ÁNGELES AMBER, (España)
La muerte del abeto
La muerte del abeto
Del libro: Las hormigas no comen la sal
Ni siquiera pudimos asistir a tu
entierro...
¿Cómo fue la AGONÍA DEL ABETO
GIGANTE?
¿Derramó su resina olorosa en el
suelo
o exhalaba fragancias de su VEGETAL
SANGRE?
Cuando un ÁRBOL SE MUERE, HENDIDO
POR EL RAYO,
hacen rueda los pájaros, despidiéndose
de él,
respetan el vacío dejado por su copa
y de su TRONCO HERIDO parece brotar
miel.
Pero, cuando un SERRUCHO ejerce de
verdugo
y amparado en la noche derrota la
altivez,
aquel surtidor verde que crecía hacia
el cielo
pedirá que le amparen, pero nadie lo
ve.
Se agitarán, dolidas, sus polícladas
ramas,
gritará, con el viento silbando a su
través,
recorrerá su tronco la HEMORRAGIA DE
LA SAVIA
y, desde sus raíces, preguntará: ¿Por
qué?
Adiós, amigo abeto, vegetal
estandarte,
ornato de una plaza del antiguo Madrid,
por la noche, en secreto, vinieron a
matarte
pero, en nuestra memoria, siempre
estarás aquí.
Enfiteuta de soles fue tu alargada
estela,
un tupido ramaje tu sombra enriqueció
y, los que te quisimos sólo por
contemplarte,
niños, viejos, poetas... te decimos
ADIÓS.
Información:
http://www.hispanista.org/revista/norte/n1987/340/340.pdf
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