cielo,
entrega nuevas aguas,
y las semillas surgen de lo inesperado.
Amor, amor, todo se cumple;
realizada la repentina aurora de la
tierra
se nutren nuestras vidas de la energía
del sol,
y del gozo, y de la fuerza del viento.
Salid hacia los campos,
volcad vuestra mirada sobre todo lo
vivo;
caminad; caiga el sol sobre el cuerpo,
y reconozca el aire vuestro torso
desnudo.
Todo está en su momento de cumbre:
las cosechas, los campos abundantes,
los ríos que hacia nosotros desde el
monte
despliegan su brazo,
y en el llano serenan su avenida
perfecta
hacia la total plenitud de la mar.
Todo está en su momento; somos
hombres;
desde siempre, lo más nuestro, lo más
vivo,
lo reciente para la alegría,
lo mejor, lo esperamos de la tierra,
de su contacto diario,
de su continua y amorosa presencia,
de su larga mirada protectora,
del fervor con que guarda y vigila
el eterno reposo de nuestros muertos.
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