martes, 19 de enero de 2016

ÁNGELES AMBER, (España)
La muerte del abeto


Del libro: Las hormigas no comen la sal

Ni siquiera pudimos asistir a tu entierro...
¿Cómo fue la AGONÍA DEL ABETO GIGANTE?
¿Derramó su resina olorosa en el suelo
o exhalaba fragancias de su VEGETAL SANGRE?

Cuando un ÁRBOL SE MUERE, HENDIDO
POR EL RAYO,
hacen rueda los pájaros, despidiéndose de él,
respetan el vacío dejado por su copa
y de su TRONCO HERIDO parece brotar miel.

Pero, cuando un SERRUCHO ejerce de verdugo
y amparado en la noche derrota la altivez,
aquel surtidor verde que crecía hacia el cielo
pedirá que le amparen, pero nadie lo ve.

Se agitarán, dolidas, sus polícladas ramas,
gritará, con el viento silbando a su través,
recorrerá su tronco la HEMORRAGIA DE LA SAVIA
y, desde sus raíces, preguntará: ¿Por qué?

Adiós, amigo abeto, vegetal estandarte,
ornato de una plaza del antiguo Madrid,
por la noche, en secreto, vinieron a matarte
pero, en nuestra memoria, siempre estarás aquí.

Enfiteuta de soles fue tu alargada estela,
un tupido ramaje tu sombra enriqueció
y, los que te quisimos sólo por contemplarte,
niños, viejos, poetas... te decimos ADIÓS.
 
Información:
http://www.hispanista.org/revista/norte/n1987/340/340.pdf
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