HANAMI (花見 lit. "ver flores")
Es medio del asfalto y el hormigón donde tiene lugar este espectáculo inducido-natural que se renueva en cada primavera. Este es el río Meguro, en Tokio, jalonado de cientos de cerezos que al unísono se ponen a anunciarnos el fin del invierno, el inicio de un nuevo ciclo.
Es medio del asfalto y el hormigón donde tiene lugar este espectáculo inducido-natural que se renueva en cada primavera. Este es el río Meguro, en Tokio, jalonado de cientos de cerezos que al unísono se ponen a anunciarnos el fin del invierno, el inicio de un nuevo ciclo.
Los cerezos permanecen dormidos hasta que la primavera les envía la muda señal de la luz y los hace estallar en una floración rebosante de vida que los japoneses han llamado el hanami. Es el momento en el que se sientan debajo tomando un refrigerio, para contemplar este estallido de luz.
En todo el país los japoneses tienen una cita en parques, jardines, huertos o riberas de los ríos para extasiarse en la contemplación de esta naturaleza. La fecha exacta para presenciar esta celebración es a finales de marzo y principios de abril. Eso sí, como las temperaturas varían en las distintas latitudes hay que tener en cuenta las particularidades de cada región. Los cerezos van despertando de sur a norte desde las islas de Okinawa a la de Hokkaido.
Es el gran espectáculo, las flores que, como copos de nieve, quedan suspendidos en el horizonte. Apenas dura una semana, depende de la climatología, y a una señal del viento los pétalos comienzan a caer como telón de final de la función. Sencillamente magnífico. Basta verlos para entender por qué la mismísima oficina de meteorología se encarga de comunicar a la población el pronóstico de florecimiento (sakurazensen, por si se animan a pronunciarlo).
Un acontecimiento que nadie quiere perderse en Japón, al punto que hasta las empresas organizan los picnics con sus empleados. El espectáculo puedes proseguirlo durante la noche y disfrutarlo con otra luz. El hanami nocturno se llama yozakura.
En todo el país los japoneses tienen una cita en parques, jardines, huertos o riberas de los ríos para extasiarse en la contemplación de esta naturaleza. La fecha exacta para presenciar esta celebración es a finales de marzo y principios de abril. Eso sí, como las temperaturas varían en las distintas latitudes hay que tener en cuenta las particularidades de cada región. Los cerezos van despertando de sur a norte desde las islas de Okinawa a la de Hokkaido.
Es el gran espectáculo, las flores que, como copos de nieve, quedan suspendidos en el horizonte. Apenas dura una semana, depende de la climatología, y a una señal del viento los pétalos comienzan a caer como telón de final de la función. Sencillamente magnífico. Basta verlos para entender por qué la mismísima oficina de meteorología se encarga de comunicar a la población el pronóstico de florecimiento (sakurazensen, por si se animan a pronunciarlo).
Un acontecimiento que nadie quiere perderse en Japón, al punto que hasta las empresas organizan los picnics con sus empleados. El espectáculo puedes proseguirlo durante la noche y disfrutarlo con otra luz. El hanami nocturno se llama yozakura.
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